domingo, 28 de julio de 2019

Calidad del ambiente interno (CAI). Síndrome del Edificio Enfermo





Calidad del ambiente interno (CAI). Síndrome del Edificio Enfermo

Actualmente no cabe duda de la importancia de la calidad del aire interior como consecuencia de la permanencia, cada vez mayor, de la población en ambientes cerrados, ya sea por motivos laborales, sanitarios o de ocio. En el caso concreto de los edificios de oficinas, el aire interior puede estar contaminado, además de por la contaminación procedente del exterior, por la presencia de microorganismos y otros contaminantes de origen biológico, y por los contaminantes químicos procedentes de los materiales de construcción y decoración, del empleo de productos de consumo (por ejemplo, productos de limpieza y desinfección, odorizadores, plaguicidas, pinturas, adhesivos, etc.), de los procesos de combustión (por ejemplo en cocinas y calderas de calefacción), y de la utilización creciente de equipos y materiales de oficina en estos ambientes

En los ambientes internos (ambientes donde se controlan ciertas condiciones por equipos de climatización) los trabajadores están expuestos a estos diversos factores de riesgo químico, físico, microbiológico, disergonómico y psicosocial.

Se define como Calidad de Ambiente Interior al conjunto de condiciones ambientales existentes en un recinto cerrado, instalación y/o edificación. Este concepto es exclusivamente aplicable a edificios de oficinas excluyendo otro tipo de instalaciones. Cualquier condición ambiental que rodee un puesto de trabajo es susceptible de ocasionar problemas más o menos graves a los trabajadores de un determinado lugar de trabajo. Los principales factores ambientales que influyen en la calidad del entorno laboral son:

• El ambiente térmico.
• La calidad del aire.
• El ruido y las vibraciones ambientales.
• La iluminación del puesto de trabajo.

En la siguiente imagen se puede observar los diversos factores que determinan la calidad del ambiente interno. Todos ellos pueden verse influidos por factores externos e internos.




Ambiente térmico/confort térmico
El ambiente térmico es un factor ambiental que comprende diversas variables (temperatura, humedad, velocidad del aire, actividad física, etc.) que pueden provocar una gran diversidad de sensaciones térmicas en los trabajadores. Es un factor subjetivo, por lo que suele ser muy complicado encontrar un punto de confort térmico común para todos los trabajadores que comparten un lugar de trabajo.

En la siguiente imagen se puede observar los diversos factores que determinan el ambiente térmico.



Se pueden realizar auditorías de Calidad del Ambiente Interior. Las mismas tienen como objeto controlar la exposición de las personas que se produce dentro de los edificios a los contaminantes químicos, microbiológicos y condiciones físicas que pongan en riesgo nuestra salud y confort. Adicionalmente, obliga a un estudio de los sistemas de climatización, que en muchos casos actúan como amplificadores de la contaminación exterior.

Confort acústico
El ruido y las vibraciones son factores ambientales físicos presentes en las oficinas. Es poco habitual que el ruido se produzca a niveles que puedan producir daños auditivos, si bien puede resultar muy molesto y dificultar la concentración, la atención en el trabajo y las conversaciones. Aparte de la intensidad sonora y de la frecuencia, la apreciación del ruido va a depender de las características individuales y de la complejidad de la tarea. Respecto a las vibraciones, es uno de los factores menos estudiados y en ocasiones puede resultar complicado identificar su procedencia

Confort visual
La iluminación, aunque aparentemente es un factor fácil de identificar y de valorar, tiene una gran complejidad, especialmente para conseguir una adecuada intervención en caso de que no estén correctamente diseñados los lugares y puestos de trabajo. Todos estos factores de riesgo ambiental en su conjunto, o a veces por separado, pueden generar molestias importantes a los trabajadores e incluso afecciones graves para su salud. Por ello, es muy importante encontrar la armonía entre todos ellos para alcanzar una Calidad del Ambiente Interior saludable y confortable.

Calidad de aire
El grado de contaminación presente en ambientes interiores es la causa de muchos de los múltiples problemas de variada naturaleza que pueden abarcar desde una simple fatiga o incomodidad, hasta síntomas compatibles con alergias, enfermedades respiratorias, infecciones y cáncer, entre otras. Existen instituciones como la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA) y la Agencia Federal de Salud e Higiene Ocupacional (OSHA) que tienen en su haber métodos estándares para el muestreo y monitoreo de factores de riesgo dentro de las instalaciones que puedan afectar la salud de los operarios y empleados en general dedicadas a aspectos relacionados a la salud e higiene industriales en ambientes ocupacionales e instituciones.  

Según estimaciones de la Agencia de Protección Ambiental estadounidense los niveles de contaminación en ambientes cerrados pueden llegar a ser de 10 a 100 veces más elevados que las concentraciones exteriores, lo cual aunado a las condiciones operativas no adecuadas de sistemas de ventilación y recirculación de aire, refrigeración y/o calefacción, hacen prever un problema potencial de la calidad del aire dentro de dichos espacios.

La mayoría de edificios industriales, comerciales y de oficinas, cualquiera que sea su tamaño, disponen de sistemas mecánicos de suministro de aire fresco el cual puede ser filtrado, calentado o enfriado y en ocasiones humidificado. En estos equipos se pueden dar las condiciones idóneas para el crecimiento y dispersión de los microorganismos o agentes biológicos. Los microorganismos son transportados por el agua destinada a la humidificación, por el agua de la red general de la ciudad (este agua es potable, pero eso no implica que sea estéril), o por el agua proveniente de pozos. También son transportados por el aire exterior que contiene polen, esporas fúngicas, bacterias, o por el aire reciclado que aporta los aerosoles generados por las personas que ocupan los edificios.

Si las condiciones son favorables a su desarrollo, es decir, disponen de elementos nutritivos y el pH y la temperatura son los adecuados, los microorganismos proliferan, produciendo desechos que pueden ser utilizados como substrato por otros agentes biológicos, permitiendo así el asentamiento de nuevas especies. La naturaleza del sistema de ventilación/climatización juega un papel preponderante en el riesgo de proliferación microbiológica, en su transferencia al ambiente y en su inhalación por parte de las personas expuestas.

Calidad de aire: VOC (compuestos orgánicos volátiles)

En ambientes exteriores e interiores los vapores y contaminantes gaseosos orgánicos (VOC Volatile Organic Compounds) e inorgánicos aparecen en diferentes concentraciones disueltos en el aire siendo los más habituales el O3, NOX, SO2, CO y CO2. Los efectos de estos gases más frecuentes sobre la salud son problemas respiratorios, asma, reducción de la función pulmonar y otras enfermedades pulmonares, el aumento de la propensión a contraer infecciones del sistema respiratorio así como irritación ocular, mareos y falta de concentración.
Gran parte de los materiales de construcción utilizados en un edificio, así como el mobiliario, accesorios y elementos de decoración y acondicionamiento, pueden emitir productos químicos que en determinadas condiciones pueden afectar a la salud y el bienestar de sus ocupantes.
Los equipos de oficina pueden ser fuentes potenciales de contaminantes químicos, pudiendo emitir principalmente compuestos orgánicos volátiles (COV), compuestos orgánicos semivolátiles (COSV), ozono y partículas de diversa naturaleza. Las emisiones de estos equipos van a depender fundamentalmente del modelo del equipo, del modo de funcionamiento (incluyendo el número de páginas por minuto impresas en el caso de las fotocopiadoras y de las impresoras), de los materiales empleados en su fabricación (componentes plásticos, placas de circuito impreso, retardantes de llama, etc.) y utilización (tóner, papel), y de su estado de mantenimiento. Por otro lado, el riesgo de exposición de los trabajadores dependerá principalmente del nivel de ventilación (esto es, de la renovación del aire del local), de la frecuencia de uso de los equipos y de su proximidad a los mismos.
En la siguiente tabla se muestran los compuestos orgánicos volátiles emitidos por las impresoras, fotocopiadoras y computadoras


Entre los COV más frecuentes emitidos por estos equipos destacan: hidrocarburos aromáticos (benceno, etilbenceno, clorobenceno, tolueno, estireno, xilenos y otros derivados del benceno), hidrocarburos alifáticos (dodecano, hexadecano), hidrocarburos clorados (tricloroetileno, tetracloroetileno) y aldehídos como el formaldehído. Los COV emitidos suelen proceder principalmente de la descomposición de los componentes del tóner cuando éste es sometido a elevadas temperaturas durante el proceso de impresión, y varían en función de su composición. No obstante, también existen otras fuentes, como el papel empleado, las placas de circuito impreso, los materiales utilizados para la fabricación de los componentes plásticos y los disolventes con los que se efectúa su limpieza, los cuales pueden estar integrados en el equipo.
En cuanto a las impresoras de inyección de tinta, la emisión de COV, procedentes principalmente de los solventes de la tinta, es considerablemente inferior a la de las fotocopiadoras y las impresoras láser, lo cual puede ser debido a que la temperatura de funcionamiento es mayor en éstas últimas, ya que el tóner requiere temperaturas más elevadas para que tenga lugar la fusión, lo cual favorece y aumenta la volatilización de estos compuestos. Las mayores emisiones han sido obtenidas para tolueno, benceno, etilbenceno, benzaldehído, o-xileno, estireno, hexadecano y acetofenona. En el caso de los ordenadores, las emisiones de COV suelen ser inferiores a las de los equipos anteriormente indicados, destacando fenol, tolueno, 2-etil-1-hexanol, formaldehído y xilenos. En términos generales, la liberación de COV por los equipos de oficina puede generar molestias olfativas y está asociada a una serie de síntomas inespecíficos y típicos del Síndrome del Edificio Enfermo, tales como cefaleas, náuseas, malestar general e irritaciones dérmicas, oculares y del tracto respiratorio superior.

Calidad de aire: Partículas
En los ambientes interiores se puede encontrar material particulado debido a la contaminación atmosférica... Se trata de una mezcla de partículas sólidas de sustancias orgánicas e inorgánicas, de muy pequeño tamaño (micras) que se encuentran dispersas en la atmósfera. El material particulado afectan a más personas que cualquier otro contaminante y sus principales componentes son los Sulfatos, Nitratos, Amoníaco, Sulfatos, Nitratos, Carbón y polvo de minerales. Se clasifican en función de su diámetro aerodinámico:

  • PM: Partículas con un diámetro aerodinámico inferior a 10 μm.
  • PM: Partículas con un diámetro aerodinámico inferior a 2,5 μm.

Estas últimas suponen mayor peligro porque, al inhalarlas, pueden alcanzar las zonas periféricas de los bronquiolos y alterar el intercambio pulmonar de gases. La exposición crónica a las partículas aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias, cáncer de pulmón y enfermedades del sistema reproductor. En los países en desarrollo, la exposición a los contaminantes derivados de la combustión de  combustibles sólidos, aumenta el riesgo de infección aguda en las vías respiratorias inferiores, también pueden ser un importante factor de riesgo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y cáncer de pulmón entre los adultos.


Calidad de aire: Bioaerosoles

Agentes biológicos
Para producir una enfermedad, un agente biológico debe estar presente en un ambiente (reservorio), llegar a ser abundante (amplificación) y pasar al aire en estado infectivo (diseminación). El reservorio, amplificador y diseminador para los parásitos obligados, es el huésped (personas o animales infectados). El agente se mantiene a nivel subclínico en un huésped en el que no se manifiesta la enfermedad. El paso a otro huésped más susceptible puede desencadenar el incremento en número del agente, produciéndose entonces la enfermedad. Su posterior diseminación ocurre con el paso de los aerosoles generados con el habla, la tos o los estornudos al ambiente, donde deberá encontrar un nuevo huésped o morirá. Los reservorios de los parásitos oportunistas son aquellos lugares que contienen suficientes nutrientes para mantener los microorganismos tanto en sus formas vegetativas como en sus formas resistentes (esporas).

La proliferación de estos agentes tiene lugar cuando las condiciones pasan a ser las adecuadas para su libre desarrollo, por ejemplo un aumento de los nutrientes, una variación en la temperatura o en el pH del medio, etc. Normalmente la diseminación requiere de alguna acción que altere los reservorios, por ejemplo el flujo de aire, la pulverización del agua o la limpieza de los mismos.

El hecho de que aparezca una enfermedad dependerá de varios factores, entre los que destacan la virulencia del agente biológico, la cual está genéticamente controlada, y la inmunidad de la persona. La virulencia está asociada a la especie y pueden existir diferentes grados de virulencia entre cepas de una misma especie. Por ejemplo, la inhalación de un bacilo de la tuberculosis puede desencadenar la enfermedad, mientras que en otras especies, para que la enfermedad aparezca, se requiere que el agente alcance una concentración elevada. El sistema inmunitario, por su parte, constituye un auténtico mecanismo de defensa frente a las enfermedades causadas por los agentes biológicos. Pero es en las personas con enfermedades de los sistemas inmunes o sometidos a tratamientos inmunosupresores, en las que se manifiestan enfermedades provocadas por agentes biológicos que en personas sanas no aparecerían.

Se distinguen dos tipos fundamentales de patología causada por agentes biológicos relacionadas con los sistemas de ventilación/climatización:

·    Manifestaciones de tipo alérgico que comprenden asma, rinitis, conjuntivitis, neumonías hipersensitivas, fiebre de los humidificadores o fiebre del lunes. Dichas afectaciones han sido atribuidas a diversos microorganismos entre los que se pueden destacar las bacterias filamentosas (Thermoactinomyces vulgaris, Micropolyspora faeni); los bacilos Gram negativo (Pseudomonas, Klebsiella, Enterobacter, Escherichia coli); los hongos (Penicifflum, Aspergillus, Altemaria) y los protozoos (Naegleria gruberi, Acanthoameba).

·    Enfermedades infecciosas, siendo las más representativas la Enfermedad del Legionario y la Fiebre de Pontiac. El agente causal de ambas enfermedades es una bacteria (Legionella pneumophila) y su diferencia a grandes rasgos estriba en que la primera es una neuropatía aguda y en ocasiones mortal mientras que la segunda, más benigna, se caracteriza por un síndrome pseudogripal. No se conoce por qué esta bacteria causa dos enfermedades con cuadros clínicos diferentes, aunque se especula con la teoría de que la fiebre de Pontiac es una reacción hipersensitiva a las amebas infectadas por Legionella pneumophila.

En la siguiente tabla se muestran las fuentes de algunos microorganismos



El síndrome del edificio enfermo
Existe toda una serie de trastornos que, a la vez, hacen referencia a diversos síntomas y a las condiciones de los edificios, y se relacionan con la irritación de las membranas mucosas, dolor de cabeza, y fatiga por causas desconocidas; conjunto de síntomas que actualmente se denomina «síndrome del edificio enfermo» (SBS, del inglés «sick building syndrome»). En los individuos que presentan este grupo de síntomas, no suelen encontrarse asociados con signos físicos y/o la positividad de determinadas pruebas de laboratorio. Otra cuestión de naturaleza distinta son las enfermedades relacionadas con los edificios, que son menos frecuentes, pero a menudo más graves, y van frecuentemente acompañadas de signos físicos y hallazgos de laboratorio. Las enfermedades relacionadas con los edificios incluyen: enfermedades por hipersensibilidad (como la neumonía por hipersensibilidad, la fiebre del humidificador, el asma y la rinitis alérgica), infecciones (como la legionelosis), unas y otras asociadas con la exposición a bioaerosoles y que se comentan más adelante, y síndromes tóxicos que, pueden estar asociados con la exposición a agentes químicos o físicos.


La irritación de las membranas mucosas de los ojos, nariz y garganta son frecuentes en los trabajadores de las oficinas. Los síntomas oculares incluyen escozor, enrojecimiento e irritación, lo que provoca, por ejemplo, que los individuos implicados no pueden utilizar lentes de contacto. Los síntomas nasales incluyen congestión, escozor y abundante secreción nasal, mientras que los que hacen referencia a la garganta incluyen sensación de sequedad.
Las causas específicas del SBS permanecen desconocidas, si bien se acepta que es consecuencia de la insuficiente entrada de aire fresco en el ambiente cerrado. Pero es preciso señalar que existen pocas pruebas acerca de la validez de esta hipótesis y los trastornos no siempre se correlacionan con el grado de ventilación. Los estudios realizados en Europa sugieren que el SBS está asociado con los sistemas mecánicos de ventilación que utilizan humidificadores y refrigerantes. La percepción de los síntomas relacionados con el trabajo también depende de la categoría laboral y el sexo. Las actividades de los ocupantes y el mobiliario pueden afectar la calidad del aire interior y la incidencia de trastornos. Concretamente, el área de las superficies con materiales lanosos, superficies empapeladas y la cantidad y proporción alergénica de polvo del suelo se han relacionado con la incidencia de trastornos. El origen de una deficiente calidad del aire interior puede ser diferente para distintos edificios, pudiendo ser en ocasiones el propio sistema de ventilación.

Los bioaerosoles no se han asociado de forma concluyente con el SBS, pero se han publicado trabajos en los que se sugiere que las correlaciones entre el SBS y los procesos de enfriamiento y humidificación eran debidas a la contaminación microbiana, y en otros se asocia el SBS con el desarrollo de hongos poco frecuentes. De cara al futuro, la relación entre el SBS y los bioaerosoles se centrará en las endotoxinas, micotoxinas y otros productos microbianos, porque, teóricamente, sus efectos no dependerían de la sensibilización inmunológica, y serían de una duración lo suficientemente corta como para explicar los trastornos que desaparecen cuando los ocupantes dejan el edificio.
En resumen, la existencia de una sola causa que explique el SBS es improbable, y hay que tener presentes muchas hipótesis al determinar la causa de los trastornos en un edificio en particular, incluyendo las proporciones de ventilación, su tipo y mantenimiento, el desprendimiento de gases del mobiliario y la expansión de múltiples irritantes de las actividades de los ocupantes, la contaminación microbiana, etc.

Los programas de mantenimiento, limpieza y desinfección del edificio o de cual­quiera de sus áreas de trabajo inadecuados podrá ser un factor de riesgo que ori­gine deficiencias en la CAI. Por ejemplo: si el mantenimiento del sistema de climatización no es correcto, pue­den proliferar diversos agentes biológicos que pueden pasar al ambiente, pues se puede acumular agua estancada en el sistema de ventilación, en humidificadores y en torres de refrigeración.
En la siguiente tabla se muestran los síntomas más frecuentes originados en edificios enfermos.

Ventilación.

La calidad del aire en el lugar de trabajo es esencial para sentirnos confortables en un puesto de trabajo. Sobre ella pueden influir varios factores, principalmente de origen químico y/o biológico, jugando un papel importantísimo la ventilación. El factor ambiente térmico también puede influir en la calidad del aire (por ejemplo, un aumento de la temperatura puede favorecer la volatilidad de ciertos compuestos químicos o la proliferación de determinados mohos y bacterias). La gran complejidad para valorar los problemas derivados de una mala calidad del aire surge de la dificultad de identificar las fuentes del problema, la inespecificidad de los síntomas y la frecuente multicausalidad.

La ventilación natural es la que tiene lugar a través de las ventanas, puertas e incluso las rendijas y grietas del edificio, y ocurre gracias a las diferencias de pre­sión o de temperatura entre el interior y el exterior de los edificios. La ventilación mecánica o forzada requiere un sistema de conductos que transporte el aire de ventilación hasta los recintos a ventilar y ventiladores que lo impulsen a través de los mismos.
Tanto la ventilación natural como la mecánica, además de proporcionar oxígeno y diluir los contaminantes, pueden ayudar a modificar las condiciones termo higrométricas de un local. En el caso de la ventilación mecánica, para suministrar aire tratado, limpio y con una temperatura y humedad determinadas, normal­mente se utiliza un mismo sistema, el sistema de ventilación-climatización. Un sistema de ventilación o de ventilación-climatización requiere un mantenimiento continuo (motores, cambio y limpieza de filtros, control de la bacteria Legionella en las torres de refrigeración, etc.), ya que de lo contrario puede ser origen de múltiples problemas: ruido, vibraciones, diseminación de contaminantes por reba­samiento de los filtros, legionelosis, etc.

Teniendo en cuenta la mayor capacidad de renovación del aire, la ventilación me­cánica ha ganado terreno en detrimento de la ventilación natural. Aunque, lo ideal es disponer de ventilación tanto mecánica como natural. En la mayor parte de los edificios existe un sistema de ventilación/climatización mecánico.
Existen diferentes tipos de ventilación mecánica:
• Ventilación mecánica controlada. Se realiza mediante extracción de aire. El sis­tema necesita un ventilador, rejillas de entrada y salida del aire y en ocasiones una red de conductos de aire. La principal ventaja es que la inversión no es muy costosa. Sus principales inconvenientes son que no se controlan las condicio­nes termo higrométricas, que requiere un mantenimiento, que el equipo hace ruido y que además es sensible a la apertura de ventanas.
• Ventilación mecánica regulada higrométricamente. En este caso la regulación se realiza mediante la humedad relativa. Tiene la ventaja de que la ventilación se va a regular en función de los cambios de humedad que se produzcan en el interior, por ejemplo en función del grado de ocupación. Su principal desventaja es que el sistema es más costoso y requiere un mantenimiento superior al del anterior sistema.
• Ventilación controlada de doble flujo. Su principal ventaja es que reduce las pérdidas energéticas entre un 8% y un 12%. Su mantenimiento es más costoso y la inversión es superior.
Habitualmente, los sistemas de ventilación suelen formar parte de una instalación más general denominada sistemas de climatización. Los sistemas de climatización más habituales son:
• Los sistemas de caudal constante: En este caso la climatización del local posee una carga térmica constante. Esto quiere decir que se utiliza un control de la temperatura variable del aire, permite que todo el caudal de aire sea calentado o enfriado en un climatizador.
• Los sistemas de caudal variable: En este caso se regula las condiciones térmi­cas manteniendo la temperatura constante y variando el caudal de aire frío que se introduce.
Por otra parte, en un edificio se puede disponer de ventilación/climatización ge­neral o bien de sistemas autónomos en cada zona de trabajo. También puede darse el caso que en una misma zona de trabajo se dispongan de ambos.

Ventilación y/o Climatización general del edificio Actualmente en edificios modernos de oficinas, es el sistema de ventilación/climatización más común. Para que un sistema de ventilación general sea eficaz debe reunir las siguientes características:
   El caudal de aire que se aporta debe ser suficiente para conseguir unas características del aire satisfactorias, en función de la generación de los contaminantes interiores.
   El caudal de aire extraído se debe suplir, al menos, con el aire administrado. Se debe cumplir el principio de la conservación de las masas.
   Se debe conocer el recorrido que realice el aire. Las entradas y salidas deben adecuarse para que el aire limpio recorra el recinto.
    El aire extraído no debe volverse a incorporar en el local o en la zona. Para ello es importante conocer el emplazamiento de las tomas de aire, que deben estar situadas en un entorno protegido, y lo más limpio posible y alejadas de otros focos contaminantes.
    En cuanto a las tomas de aire exterior, la Norma UNE-EN 13779:2008 “Ventilación en edificios no residenciales. Requisitos de prestaciones de sistemas de ventilación y acondicionamiento de recintos” establece, entre otras, las siguientes recomen-daciones: • Se debe observar que están suficientemente alejadas de la zona de almacena-miento/recogida de basura, de estacionamiento de coches, de zonas de carga, etc.
     Las tomas de aire no deben situarse en las direcciones dominantes del viento de los sistemas de refrigeración por evaporación.
    No es conveniente que se encuentren en la fachada y menos si esta se ubica en una zona transitada. Cuanta más alta esté, mejor será la calidad del aire de entrada.
  Se deben situar alejadas de la evacuación del aire de expulsión o de otros posibles contaminantes (alejada, por ejemplo, de salidas de humos de las cocinas).
      Las tomas de aire no se deben situar a ras del suelo. Entre la parte inferior de la toma de aire y el suelo se recomienda al menos una distancia superior o igual a 1,5 veces el espesor máximo previsible de nieve. Esta recomendación también se hace extensible a las tomas que se sitúen en el tejado o cubiertas.
     La abertura debe estar protegida para que en verano el sol no caliente el aire excesivamente y que en invierno no entre agua de lluvia, niebla, nieve, etc.

También habría que tener en cuenta los siguientes aspectos sobre las salidas de aire extraído:
• La abertura de descarga se situará a una distancia superior o igual a 8 metros de otros edificios y como mínimo a 2 metros de las tomas de aire. Se recomienda que la toma de aire se sitúe por debajo de la salida del aire extraído.
• El caudal de aire debe ser inferior o igual a 0,5 m3/s y la velocidad de aire supe­rior o igual a 5 m/s.
• Esta extracción se debe realizar en la parte más alta del tejado y la descarga debe realizarse hacia arriba.
• Al igual que con las tomas de aire exterior, en este caso se tienen que tener en cuenta las inclemencias del tiempo, y debe superar 1,5 veces el máximo espe­sor de nieve previsto anualmente.
El principal inconveniente de este tipo de ventilación/climatización es la dificultad en la regulación en función de las necesidades de cada zona. Las necesidades termo higrométricas en cada zona pueden ser diferentes, debido a las distintas orien­taciones respecto a las ventanas, a la existencia de edificios en frente, al grado de ocupación; esto origina que sea difícil ajustar adecuadamente un sistema de ventilación/climatización general.


Medidas preventivas
La mera presencia de microorganismos no es un indicador de enfermedades potenciales, y dado que por el momento no están establecidos criterios de valoración cuantitativos para agentes biológicos, lo más recomendable será mantener sus niveles lo más bajo posible, tanto por lo que respecta a los focos de contaminación como al aire interior.
El control de la contaminación microbiológica en ambientes interiores se puede conseguir con un buen diseño de los sistemas y un eficaz programa de mantenimiento de las instalaciones. El método más directo para limitar el desarrollo de microorganismos es restringir la disponibilidad tanto de nutrientes como de agua.
Las medidas preventivas que a continuación se indican representan un sumario de las que aparecen en la literatura especializada:
  • Ubicar las tomas de aire exterior de modo que se impida la reentrada de los aerosoles producidos en las torres de refrigeración.
  • Es conveniente mantener el edificio a ligera presión positiva para minimizar la infiltración del aire por lugares no controlados (puertas, ventanas, etc.).
  • Suministrar suficiente aire fresco de ventilación cumpliendo con los estándares o recomendaciones técnicas relativas al tema.
  • Disponer de accesos adecuados a los diferentes componentes del sistema para su inspección, reparación y limpieza.
  • Colocar filtros adecuados para el control de la entrada de materia particulada. Es recomendable: usar prefiltros y filtros que tengan eficacias de retención superiores al 80%; cambiar los filtros a intervalos regulares de tiempo y cuando sea necesario instalar filtros tras los intercambiadores de calor.
  • Prevenir la acumulación de agua estancada bajo los sistemas de refrigeración, implantando un sistema de drenaje continuo.
  • Reparar de inmediato cualquier fuga de agua tanto dentro del sistema de ventilación/climatización como en el resto del edificio.
  • Seleccionar humidificadores que utilicen vapor de agua como fuente de humedad en lugar de los que utilizan agua reciclada. Dentro de los humidificadores de vapor son preferibles los de vapor seco.
  • Mantener la humedad relativa del aire por debajo del 70% en los espacios ocupados y en los plenos de baja velocidad de aire.
  • Establecer programas de mantenimiento que contemplen la inspección, la limpieza y la desinfección de los diversos componentes del sistema, registrando las operaciones que se realicen y su periodicidad, prestando especial atención a los humidificadores y torres de refrigeración: Drenar y limpiar los humidificadores a intervalos de dos a cuatro meses, realizando aclarados con desinfectantes suaves. Es recomendable utilizar agentes descalcificantes del agua.
  • Mantener, al menos, un 10% de agua circulante en los depósitos, para eliminar el exceso de impurezas y minimizar la acumulación de incrustaciones.
  • Seleccionar biocidas y anticorrosivos que sean compatibles entre ellos y con los materiales de construcción de los diferentes elementos. El tratamiento continuo del agua con estos productos no es recomendable ya que pueden incorporarse al flujo de aire y afectar a los ocupantes del edificio.
  • Durante las operaciones de mantenimiento y limpieza del sistema es recomendable utilizar equipos de protección personal al entrar en espacios confinados, por ejemplo protectores de las vías respiratorias con filtros para materia particulada de alta eficacia y ropa de trabajo.
  • Establecer programas de control periódico, mediante la realización de cultivos microbiológicos, en diferentes puntos del sistema (torres de refrigeración, condensadores por evaporación, unidades de climatización, humidificadores, etc.)


Bibliografía
4. NTP 313: Calidad del aire interior: riesgos microbiológicos en los sistemas de ventilación/climatización

5. NTP 288: Síndrome del edificio enfermo: enfermedades relacionadas y papel de los bioaerosoles



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