miércoles, 14 de agosto de 2019

Factores de riesgo biológico. Exposición laboral a microorganismos (Bioaerosoles).



Factores de riesgo biológico.
Exposición laboral a microorganismos (Bioaerosoles).

Los bioaerosoles son partículas transportadas por el aire, constituidas por seres vivos, o moléculas grandes que han sido liberadas por un ser vivo. El diámetro de las partículas constitutivas de los aerosoles oscila desde el submicroscópico (menor de 0.1 μm) hasta el superior a los 100 μm. La mayoría de los bioaerosoles son complejos en cuanto a la naturaleza de sus componentes, de modo que pueden estar constituidos por bacterias, hongos, protozoos, virus, etc., y/o diversas estructuras y compuestos consecuencia de su desarrollo o actividad.

En la siguiente tabla se muestra los componentes biológicos de los bioaerosoles y sus efectos sobre la salud


Formación de bioaerosoles (aerosolización)
Para que se llegue a producir un aerosol a partir de un organismo o sus partes, se requieren tres condiciones:

1. La presencia de un reservorio
2. Un proceso de amplificación
3. La diseminación o aerosolización propiamente dicha.

El reservorio es el lugar donde, de forma natural, se encuentra un organismo. La naturaleza del reservorio depende del organismo en cuestión; los reservorios de los organismos parásitos están constituidos por otros seres vivos. Los virus, algunas bacterias y determinados hongos que son parásitos obligados, sólo pueden crecer en huéspedes vivos, ya que fuera del organismo no pueden sobrevivir, y, por tanto, no se desarrollan en reservorios ambientales.
La mayor parte de las bacterias y ciertos hongos son parásitos facultativos, por lo que pueden vivir y desarrollarse en organismos vivos o sobre materia orgánica no viva, teniendo algunos de ellos sus reservorios en huéspedes humanos, como es el caso de Mycobacterium tuberculosis (la bacteria causante de la tuberculosis humana), mientras otros los tienen en el medio ambiental, como Legionella (el agente causante de la legionelosis).

La amplificación consiste en el aumento en el número o en la concentración de los organismos, sus partes o componentes; proceso imprescindible ya que, sin él, la diseminación, el proceso de dispersión de las partículas constitutivas del bioaerosol, no tendría ningún efecto porque la cantidad de material dispersado sería muy exigua. En los parásitos obligados la amplificación tiene lugar en el propio huésped, y la diseminación se produce desde el mismo, como es el caso del virus de la gripe, que se disemina por la tos y los estornudos de los individuos enfermos. Por el contrario, en el caso de Legionella, una bacteria que normalmente se encuentra en las corrientes de agua naturales y en el agua del suelo, se amplifica, por ejemplo, en las torres de refrigeración y se disemina a partir de los efluentes que salen de ellas, pudiendo entrar en contacto con los seres humanos, cuyas células invadirá produciéndose la enfermedad.
Los organismos saprófitos, es decir, los que sólo se desarrollan sobre materia orgánica muerta, como es el caso de la mayoría de los hongos y muchas bacterias y protozoos, se encuentran en reservorios ambientales, generalmente materia vegetal muerta en el exterior de edificios, se amplifican y diseminan a partir de estos reservorios, pero a veces también lo hacen a partir de sustratos situados en el interior de edificios. Tal es, por ejemplo, el caso de Aspergillus flavus, un hongo saprófito que normalmente se encuentra en el ambiente exterior, creciendo sobre restos vegetales agrícolas muertos, pero que también puede amplificarse en sustratos interiores (alfombras mojadas, paredes, etc.), y diseminarse por el aire cuando tales sustratos son movidos.

Algunos bioaerosoles están constituidos por los efluentes procedentes de artrópodos, aves y mamíferos que actúan a modo de reservorios, amplificadores y diseminadores. En general, es difícil realizar un control de los bioaerosoles que se producen en el ambiente exterior, pero sí es posible controlar su presencia y concentración en los ambientes interiores, bien sea impidiendo la entrada de los aerosoles exteriores, bien impidiendo la contaminación de los sustratos interiores, o si ésta se ha producido, eliminando los materiales contaminados y por tanto la fuente de amplificación y diseminación interior. La elección de un sistema adecuado de control requiere el conocimiento de la naturaleza, fuentes y efectos de los bioaerosoles así como disponer de los medios apropiados para su identificación y medida.

 Las enfermedades por hipersensibilidad

Aspectos inmunológicos
Las enfermedades por hipersensibilidad son consecuencia de la exposición a materiales del ambiente que actúan a modo de antígenos estimulando la producción de anticuerpos específicos. En la neumonía por hipersensibilidad, el organismo produce una inmunoglobulina antígenoespecífica, la IgG. Las enfermedades alérgicas (el asma alérgica, la rinitis alérgica o fiebre del heno) se presentan en personas con una constitución genética que les permite la producción de IgE antígenoespecífica.
La implicación de una reacción inmunológica es lo que explica que la proporción de individuos con enfermedades por hipersensibilidad entre los ocupantes de edificios sea baja. No obstante, la aparición de un caso de neumonía debería desencadenar una investigación adecuada para descubrir otros posibles casos, su posible origen y la aplicación de medidas correctoras adecuadas para reducir o eliminar la exposición a bioaerosoles. La mayoría de los antígenos relacionados con los edificios se acepta que son de origen fúngico, pero los protozoos también pueden estar implicados, y, en el caso de edificios de viviendas, se considera que los ácaros del polvo son los causantes del asma alérgica.

Alveolitis alérgica
La neumonía por hipersensibilidad (alveolitis alérgica) se caracteriza por una neumonía aguda, recurrente, con fiebre, tos, dolor pectoral e infiltrados pulmonares, o por una progresión de la tos, disnea, fatiga, y fibrosis pulmonar crónica, o por un patrón intermedio entre enfermedad pulmonar aguda y crónica, y es relativamente frecuente entre las personas expuestas a polvos orgánicos, como son los granjeros, criadores de palomas, queseros, trabajadores de la madera de secuoya y cultivadores de champiñones. El diagnóstico se basa en la historia laboral del paciente y una serie pruebas complementarias.

En la sangre de los pacientes pueden encontrarse precipitinas (anticuerpos IgG) frente a los organismos saprófitos comunes o a un extracto de material recogido del ambiente implicado. Pero, a menudo, la fuente microbiana específica del antígeno causante de un brote permanece desconocida, aunque en un caso se ha reconocido el origen fúngico a partir de los cultivos ambientales. En la literatura reciente, se ha atribuido el origen de determinados casos de alveolitis alérgicas a bioaerosoles formados a partir de mobiliario dañado por el agua y a unidades de procesamiento de aire contaminadas, y, concretamente en dos brotes, se ha reconocido una elevada prevalencia de síntomas característicos del SBS entre los trabajadores expuestos que no presentaban neumonía por hipersensibilidad.

Asma
El asma relacionada con los edificios, se caracteriza por molestias consistentes en dolor de pecho, estornudos, tos y disnea. Los síntomas pueden hacer su aparición al cabo de una hora de iniciarse la exposición, o presentarse con un retraso de 4 a 12 horas, o ambas cosas a la vez. El diagnóstico lo hace el médico sobre la base de la historia del paciente, los síntomas, la reversibilidad de la restricción del flujo de aire respiratorio o la obtención de una restricción del flujo de aire frente a las pruebas de provocación con dosis bajas de metacolina o histamina. Los pacientes afectados no deberían permanecer en el ambiente contaminado y se les debería prescribir una medicación adecuada. Existe poca documentación sobre el asma relacionada con los edificios, pero en algunos casos se ha asociado con el uso de humidificadores, y en concreto con el empleo de biocidas utilizados en estos sistemas, así como con la utilización de nebulizadores caseros.

Rinitis alérgica
La rinitis alérgica se diagnostica a partir de la historia del paciente, el examen físico, investigación de eosinófilos en moco nasal, «prick test» cutáneos con aero-alérgenos, y niveles elevados de IgE total. Probablemente, la rinitis alérgica sea un trastorno frecuente que permanece enmascarado por las alteraciones debidas al SBS.

Fiebre de los humidificadores
La fiebre de los humidificadores se caracteriza por fiebre, escalofríos, dolores musculares y malestar general, pero no se presentan síntomas y signos pulmonares conspicuos. Estos síntomas aparecen a las 4-8 horas de iniciada la exposición y remiten dentro de las 24, sin efectos posteriores.

Enfermedades contagiosas

Legionelosis
La enfermedad de los legionarios es una neumonía que se reconoció por primera vez en una epidemia de 182 casos ocurrida en un hotel de Philadelphia en 1976, causada por la bacteria Legionella, ampliamente difundida en la naturaleza. A partir de aquel momento, los casos epidémicos y endémicos se han asociado con los edificios y en concreto con los aerosoles generados en las torres de refrigeración, condensadores de evaporación, bañeras con chorros de agua a presión, y cabezales de ducha. El tiempo de incubación de esta bacteria hasta producir la neumonía es de cinco o seis días, pero sólo una proporción reducida de la población expuesta desarrolla la enfermedad sintomática, que, además, puede afectar el tracto intestinal, riñones y sistema nervioso central.


Fiebre de Pontiac
Pero la Legionella se asocia también con otra enfermedad relacionada con los edificios, es la llamada fiebre de Pontiac, descrita por primera vez en un brote epidémico de 144 casos ocurrido en un departamento sanitario de Michigan en 1968. La proporción de afectados fue casi del 100%, y el tiempo promedio de incubación, de 36 horas. Los síntomas característicos de la fiebre de Pontiac son: fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y mialgias. Los brotes de fiebre de Pontiac, se han asociado con la contaminación de sistemas de aire acondicionado, bañeras con chorros a presión, condensadores de turbina de vapor, y refrigerantes industriales. El porqué de la existencia de dos síndromes distintos causados por un mismo germen permanece actualmente desconocido.


Fiebre Q y otras enfermedades
En determinados edificios especializados, como hospitales y laboratorios de investigación, ocasionalmente aparecen infecciones como epidemias asociadas a edificios, como es el caso de la fiebre Q, causada por la rickettsia (un tipo de microorganismo) Coxiella burnetti, que ha sido diseminada a través de los sistemas de ventilación de edificios que alojaban cabras, carneros o ganado infectado, o de edificios en los que se cultivaba este microorganismo. De forma similar se pueden producir casos de ántrax por la dispersión, y posterior inhalación, de esporas de Bacillus anthracis a partir de productos animales contaminados. La importancia de la transmisión aérea de las enfermedades ha sido confirmada en la aparición de determinados brotes de tuberculosis, enfermedad pustulosa de los pollos, sarampión y viruela, y de modo concreto se ha comprobado la transmisión del sarampión por aerosoles transportados a través de los sistemas de ventilación.


Existen suficientes indicios de que en áreas de oficinas, laboratorios, almacenaje y servicios generales coexisten sustancias capaces de alterar sus propiedades físico-químicas y proveer las condiciones necesarias para el desarrollo y crecimiento de microorganismos que alteran las propiedades biológicas del aire lo cual puede originar efectos nocivos sobre la salud de las personas y sobre los materiales dependiendo de la concentración y permanencia de estas sustancias en el ambiente.


Determinación de bioaerosoles en el ambiente laboral

Uno de los métodos para la determinación de bioaerosoles consiste en la captación  de la muestras haciendo pasar una corriente de aire sobre una placa de Petri con un medio de cultivo específico. Este método se conoce como colección por impacto. Se utilizan medios de cultivo diferentes para la determinación de bacterias, mohos y levaduras.
El método de conteo consiste en determinar el número de colonias que se han formado después de la incubación de las placas durante 48 horas a 37º C para bacterias y cinco (5) días para mohos y levaduras. La concentración de microorganismos en el aire se  expresa en unidades formadoras de colonias (UFC/m3).

En la siguiente imágen se muestra el equipo de captación de muestras (impactador de Andersen, medios de cultivo, mangueras, trípode y bombas de vacío)



Medidas preventivas
El control de la contaminación microbiológica en ambientes interiores se puede conseguir con un buen diseño de los sistemas y un eficaz programa de mantenimiento de las instalaciones. El método más directo para limitar el desarrollo de microorganismos es restringir la disponibilidad tanto de nutrientes como de agua.
Las medidas preventivas que a continuación se indican representan un sumario de las que aparecen en la literatura especializada:

  • Ubicar la toma de aire exterior de modo que se impida la reentrada de los aerosoles producidos en las torres de refrigeración
  • Es conveniente mantener el edificio a ligera presión positiva para minimizar la infiltración del aire por lugares no controlados (puertas, ventanas, etc.).
  • Prevenir la acumulación de agua estancada bajo los sistemas de refrigeración, implantando un sistema de drenaje continuo.
  • Reparar de inmediato cualquier fuga de agua tanto dentro del sistema de ventilación/climatización como en el resto del edificio.
  • Mantener la humedad relativa del aire por debajo del 70% en los espacios ocupados y en los plenos de baja velocidad de aire.
  • Establecer programas de mantenimiento que contemplen la inspección, la limpieza y la desinfección de los diversos componentes del sistema, registrando las operaciones que se realicen y su periodicidad, prestando especial atención a los humidificadores y torres de refrigeración.
  • Drenar y limpiar los humidificadores a intervalos de dos a cuatro meses, realizando aclarados con desinfectantes suaves. Es recomendable utilizar agentes descalcificantes del agua.
  • Seleccionar biocidas y anticorrosivos que sean compatibles entre ellos y con los materiales de construcción de los diferentes elementos.
  • Establecer programas de control periódico, mediante la realización de cultivos microbiológicos, en diferentes puntos del sistema (torres de refrigeración, condensadores por evaporación, unidades de climatización, humidificadores, etc.).


Bibliografía

NTP 313: Calidad del aire interior: riesgos microbiológicos en los sistemas de ventilación/climatización
NTP 288: Síndrome del edificio enfermo: enfermedades relacionadas y papel de los bioaerosoles



domingo, 28 de julio de 2019

Calidad del ambiente interno (CAI). Síndrome del Edificio Enfermo





Calidad del ambiente interno (CAI). Síndrome del Edificio Enfermo

Actualmente no cabe duda de la importancia de la calidad del aire interior como consecuencia de la permanencia, cada vez mayor, de la población en ambientes cerrados, ya sea por motivos laborales, sanitarios o de ocio. En el caso concreto de los edificios de oficinas, el aire interior puede estar contaminado, además de por la contaminación procedente del exterior, por la presencia de microorganismos y otros contaminantes de origen biológico, y por los contaminantes químicos procedentes de los materiales de construcción y decoración, del empleo de productos de consumo (por ejemplo, productos de limpieza y desinfección, odorizadores, plaguicidas, pinturas, adhesivos, etc.), de los procesos de combustión (por ejemplo en cocinas y calderas de calefacción), y de la utilización creciente de equipos y materiales de oficina en estos ambientes

En los ambientes internos (ambientes donde se controlan ciertas condiciones por equipos de climatización) los trabajadores están expuestos a estos diversos factores de riesgo químico, físico, microbiológico, disergonómico y psicosocial.

Se define como Calidad de Ambiente Interior al conjunto de condiciones ambientales existentes en un recinto cerrado, instalación y/o edificación. Este concepto es exclusivamente aplicable a edificios de oficinas excluyendo otro tipo de instalaciones. Cualquier condición ambiental que rodee un puesto de trabajo es susceptible de ocasionar problemas más o menos graves a los trabajadores de un determinado lugar de trabajo. Los principales factores ambientales que influyen en la calidad del entorno laboral son:

• El ambiente térmico.
• La calidad del aire.
• El ruido y las vibraciones ambientales.
• La iluminación del puesto de trabajo.

En la siguiente imagen se puede observar los diversos factores que determinan la calidad del ambiente interno. Todos ellos pueden verse influidos por factores externos e internos.




Ambiente térmico/confort térmico
El ambiente térmico es un factor ambiental que comprende diversas variables (temperatura, humedad, velocidad del aire, actividad física, etc.) que pueden provocar una gran diversidad de sensaciones térmicas en los trabajadores. Es un factor subjetivo, por lo que suele ser muy complicado encontrar un punto de confort térmico común para todos los trabajadores que comparten un lugar de trabajo.

En la siguiente imagen se puede observar los diversos factores que determinan el ambiente térmico.



Se pueden realizar auditorías de Calidad del Ambiente Interior. Las mismas tienen como objeto controlar la exposición de las personas que se produce dentro de los edificios a los contaminantes químicos, microbiológicos y condiciones físicas que pongan en riesgo nuestra salud y confort. Adicionalmente, obliga a un estudio de los sistemas de climatización, que en muchos casos actúan como amplificadores de la contaminación exterior.

Confort acústico
El ruido y las vibraciones son factores ambientales físicos presentes en las oficinas. Es poco habitual que el ruido se produzca a niveles que puedan producir daños auditivos, si bien puede resultar muy molesto y dificultar la concentración, la atención en el trabajo y las conversaciones. Aparte de la intensidad sonora y de la frecuencia, la apreciación del ruido va a depender de las características individuales y de la complejidad de la tarea. Respecto a las vibraciones, es uno de los factores menos estudiados y en ocasiones puede resultar complicado identificar su procedencia

Confort visual
La iluminación, aunque aparentemente es un factor fácil de identificar y de valorar, tiene una gran complejidad, especialmente para conseguir una adecuada intervención en caso de que no estén correctamente diseñados los lugares y puestos de trabajo. Todos estos factores de riesgo ambiental en su conjunto, o a veces por separado, pueden generar molestias importantes a los trabajadores e incluso afecciones graves para su salud. Por ello, es muy importante encontrar la armonía entre todos ellos para alcanzar una Calidad del Ambiente Interior saludable y confortable.

Calidad de aire
El grado de contaminación presente en ambientes interiores es la causa de muchos de los múltiples problemas de variada naturaleza que pueden abarcar desde una simple fatiga o incomodidad, hasta síntomas compatibles con alergias, enfermedades respiratorias, infecciones y cáncer, entre otras. Existen instituciones como la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA) y la Agencia Federal de Salud e Higiene Ocupacional (OSHA) que tienen en su haber métodos estándares para el muestreo y monitoreo de factores de riesgo dentro de las instalaciones que puedan afectar la salud de los operarios y empleados en general dedicadas a aspectos relacionados a la salud e higiene industriales en ambientes ocupacionales e instituciones.  

Según estimaciones de la Agencia de Protección Ambiental estadounidense los niveles de contaminación en ambientes cerrados pueden llegar a ser de 10 a 100 veces más elevados que las concentraciones exteriores, lo cual aunado a las condiciones operativas no adecuadas de sistemas de ventilación y recirculación de aire, refrigeración y/o calefacción, hacen prever un problema potencial de la calidad del aire dentro de dichos espacios.

La mayoría de edificios industriales, comerciales y de oficinas, cualquiera que sea su tamaño, disponen de sistemas mecánicos de suministro de aire fresco el cual puede ser filtrado, calentado o enfriado y en ocasiones humidificado. En estos equipos se pueden dar las condiciones idóneas para el crecimiento y dispersión de los microorganismos o agentes biológicos. Los microorganismos son transportados por el agua destinada a la humidificación, por el agua de la red general de la ciudad (este agua es potable, pero eso no implica que sea estéril), o por el agua proveniente de pozos. También son transportados por el aire exterior que contiene polen, esporas fúngicas, bacterias, o por el aire reciclado que aporta los aerosoles generados por las personas que ocupan los edificios.

Si las condiciones son favorables a su desarrollo, es decir, disponen de elementos nutritivos y el pH y la temperatura son los adecuados, los microorganismos proliferan, produciendo desechos que pueden ser utilizados como substrato por otros agentes biológicos, permitiendo así el asentamiento de nuevas especies. La naturaleza del sistema de ventilación/climatización juega un papel preponderante en el riesgo de proliferación microbiológica, en su transferencia al ambiente y en su inhalación por parte de las personas expuestas.

Calidad de aire: VOC (compuestos orgánicos volátiles)

En ambientes exteriores e interiores los vapores y contaminantes gaseosos orgánicos (VOC Volatile Organic Compounds) e inorgánicos aparecen en diferentes concentraciones disueltos en el aire siendo los más habituales el O3, NOX, SO2, CO y CO2. Los efectos de estos gases más frecuentes sobre la salud son problemas respiratorios, asma, reducción de la función pulmonar y otras enfermedades pulmonares, el aumento de la propensión a contraer infecciones del sistema respiratorio así como irritación ocular, mareos y falta de concentración.
Gran parte de los materiales de construcción utilizados en un edificio, así como el mobiliario, accesorios y elementos de decoración y acondicionamiento, pueden emitir productos químicos que en determinadas condiciones pueden afectar a la salud y el bienestar de sus ocupantes.
Los equipos de oficina pueden ser fuentes potenciales de contaminantes químicos, pudiendo emitir principalmente compuestos orgánicos volátiles (COV), compuestos orgánicos semivolátiles (COSV), ozono y partículas de diversa naturaleza. Las emisiones de estos equipos van a depender fundamentalmente del modelo del equipo, del modo de funcionamiento (incluyendo el número de páginas por minuto impresas en el caso de las fotocopiadoras y de las impresoras), de los materiales empleados en su fabricación (componentes plásticos, placas de circuito impreso, retardantes de llama, etc.) y utilización (tóner, papel), y de su estado de mantenimiento. Por otro lado, el riesgo de exposición de los trabajadores dependerá principalmente del nivel de ventilación (esto es, de la renovación del aire del local), de la frecuencia de uso de los equipos y de su proximidad a los mismos.
En la siguiente tabla se muestran los compuestos orgánicos volátiles emitidos por las impresoras, fotocopiadoras y computadoras


Entre los COV más frecuentes emitidos por estos equipos destacan: hidrocarburos aromáticos (benceno, etilbenceno, clorobenceno, tolueno, estireno, xilenos y otros derivados del benceno), hidrocarburos alifáticos (dodecano, hexadecano), hidrocarburos clorados (tricloroetileno, tetracloroetileno) y aldehídos como el formaldehído. Los COV emitidos suelen proceder principalmente de la descomposición de los componentes del tóner cuando éste es sometido a elevadas temperaturas durante el proceso de impresión, y varían en función de su composición. No obstante, también existen otras fuentes, como el papel empleado, las placas de circuito impreso, los materiales utilizados para la fabricación de los componentes plásticos y los disolventes con los que se efectúa su limpieza, los cuales pueden estar integrados en el equipo.
En cuanto a las impresoras de inyección de tinta, la emisión de COV, procedentes principalmente de los solventes de la tinta, es considerablemente inferior a la de las fotocopiadoras y las impresoras láser, lo cual puede ser debido a que la temperatura de funcionamiento es mayor en éstas últimas, ya que el tóner requiere temperaturas más elevadas para que tenga lugar la fusión, lo cual favorece y aumenta la volatilización de estos compuestos. Las mayores emisiones han sido obtenidas para tolueno, benceno, etilbenceno, benzaldehído, o-xileno, estireno, hexadecano y acetofenona. En el caso de los ordenadores, las emisiones de COV suelen ser inferiores a las de los equipos anteriormente indicados, destacando fenol, tolueno, 2-etil-1-hexanol, formaldehído y xilenos. En términos generales, la liberación de COV por los equipos de oficina puede generar molestias olfativas y está asociada a una serie de síntomas inespecíficos y típicos del Síndrome del Edificio Enfermo, tales como cefaleas, náuseas, malestar general e irritaciones dérmicas, oculares y del tracto respiratorio superior.

Calidad de aire: Partículas
En los ambientes interiores se puede encontrar material particulado debido a la contaminación atmosférica... Se trata de una mezcla de partículas sólidas de sustancias orgánicas e inorgánicas, de muy pequeño tamaño (micras) que se encuentran dispersas en la atmósfera. El material particulado afectan a más personas que cualquier otro contaminante y sus principales componentes son los Sulfatos, Nitratos, Amoníaco, Sulfatos, Nitratos, Carbón y polvo de minerales. Se clasifican en función de su diámetro aerodinámico:

  • PM: Partículas con un diámetro aerodinámico inferior a 10 μm.
  • PM: Partículas con un diámetro aerodinámico inferior a 2,5 μm.

Estas últimas suponen mayor peligro porque, al inhalarlas, pueden alcanzar las zonas periféricas de los bronquiolos y alterar el intercambio pulmonar de gases. La exposición crónica a las partículas aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias, cáncer de pulmón y enfermedades del sistema reproductor. En los países en desarrollo, la exposición a los contaminantes derivados de la combustión de  combustibles sólidos, aumenta el riesgo de infección aguda en las vías respiratorias inferiores, también pueden ser un importante factor de riesgo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y cáncer de pulmón entre los adultos.


Calidad de aire: Bioaerosoles

Agentes biológicos
Para producir una enfermedad, un agente biológico debe estar presente en un ambiente (reservorio), llegar a ser abundante (amplificación) y pasar al aire en estado infectivo (diseminación). El reservorio, amplificador y diseminador para los parásitos obligados, es el huésped (personas o animales infectados). El agente se mantiene a nivel subclínico en un huésped en el que no se manifiesta la enfermedad. El paso a otro huésped más susceptible puede desencadenar el incremento en número del agente, produciéndose entonces la enfermedad. Su posterior diseminación ocurre con el paso de los aerosoles generados con el habla, la tos o los estornudos al ambiente, donde deberá encontrar un nuevo huésped o morirá. Los reservorios de los parásitos oportunistas son aquellos lugares que contienen suficientes nutrientes para mantener los microorganismos tanto en sus formas vegetativas como en sus formas resistentes (esporas).

La proliferación de estos agentes tiene lugar cuando las condiciones pasan a ser las adecuadas para su libre desarrollo, por ejemplo un aumento de los nutrientes, una variación en la temperatura o en el pH del medio, etc. Normalmente la diseminación requiere de alguna acción que altere los reservorios, por ejemplo el flujo de aire, la pulverización del agua o la limpieza de los mismos.

El hecho de que aparezca una enfermedad dependerá de varios factores, entre los que destacan la virulencia del agente biológico, la cual está genéticamente controlada, y la inmunidad de la persona. La virulencia está asociada a la especie y pueden existir diferentes grados de virulencia entre cepas de una misma especie. Por ejemplo, la inhalación de un bacilo de la tuberculosis puede desencadenar la enfermedad, mientras que en otras especies, para que la enfermedad aparezca, se requiere que el agente alcance una concentración elevada. El sistema inmunitario, por su parte, constituye un auténtico mecanismo de defensa frente a las enfermedades causadas por los agentes biológicos. Pero es en las personas con enfermedades de los sistemas inmunes o sometidos a tratamientos inmunosupresores, en las que se manifiestan enfermedades provocadas por agentes biológicos que en personas sanas no aparecerían.

Se distinguen dos tipos fundamentales de patología causada por agentes biológicos relacionadas con los sistemas de ventilación/climatización:

·    Manifestaciones de tipo alérgico que comprenden asma, rinitis, conjuntivitis, neumonías hipersensitivas, fiebre de los humidificadores o fiebre del lunes. Dichas afectaciones han sido atribuidas a diversos microorganismos entre los que se pueden destacar las bacterias filamentosas (Thermoactinomyces vulgaris, Micropolyspora faeni); los bacilos Gram negativo (Pseudomonas, Klebsiella, Enterobacter, Escherichia coli); los hongos (Penicifflum, Aspergillus, Altemaria) y los protozoos (Naegleria gruberi, Acanthoameba).

·    Enfermedades infecciosas, siendo las más representativas la Enfermedad del Legionario y la Fiebre de Pontiac. El agente causal de ambas enfermedades es una bacteria (Legionella pneumophila) y su diferencia a grandes rasgos estriba en que la primera es una neuropatía aguda y en ocasiones mortal mientras que la segunda, más benigna, se caracteriza por un síndrome pseudogripal. No se conoce por qué esta bacteria causa dos enfermedades con cuadros clínicos diferentes, aunque se especula con la teoría de que la fiebre de Pontiac es una reacción hipersensitiva a las amebas infectadas por Legionella pneumophila.

En la siguiente tabla se muestran las fuentes de algunos microorganismos



El síndrome del edificio enfermo
Existe toda una serie de trastornos que, a la vez, hacen referencia a diversos síntomas y a las condiciones de los edificios, y se relacionan con la irritación de las membranas mucosas, dolor de cabeza, y fatiga por causas desconocidas; conjunto de síntomas que actualmente se denomina «síndrome del edificio enfermo» (SBS, del inglés «sick building syndrome»). En los individuos que presentan este grupo de síntomas, no suelen encontrarse asociados con signos físicos y/o la positividad de determinadas pruebas de laboratorio. Otra cuestión de naturaleza distinta son las enfermedades relacionadas con los edificios, que son menos frecuentes, pero a menudo más graves, y van frecuentemente acompañadas de signos físicos y hallazgos de laboratorio. Las enfermedades relacionadas con los edificios incluyen: enfermedades por hipersensibilidad (como la neumonía por hipersensibilidad, la fiebre del humidificador, el asma y la rinitis alérgica), infecciones (como la legionelosis), unas y otras asociadas con la exposición a bioaerosoles y que se comentan más adelante, y síndromes tóxicos que, pueden estar asociados con la exposición a agentes químicos o físicos.


La irritación de las membranas mucosas de los ojos, nariz y garganta son frecuentes en los trabajadores de las oficinas. Los síntomas oculares incluyen escozor, enrojecimiento e irritación, lo que provoca, por ejemplo, que los individuos implicados no pueden utilizar lentes de contacto. Los síntomas nasales incluyen congestión, escozor y abundante secreción nasal, mientras que los que hacen referencia a la garganta incluyen sensación de sequedad.
Las causas específicas del SBS permanecen desconocidas, si bien se acepta que es consecuencia de la insuficiente entrada de aire fresco en el ambiente cerrado. Pero es preciso señalar que existen pocas pruebas acerca de la validez de esta hipótesis y los trastornos no siempre se correlacionan con el grado de ventilación. Los estudios realizados en Europa sugieren que el SBS está asociado con los sistemas mecánicos de ventilación que utilizan humidificadores y refrigerantes. La percepción de los síntomas relacionados con el trabajo también depende de la categoría laboral y el sexo. Las actividades de los ocupantes y el mobiliario pueden afectar la calidad del aire interior y la incidencia de trastornos. Concretamente, el área de las superficies con materiales lanosos, superficies empapeladas y la cantidad y proporción alergénica de polvo del suelo se han relacionado con la incidencia de trastornos. El origen de una deficiente calidad del aire interior puede ser diferente para distintos edificios, pudiendo ser en ocasiones el propio sistema de ventilación.

Los bioaerosoles no se han asociado de forma concluyente con el SBS, pero se han publicado trabajos en los que se sugiere que las correlaciones entre el SBS y los procesos de enfriamiento y humidificación eran debidas a la contaminación microbiana, y en otros se asocia el SBS con el desarrollo de hongos poco frecuentes. De cara al futuro, la relación entre el SBS y los bioaerosoles se centrará en las endotoxinas, micotoxinas y otros productos microbianos, porque, teóricamente, sus efectos no dependerían de la sensibilización inmunológica, y serían de una duración lo suficientemente corta como para explicar los trastornos que desaparecen cuando los ocupantes dejan el edificio.
En resumen, la existencia de una sola causa que explique el SBS es improbable, y hay que tener presentes muchas hipótesis al determinar la causa de los trastornos en un edificio en particular, incluyendo las proporciones de ventilación, su tipo y mantenimiento, el desprendimiento de gases del mobiliario y la expansión de múltiples irritantes de las actividades de los ocupantes, la contaminación microbiana, etc.

Los programas de mantenimiento, limpieza y desinfección del edificio o de cual­quiera de sus áreas de trabajo inadecuados podrá ser un factor de riesgo que ori­gine deficiencias en la CAI. Por ejemplo: si el mantenimiento del sistema de climatización no es correcto, pue­den proliferar diversos agentes biológicos que pueden pasar al ambiente, pues se puede acumular agua estancada en el sistema de ventilación, en humidificadores y en torres de refrigeración.
En la siguiente tabla se muestran los síntomas más frecuentes originados en edificios enfermos.

Ventilación.

La calidad del aire en el lugar de trabajo es esencial para sentirnos confortables en un puesto de trabajo. Sobre ella pueden influir varios factores, principalmente de origen químico y/o biológico, jugando un papel importantísimo la ventilación. El factor ambiente térmico también puede influir en la calidad del aire (por ejemplo, un aumento de la temperatura puede favorecer la volatilidad de ciertos compuestos químicos o la proliferación de determinados mohos y bacterias). La gran complejidad para valorar los problemas derivados de una mala calidad del aire surge de la dificultad de identificar las fuentes del problema, la inespecificidad de los síntomas y la frecuente multicausalidad.

La ventilación natural es la que tiene lugar a través de las ventanas, puertas e incluso las rendijas y grietas del edificio, y ocurre gracias a las diferencias de pre­sión o de temperatura entre el interior y el exterior de los edificios. La ventilación mecánica o forzada requiere un sistema de conductos que transporte el aire de ventilación hasta los recintos a ventilar y ventiladores que lo impulsen a través de los mismos.
Tanto la ventilación natural como la mecánica, además de proporcionar oxígeno y diluir los contaminantes, pueden ayudar a modificar las condiciones termo higrométricas de un local. En el caso de la ventilación mecánica, para suministrar aire tratado, limpio y con una temperatura y humedad determinadas, normal­mente se utiliza un mismo sistema, el sistema de ventilación-climatización. Un sistema de ventilación o de ventilación-climatización requiere un mantenimiento continuo (motores, cambio y limpieza de filtros, control de la bacteria Legionella en las torres de refrigeración, etc.), ya que de lo contrario puede ser origen de múltiples problemas: ruido, vibraciones, diseminación de contaminantes por reba­samiento de los filtros, legionelosis, etc.

Teniendo en cuenta la mayor capacidad de renovación del aire, la ventilación me­cánica ha ganado terreno en detrimento de la ventilación natural. Aunque, lo ideal es disponer de ventilación tanto mecánica como natural. En la mayor parte de los edificios existe un sistema de ventilación/climatización mecánico.
Existen diferentes tipos de ventilación mecánica:
• Ventilación mecánica controlada. Se realiza mediante extracción de aire. El sis­tema necesita un ventilador, rejillas de entrada y salida del aire y en ocasiones una red de conductos de aire. La principal ventaja es que la inversión no es muy costosa. Sus principales inconvenientes son que no se controlan las condicio­nes termo higrométricas, que requiere un mantenimiento, que el equipo hace ruido y que además es sensible a la apertura de ventanas.
• Ventilación mecánica regulada higrométricamente. En este caso la regulación se realiza mediante la humedad relativa. Tiene la ventaja de que la ventilación se va a regular en función de los cambios de humedad que se produzcan en el interior, por ejemplo en función del grado de ocupación. Su principal desventaja es que el sistema es más costoso y requiere un mantenimiento superior al del anterior sistema.
• Ventilación controlada de doble flujo. Su principal ventaja es que reduce las pérdidas energéticas entre un 8% y un 12%. Su mantenimiento es más costoso y la inversión es superior.
Habitualmente, los sistemas de ventilación suelen formar parte de una instalación más general denominada sistemas de climatización. Los sistemas de climatización más habituales son:
• Los sistemas de caudal constante: En este caso la climatización del local posee una carga térmica constante. Esto quiere decir que se utiliza un control de la temperatura variable del aire, permite que todo el caudal de aire sea calentado o enfriado en un climatizador.
• Los sistemas de caudal variable: En este caso se regula las condiciones térmi­cas manteniendo la temperatura constante y variando el caudal de aire frío que se introduce.
Por otra parte, en un edificio se puede disponer de ventilación/climatización ge­neral o bien de sistemas autónomos en cada zona de trabajo. También puede darse el caso que en una misma zona de trabajo se dispongan de ambos.

Ventilación y/o Climatización general del edificio Actualmente en edificios modernos de oficinas, es el sistema de ventilación/climatización más común. Para que un sistema de ventilación general sea eficaz debe reunir las siguientes características:
   El caudal de aire que se aporta debe ser suficiente para conseguir unas características del aire satisfactorias, en función de la generación de los contaminantes interiores.
   El caudal de aire extraído se debe suplir, al menos, con el aire administrado. Se debe cumplir el principio de la conservación de las masas.
   Se debe conocer el recorrido que realice el aire. Las entradas y salidas deben adecuarse para que el aire limpio recorra el recinto.
    El aire extraído no debe volverse a incorporar en el local o en la zona. Para ello es importante conocer el emplazamiento de las tomas de aire, que deben estar situadas en un entorno protegido, y lo más limpio posible y alejadas de otros focos contaminantes.
    En cuanto a las tomas de aire exterior, la Norma UNE-EN 13779:2008 “Ventilación en edificios no residenciales. Requisitos de prestaciones de sistemas de ventilación y acondicionamiento de recintos” establece, entre otras, las siguientes recomen-daciones: • Se debe observar que están suficientemente alejadas de la zona de almacena-miento/recogida de basura, de estacionamiento de coches, de zonas de carga, etc.
     Las tomas de aire no deben situarse en las direcciones dominantes del viento de los sistemas de refrigeración por evaporación.
    No es conveniente que se encuentren en la fachada y menos si esta se ubica en una zona transitada. Cuanta más alta esté, mejor será la calidad del aire de entrada.
  Se deben situar alejadas de la evacuación del aire de expulsión o de otros posibles contaminantes (alejada, por ejemplo, de salidas de humos de las cocinas).
      Las tomas de aire no se deben situar a ras del suelo. Entre la parte inferior de la toma de aire y el suelo se recomienda al menos una distancia superior o igual a 1,5 veces el espesor máximo previsible de nieve. Esta recomendación también se hace extensible a las tomas que se sitúen en el tejado o cubiertas.
     La abertura debe estar protegida para que en verano el sol no caliente el aire excesivamente y que en invierno no entre agua de lluvia, niebla, nieve, etc.

También habría que tener en cuenta los siguientes aspectos sobre las salidas de aire extraído:
• La abertura de descarga se situará a una distancia superior o igual a 8 metros de otros edificios y como mínimo a 2 metros de las tomas de aire. Se recomienda que la toma de aire se sitúe por debajo de la salida del aire extraído.
• El caudal de aire debe ser inferior o igual a 0,5 m3/s y la velocidad de aire supe­rior o igual a 5 m/s.
• Esta extracción se debe realizar en la parte más alta del tejado y la descarga debe realizarse hacia arriba.
• Al igual que con las tomas de aire exterior, en este caso se tienen que tener en cuenta las inclemencias del tiempo, y debe superar 1,5 veces el máximo espe­sor de nieve previsto anualmente.
El principal inconveniente de este tipo de ventilación/climatización es la dificultad en la regulación en función de las necesidades de cada zona. Las necesidades termo higrométricas en cada zona pueden ser diferentes, debido a las distintas orien­taciones respecto a las ventanas, a la existencia de edificios en frente, al grado de ocupación; esto origina que sea difícil ajustar adecuadamente un sistema de ventilación/climatización general.


Medidas preventivas
La mera presencia de microorganismos no es un indicador de enfermedades potenciales, y dado que por el momento no están establecidos criterios de valoración cuantitativos para agentes biológicos, lo más recomendable será mantener sus niveles lo más bajo posible, tanto por lo que respecta a los focos de contaminación como al aire interior.
El control de la contaminación microbiológica en ambientes interiores se puede conseguir con un buen diseño de los sistemas y un eficaz programa de mantenimiento de las instalaciones. El método más directo para limitar el desarrollo de microorganismos es restringir la disponibilidad tanto de nutrientes como de agua.
Las medidas preventivas que a continuación se indican representan un sumario de las que aparecen en la literatura especializada:
  • Ubicar las tomas de aire exterior de modo que se impida la reentrada de los aerosoles producidos en las torres de refrigeración.
  • Es conveniente mantener el edificio a ligera presión positiva para minimizar la infiltración del aire por lugares no controlados (puertas, ventanas, etc.).
  • Suministrar suficiente aire fresco de ventilación cumpliendo con los estándares o recomendaciones técnicas relativas al tema.
  • Disponer de accesos adecuados a los diferentes componentes del sistema para su inspección, reparación y limpieza.
  • Colocar filtros adecuados para el control de la entrada de materia particulada. Es recomendable: usar prefiltros y filtros que tengan eficacias de retención superiores al 80%; cambiar los filtros a intervalos regulares de tiempo y cuando sea necesario instalar filtros tras los intercambiadores de calor.
  • Prevenir la acumulación de agua estancada bajo los sistemas de refrigeración, implantando un sistema de drenaje continuo.
  • Reparar de inmediato cualquier fuga de agua tanto dentro del sistema de ventilación/climatización como en el resto del edificio.
  • Seleccionar humidificadores que utilicen vapor de agua como fuente de humedad en lugar de los que utilizan agua reciclada. Dentro de los humidificadores de vapor son preferibles los de vapor seco.
  • Mantener la humedad relativa del aire por debajo del 70% en los espacios ocupados y en los plenos de baja velocidad de aire.
  • Establecer programas de mantenimiento que contemplen la inspección, la limpieza y la desinfección de los diversos componentes del sistema, registrando las operaciones que se realicen y su periodicidad, prestando especial atención a los humidificadores y torres de refrigeración: Drenar y limpiar los humidificadores a intervalos de dos a cuatro meses, realizando aclarados con desinfectantes suaves. Es recomendable utilizar agentes descalcificantes del agua.
  • Mantener, al menos, un 10% de agua circulante en los depósitos, para eliminar el exceso de impurezas y minimizar la acumulación de incrustaciones.
  • Seleccionar biocidas y anticorrosivos que sean compatibles entre ellos y con los materiales de construcción de los diferentes elementos. El tratamiento continuo del agua con estos productos no es recomendable ya que pueden incorporarse al flujo de aire y afectar a los ocupantes del edificio.
  • Durante las operaciones de mantenimiento y limpieza del sistema es recomendable utilizar equipos de protección personal al entrar en espacios confinados, por ejemplo protectores de las vías respiratorias con filtros para materia particulada de alta eficacia y ropa de trabajo.
  • Establecer programas de control periódico, mediante la realización de cultivos microbiológicos, en diferentes puntos del sistema (torres de refrigeración, condensadores por evaporación, unidades de climatización, humidificadores, etc.)


Bibliografía
4. NTP 313: Calidad del aire interior: riesgos microbiológicos en los sistemas de ventilación/climatización

5. NTP 288: Síndrome del edificio enfermo: enfermedades relacionadas y papel de los bioaerosoles



lunes, 22 de julio de 2019

Fibras de asbestos Exposición ocupacional





Fibras de asbestos
Exposición ocupacional

La exposición ocupacional a partículas suspendidas en el aire es muy corriente y suele entrañar riesgos para la salud humana.

La impresión visual de estas partículas puede a menudo ser engañosa; en efecto, las finas partículas causantes de muchas enfermedades pulmonares profesionales son menos perceptibles que el polvo espeso, que puede ser sólo una molestia. De igual manera, hay nubes de polvo con la misma apariencia, que pueden tener distintos efectos en la salud según la toxicidad de sus componentes.

El análisis cualitativo puede revelar que un polvo aparentemente inerte contiene cantidades mínimas de una sustancia tóxica. Además, algunas partículas en suspensión consideradas como inertes o como simples “molestias” pueden llegar a producir alguna actividad biológica cuando permanecen durante muchos años en el pulmón humano.

El comportamiento de las partículas en el aire y en el cuerpo humano depende de las propiedades físicas y químicas que éstas tengan. El tamaño, la densidad y la forma de las partículas son de máxima importancia como factores que influyen, no sólo en la velocidad de sedimentación, y por consiguiente, en el tiempo de permanencia en el aire, sino también su penetración y acumulación en el sistema respiratorio. Los efectos nocivos de las partículas, cuando los hay, depende también de la composición química, mineralógica, así como de la solubilidad y la actividad biológica de éstas.

En general, se considera el tamaño de las partículas como la característica física más importante del material en suspensión. Para el higienista ocupacional, las partículas de mayor interés están limitadas a aquellas que tienen un diámetro aerodinámico inferior a las 10 micras. Éstas se cuantifican por medio de la utilización de equipos (ciclones) que separan las partículas totales de las partículas con un diámetro inferior a 10 micras.

El comportamiento de los orgánicos en el aire y en el cuerpo humano depende de las propiedades químicas que éstos tengan. Los efectos nocivos de los orgánicos, cuando los hay, depende también de la composición, la solubilidad y la actividad biológica de éstos.

Otro de los aspectos a evaluar lo constituyen las fibras ya sean sintéticas o minerales como son las fibras de asbestos, las cuales tienen una incidencia importante en el desarrollo de cáncer y enfermedades pulmonares.

La vía de penetración de las fibras de asbesto al organismo es la vía respiratoria donde puede originar cáncer de laringe y de pulmón, así como mesotelioma de la pleura y del peritoneo. En la siguiente figura se muestra las vías de penetración al organismo.

 


En la siguiente figura se muestra la microfotografía de un mesotelioma de pulmón, donde se puede observar una fibra de asbesto.


Para la determinación de fibras de asbesto se utiliza una bomba de alto caudal, trípode, manguera conectora, portafiltro y un filtro de 0,45 µ de diámetro de poro de ésteres de celulosa. Una de las técnicas de análisis es por microscopia por contraste de fases y la concentración ambiental permisible es de 0,1 fibras/cm3 (Covenin, OSHA y NIOSH)





viernes, 19 de julio de 2019

Riesgo químico. Exposición ocupacional a compuestos orgánicos volátiles.




Riesgo químico. Exposición ocupacional a compuestos orgánicos volátiles.

VOC (Volatile organic compounds) en el ambiente laboral

Se entiende como compuestos orgánicos a aquellos compuestos químicos de naturaleza orgánica, es decir que están constituidos por átomos de carbono. Algunos compuestos orgánicos son volátiles, es decir poseen una alta presión de vapor. Esto significa que las concentraciones del compuesto en cuestión, en su fase de vapor son elevadas. La mayoría de los solventes orgánicos usados en la industria son volátiles, de ahí radica su importancia desde el punto de vista ocupacional. Determinar la concentración del químico en fase de vapor para conocer el nivel de exposición al cual está sometido el trabajador.

Los solventes son utilizados en casi todas las industrias, debido a su capacidad de disolver pegamentos, polímeros, tintas, resinas, grasas, aceites, etc. Según su estructura química pueden ser clasificados como alifáticos, cíclicos y aromáticos y según su grupo funcional en halogenados, alcoholes, cetonas, glicoles, esteres, éteres, ácidos carboxílicos, aminas y amidas. Otra clasificación puede estar basada en su polaridad, por ello se habla de compuestos polares (hidrofílicos) y no polares (hidrofóbicos). Como es de suponer, estas clasificaciones son funcionales. Lo importante aquí, desde un punto de vista de salud ocupacional, es cómo puede verse afectada la salud de los trabajadores por la exposición a los vapores orgánicos.

Es importante mencionar que los solventes también se usan en el hogar. Los limpiadores de vidrio, limpiadores de muebles, insecticidas, fragancias y una diversidad de productos utilizan solventes en sus formulaciones. Por supuesto las formulaciones domésticas generalmente los usan a bajas concentraciones y no se usan con una alta frecuencia.

Los solventes industriales que más se usan son el tolueno, xileno, isopropanol, etanol, metanol, acetato de etilo, acetato de butilo, acetona, metil isobutil cetona (MIBK), cloruro de etileno, percloroetileno, nafta, butil cellosolve, etc. Así como mezclas de solventes como es el caso del thinner.

Las vías de penetración de los vapores orgánicos, son principalmente por la vía respiratoria, sin embargo hay que considerar la penetración por la piel. La toxicidad de los solventes orgánicos está asociada a su estructura química, a sus propiedades hidrofilicas/hidrofobicas y a sus características físico-químicas (volatilidad, punto de ebullición) las cuales condicionan su absorción en el organismo.

Los organismos poseen sistemas catabólicos o de degradación de compuestos extraños o xenobioticos. En el caso del ser humano, la degradación de los xenobioticos ocurre en el hígado a través de enzimas conocidas como oxidasas de función mixta. Los compuestos hidrofóbicos son metabolizados para formar compuestos más polares que puedan ser excretados a través de la orina.

La determinación de los compuestos o vapores orgánicos en el ambiente laboral se realiza, generalmente, a través de su adsorción en filtros de carbón activado. Se utilizan pequeñas bombas de vacío que permiten colectar un volumen de aire conocido, que se hace pasar a través de estos filtros de carbón. Una vez adsorbido los compuestos orgánicos se desorben y se analizan por distintas técnicas analíticas, siendo la más conocida la cromatografía de gases acoplada con espectrometría de masas (GC/MS).

En la siguiente imagen se puede observar el equipo usado para la determinación de vapores orgánicos en el ambiente laboral.   

Las concentraciones de estos compuestos, expresadas en partes por millón, se comparan con las concentraciones máximas permitidas (Concentración Ambiental Permitida, CAP o  Valores límite permisibles Threshold limit value TLV) en las normativas referentes a la materia con el fin de evaluar si representan un riesgo a la salud de los trabajadores.

Otra forma de analizarlos es a través de la concentración del químico o sus productos de degradación en fluidos biológicos, a estos indicadores se les conocen como índices Biológicos de Exposición (IBE). Por ejemplo, el tolueno puede ser determinado como tolueno en sangre, como orto-cresol o como ácido hipúrico en orina, que son dos derivados del metabolismo del tolueno en el organismo.

En la siguiente tabla (tomada de la norma Covenin 2253) se pueden observar los IBE de algunos solventes usados en la industria.