sábado, 21 de septiembre de 2019

La contaminación de los ríos y sus impactos en el mar y las zonas costeras.

La contaminación de los ríos y sus impactos en el mar y las zonas costeras.

Alrededor del 70%–75% de la contaminación marina global es producto de las actividades humanas que tienen lugar en la superficie terrestre. Un 90% de los contaminantes es transportado por los ríos al mar. Por otro lado, entre un 70% y 80% de la población mundial (aproximadamente 3.6 billones de personas) se ubica en las costas o cerca de ellas, especialmente en zonas urbanas, donde una parte importante de los desechos que allí se producen se deposita directamente en el océano. Como consecuencia, muchos ecosistemas críticos, algunos únicos en el mundo, tales como bosques de manglar, arrecifes coralinos, lagunas costeras y ecotonos, han sido alterados más allá de su capacidad de recuperación. 

A su vez, la modificación del cauce de los ríos que drenan al mar y la alteración del flujo del agua que escurre en dichos ríos, a causa de la construcción de represas, extracción de áridos o encauzamientos, también han afectado los ecosistemas marinos y ambientes asociados. Esto se debe a la reducción y/o al incremento de nutrientes, sedimentos y contaminantes, y a sus efectos en los patrones de movimiento y circulación de las aguas. Estas alteraciones afectan principalmente los estuarios, golfos y otros cuerpos acuosos que tienen limitado movimiento y renovación.

Las fuentes terrestres de contaminación de las franjas costeras y el mar deberían ocupar hoy una posición tan destacada en la temática ambiental como la tiene la preocupación por el cambio climático. Sin embargo, en la práctica esto aún no ocurre. La alteración y destrucción del hábitat, los efectos en la salud humana, la eutrofización, la disminución de las poblaciones de peces y otros recursos vivos, cambios en el flujo de sedimentos, son aspectos vinculados a las fuentes fijas y difusas de la contaminación producida por actividades que tienen lugar en tierra y que por el efecto de captación de agua que tienen las cuencas hidrográficas, generan efectos concentrados en las desembocaduras de los ríos en el mar y las zonas costeras aledañas. El caso más importante es el efecto de los contaminantes en las desembocaduras de los ríos Mississippi y Magdalena y en el mar Caribe. Las fuentes puntuales de contaminación en tierra representan aquellas actividades cuyos desechos son vertidos directamente a los cuerpos de agua receptores y el sitio de vertimiento es fácilmente distinguible. Las fuentes no puntuales de contaminación terrestre son conocidas como “fuentes difusas”, se generan por una gama amplia de actividades humanas en la que los contaminantes producidos por ellas, y contenidos en sus descargadas, no tienen un punto obvio de entrada a los cuerpos de agua receptoras.

Las principales fuentes fijas de contaminación corresponden a las plantas industriales, desechos municipales y sitios de extracción, explotación y construcción como excavaciones (explotación agrícola, aprovechamientos forestales, minería, etc.). Los contaminantes presentes en las fuentes industriales son por lo general nutrientes, metales pesados, compuestos orgánicos específicos, radionúclidos y propiedades físico–químicas específicas como son pH, salinidad, demanda de oxígeno, dureza, etc. Los componentes de los desechos son microorganismos patógenos, nutrientes y carbono orgánico y se encuentran combinados con aceites, grasas y productos químicos derivados de las industrias, los que entran en las corrientes de desechos domésticos a través de los sistemas de alcantarillado y la escorrentía pluvial. 

Los desechos industriales contienen además cantidades altas de materia orgánica provenientes de las plantas procesadoras de alimentos y bebidas y de la industria del cuero y de la madera. Otras actividades aumentan la descarga de sedimentos como los relaves mineros.

Las fuentes difusas más evidentes corresponden a la agricultura, por el uso de pesticidas e insecticidas, así como el aporte de residuos de insumos agrícolas y restos de vegetales y animales. Muchas veces se produce la contaminación de acuíferos. La actividad forestal intensiva, sobre todo de plantaciones, también es una fuente difusa de contaminantes y produce, al igual que la actividad agrícola, cargas de nutrientes, pesticidas y sedimentos. El principal efecto de estas actividades es el incremento en la movilización de sedimentos, nutrientes y material particulado

Los principales contaminantes y procesos que afectan negativamente la calidad del agua se muestran en el cuadro N° 1.


En las zonas cercanas a las costas hay un activo crecimiento industrial. Las franjas costeras, donde desembocan ríos o aflora agua subterránea son, en general, un mosaico complejo e interactivo de ecosistemas compuestos por humedales, lagunas costeras, marismas, manglares, tierras húmedas, hábitats de aguas dulces, estuarios y zonas ribereñas interconectados por canales y además son receptoras de material, agua dulce, sólidos disueltos, partículas y recursos vivos provenientes de los continentes.

Cerca del 90% de la contaminación producida al interior de los países es transportada por los ríos al mar. En las cuencas, la intensificación del uso agrícola del suelo, la ampliación de las fronteras agrícola y urbana y la consiguiente deforestación producen importantes cargas de nutrientes y sedimentos en las aguas costeras, que cuando exceden a la capacidad de carga de los ecosistemas se traducen en verdaderos problemas ambientales. La contaminación de las aguas costeras, la erosión costera, la pérdida de hábitat y de recursos son, entre otros, algunos de los principales problemas que se crean por contaminación de origen terrestre.

Efectos de la contaminación


En los ríos que desembocan en el mar se origina cerca del 80% de los contaminantes que afectan las franjas costeras. Los ríos tienen la particularidad de concentrar los contaminantes que captan en las cuencas algunos puntos clave en la costa marina, donde precisamente existen ecosistemas altamente sensibles para la reproducción de especies tanto de agua dulce como salada, como son los estuarios. Básicamente se produce alteración de las funciones ecológicas, reducción de la diversidad biológica, daño a los hábitats acuáticos y contaminación de los cauces bajos y en los ecosistemas marinos y efectos en la salud humana. La pérdida de especies (por estos efectos) es muy marcada.

A nivel global, un número muy importante de especies de flora y fauna están amenazadas especialmente a causa de la contaminación y por la pérdida del hábitat en zonas costeras. Se reporta que el 37%, de las especies de peces de agua dulce están en riesgo, al igual que el 67% de las especies de moluscos, así como el 52% de las especies de crustáceos y el 40% de los anfibios, y un número importante de especies de aves y vegetales.

Se informa que más del 50% de los humedales han desaparecido por la contaminación y otras formas de deterioro. La sedimentación en conjunto con el calentamiento del clima ha afectado seriamente, a nivel global, el 27% de los arrecifes de coral. El ingreso de nutrientes contenidos en las descargas municipales y los provenientes por la escorrentía agrícola han producido un incremento en la eutrofización de las aguas costeras y en algunos cuerpos de aguas dulces. El flujo a través de los ríos de los tres elementos esenciales de la producción biológica (carbono, nitrógeno y fósforo), muestra una concentración en las costas dos veces mayor que los valores en condiciones prístinas, lo que ha afectado el ciclo natural de estos elementos. La salud humana ha sido afectada fuertemente por la contaminación de franjas costeras.

El consumo de organismos costeros y de agua dulce proveniente de áreas contaminadas han producido, a nivel global, cerca de 2.5 millones de casos de hepatitis infecciosa, que resultan en 25.000 casos fatales y en un número similar de incapacidades por daño al hígado, con un impacto económico cercano a 10 billones de dólares anuales, sin mencionar epidemias de cólera. Otros usos como, la pesca, el turismo, la recreación resultan especialmente vulnerables. En condiciones “normales”, es decir, sin contaminación ni interrupciones de flujo por construcción de represas, los ríos son “responsables” del ingreso a las áreas costeras de cargas importantes de nutrientes y de sedimentos ricos en materia orgánica e inclusive de arena que mantiene las playas aledañas que permiten la presencia de pesquerías costeras y condicionan el desarrollo de ecosistemas de alta productividad biológica como son: manglares, marismas y lagunas costeras y otros humedales costeros.

La alteración del flujo de estas sustancias y sedimentos produce efectos negativos importantes en las propiedades y funciones de los ecosistemas costeros, en la biodiversidad, en la oceanografía costera, en la dinámica de las playas así como también en la abundancia y distribución de los recursos marinos vivos y de agua dulce. La causa común asociada con esta reducción en el flujo de agua y nutrientes y sedimentos es la fragmentación de los ríos mediante la construcción de embalses y otros tipos de obras hidráulicas incluyendo la diversificación de los cauces naturales y la canalización. El 60% de los 227 ríos más grandes del mundo están entre fuerte a moderadamente fragmentados por embalses. Ellos almacenan cerca del 90% del volumen total del flujo producido por esos ríos y representan cerca del 14% de la escorrentía mundial. Esta fragmentación, también afecta el patrón migratorio de muchas especies y abre el espacio para la introducción de especies exóticas. Los grandes embalses afectan, en promedio, el transporte de sedimentos por los ríos hasta distancias de 100 km. de la desembocadura. La retención de agua y sedimentos afecta la calidad del agua y disminuye la capacidad de autopurificación de los ríos. Las aguas pobres en oxígeno, vaciadas desde los embalses reducen la capacidad de los ríos para procesar los desechos hasta distancias a 100 kilómetros de las cuencas bajas

Los ingresos excesivos de sedimentos tienen efectos tan indeseables como los producidos por su disminución marcada. El transporte de cargas crónicas y elevadas de sedimentos al mar reduce el volumen de los estuarios y lagunas costeras, afectando no sólo la navegación sino que incrementan la vulnerabilidad de las costas frente a las tormentas y las mareas. Su reducción por otro lado afecta la estabilidad de las playas. También afecta el tamaño y distribución del hábitat de especies acuáticas importantes para el consumo humano, como son las lagunas salobres, manglares y corales, humedales costeros, entre otros. Afecta también la productividad primaria reduciéndola.

Los metales pesados y pesticidas y otros contaminantes que forman uniones químicas con las partículas de sedimento, pasan de la columna de agua a los sedimentos de fondo para ser acumulados y posteriormente liberados, generalmente en formas más toxicas o viables de ser tomados y con mayor rapidez por los organismos marinos.

La descomposición de la materia orgánica contenida en los sedimentos representa una
demanda de oxígeno la cual, cuando es combinada con la estratificación física, lleva a crear fondos anóxicos y a producir mortandad de peces (fish kills). La remineralización de los nutrientes en el fondo, durante los procesos de descomposición, hace del fondo marino una fuente continua o gradual y adicional de nutrientes, que podría inducir a la eutrofización de las aguas. La fauna bentónica puede ser cubierta con las partículas de sedimentos y desaparecer, afectando el reclutamiento de especies. Se conoce que en los grandes ríos sólo una parte de los sedimentos producidos en sus cuencas altas llega al mar, el resto permanece almacenado o es depositado, ya sea temporal o permanentemente, en los planos de inundación de dichos ríos. Los pequeños ríos de carácter torrencial, tienen por lo general limitados planos de inundación, por lo que una proporción grande de los sedimentos producidos y transportados, llega al mar.

Las áreas costeras donde desembocan los ríos en el mar (deltas y estuarios), son muy importantes para definir las características de las aguas costeras. Debido a las diferencias de densidades, el agua dulce flota sobre el agua de mar contribuyendo con la estratificación de las aguas costeras. La estratificación es un mecanismo importante a considerar en la gestión de la contaminación de las aguas costeras ya que se relaciona con la permanencia y distribución de la contaminación en estas aguas.

Contaminación marina de origen terrestre


El panorama de la contaminación hídrica en América Latina y el Caribe está dominado por las descargas municipales de origen doméstico e industrial, seguido de las mineras. Ellas constituyen una mezcla muy variada de sustancias y compuestos que representan entre el 90%–95% de la contaminación que llega indirectamente a las áreas costeras y se estima que apenas el 2% de las descargas reciben tratamiento.

Del total de la contaminación costera de la región que descarga directamente al mar, el 5% al 7% está formada por fuentes municipales, de ellas sólo un 1% recibe tratamiento. En el Caribe, entre un 80%–90% de las aguas residuales descargan al mar sin tratamiento. La carga anual estimada de contaminantes en las áreas costeras es de 506.482 ton/año DBO3 de las cuales, el Golfo de México y el Sur del Caribe contribuyen respectivamente con 260.000 y 110.000 t/año DBO. En el Pacífico Nordeste (Colombia, Panamá, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México), el volumen total de desechos, estimados en términos de población equivalente es de 1.172 millones m3/año, con una carga contaminante de DBO mayor de 3 millones t/año. La Demanda Química de Oxígeno DQO asociada a esas descargas se reportan en el orden de 760.009 t/año y, la de sólidos suspendidos (SS), en 365.728 t/año. Ingresan también al mar con estas descargas, 6. 239,5 t/año de Nitrógeno y 51.476 t/año de fósforo.

En el Pacífico Sudeste (Colombia, Chile, Perú, Ecuador y Panamá), ingresa al mar una descarga de 1.359 641x103 m3/año de desechos líquidos con una carga contaminante de 1.761.944 t/año de DBO y de 818.872 t/año de DQO. También ingresan con esas descargas 414.934 t de sólidos suspendidos (SS), 55.266 t/año de nitrógeno y 6.654 t/año de fósforo.

En la costa de Brasil en el Atlántico Suroccidental Superior (Brasil, Uruguay y Argentina) se estima un ingreso de un volumen de desechos líquidos sin tratamiento, de 145 m3/seg, con una carga de DBO de 3.655 t/día provenientes de los grandes centros urbanos ubicados en la costa.

En Uruguay, las ciudades de Montevideo, Punta del Este, Piriápolis, Colonia del Sacramento, se ubican sobre el litoral marino o sobre el río de La Plata y descargan directamente al mar. Una parte de los efluentes líquidos de Montevideo se descargan al río La Plata a través de un emisario, con un gasto de 1.000 l/s. En Nicaragua, el volumen de aguas residuales generado hacia la Costa Pacífica es del orden de 67.4 millones de m3/año. (Únicamente 6 millones de m3/año son tratados y el resto es evacuado a los sistemas naturales sin tratamiento).

No existen actualmente estimativos, ni catastros regionales consolidados que informen sobre las descargas de contaminantes a los cuerpos de agua que drenan al mar, pero se conoce que la principal fuente de contaminación corresponde a las descargas municipales que ingresan al mar a través de los ríos y por emisarios submarinos directos. Contribuyen con esta fuente los drenajes pluviales, que son transportados

La actividad agrícola utiliza un promedio cercano al 70% de todas las fuentes de suministro de agua y ha sido reconocida como una de las principales fuentes difusas de contaminación de las aguas dulces, estuarinas y costeras. Existen formas variadas de contaminación por esta fuente difusa que finalmente concentra sus efectos nocivos en las desembocaduras de los ríos en el mar.

Todas las fuentes causan contaminación por la descarga de contaminantes agrícolas y sedimentos a las aguas superficiales y subterráneas por efecto de la escorrentía que erosiona y causa pérdidas netas de suelo.

También la contaminación se origina por el uso de aguas servidas en el riego. Ello transmite enfermedades a los consumidores de productos agrícolas, irrigados con estas aguas. La industria agro–procesadora de productos agrícolas es también una fuente importante de contaminación orgánica. La actividad agropecuaria es una fuente de contaminación en crecimiento. Es responsable de la introducción de fertilizantes (nutrientes), pesticidas y sedimentos a las aguas costeras a través de los ríos. Las alteraciones de la cubierta vegetal y la corteza terrestre es la principal fuente de introducción de sedimentos a los ríos por acción humana. Se estima que cerca del 80% de los sedimentos finos que llegan a las aguas superficiales, son movilizados por prácticas agrícolas y cambios en la cobertura vegetal.

Las diversas formas de explotación minera constituyen una fuente de contaminación que, en ocasiones, puede llegar a niveles significativos. Dependiendo de los métodos, equipos, minerales, volúmenes y disposición de los materiales estériles o relaves, afectan el suelo, el aire y el agua, por separado o en forma combinada.

El agua es el receptor último de todos los agentes físico–químicos que se distribuyen por el aire o sobre el suelo. En muchas ocasiones es también objeto de descargas directas de los desechos producidos durante la explotación o de los producidos por ésta, más los que se generan durante los procesos de beneficio: transporte, trituración, molienda, fundición o refinación. De esta manera cuerpos de aguas corrientes y por supuesto las zonas de encuentro entre las aguas terrestres y el mar, son afectados por la industria extractiva.

Al agua concurren sedimentos inertes y muy estables en términos químicos transportados en tamaños de grano muy variables: desde tamaño limo, hasta arenisca fina, por el viento y depositados por gravedad, también productos tales como metales pesados, mercurio, cianuro, aguas ácidas, sulfatos, carbonatos.

Elementos como el mercurio son característicos de zonas de minería artesanal y de sobrevivencia, tales como en la costa pacífica colombiana, en el sector de Zaruma y Portobelo en el Ecuador y en la Sierra Peruana. Datos empíricos hablaban desde hace diez años de un considerable tonelaje de cianuro que se vierte en Bolivia y Perú sobre los ríos de la cuenca Amazónica, por productores de oro. Este mineral, cuando es explotado mediante el uso de dragas o de monitores, aporta considerables cantidades de sólidos en suspensión, que de manera irremediable van a terminar en las zonas costeras. Ello se suma a los cambios en la morfología del cauce y por supuesto en su nivel de base. En el Perú, mediciones efectuadas sobre el Río Rimac han determinado que este cauce recibe 26.3 millones de metros cúbicos al año, provenientes de 26 sitios de descarga, sin contar por supuesto, los aportes aguas arriba de origen andrógeno, industria manufacturera, agricultura y otros.

Mención especial debe hacerse del caso de las plantas fundidoras y refinadoras, que contaminan los cuerpos de agua tanto por vía aérea, con la dispersión de los humos y de los vapores sulfurosos, como por descarga directa, tanto a los cauces como al mar.

Una vez depositados los contaminantes en el mar, estos afectan de diversas formas: cambian la luminosidad de las aguas, alteran la temperatura, acidifican las aguas, con lo cual alteran el ciclo biológico y por ende el ecosistema. No se puede olvidar que los aportes contaminantes son vertidos tanto en forma de solución como en suspensión, esta última permite una separación y manejo.

Asimismo, es necesario precisar, que no siempre todos los efectos son de origen antrópico, la hidráulica de los cursos de agua, tiene una energía que arrastra de manera natural sedimentos y lixiviaciones de elementos metálicos; un claro ejemplo de esto es la presencia de arsénico en el norte de Chile, que de manera natural va a terminar en el mar, sin intervención humana

La mayor parte de los efluentes industriales que ocurren en la región son descargados a las redes de alcantarillado municipal y transportado a los ríos que drenan al mar u otros cuerpos de agua en conjunto con los desechos domésticos. En la región la contaminación de las aguas superficiales por la actividad industrial está dominada por las industrias de alimentos y bebidas, seguida por la de pulpa y papel y por la industria química y farmacéutica.

 Procesos de sedimentación

El 80% de los sedimentos transportados por el flujo de los ríos son almacenados en las playas y aguas marinas someras y el 20% restante llega a éstas por acción del viento, volcanes, etc.

Los cambios en el flujo de sedimentos al mar ya sea por acciones antropogénicas o por causas naturales producen efectos en la morfología costera y en los ecosistemas y recursos vivos, en un rango desde moderado a profundo. Suministros crónicos de sedimentos mayores de 10 mg/cm2/día son considerados como “altos”.

La erosión a lo largo de las franjas costeras es uno de estos cambios. Aproximadamente el 60% de las playas del mundo han sido erosionadas por una acción combinada de disminución del suministro de sedimentos e incremento del nivel del mar. A la inversa, y según las corrientes marinas prevalecientes, muchos sectores de costa se encuentran alterados por alta sedimentación, siendo la causa principal la elevada tasa de deforestación y la agricultura no ordenada o por el uso de prácticas agrícolas no adecuadas que originan procesos erosivos, en las cuencas hidrográficas.

Algunos ríos de la región transportan al mar cargas significativas de sedimentos que son depositadas en las partes bajas de las cuencas y en las franjas costeras. La crecida de muchos ríos lleva también a la acumulación de grandes cantidades de nutrientes en el delta y planicies de inundación. En general, la influencia del río sobre el mar, como es obvio, es más grande cuando el caudal es alto y puede ser muy localizada cuando la descarga es pequeña. En ambos casos, sin embargo, el encuentro entre agua dulce y agua salada crea condiciones muy especiales para la reproducción de una serie de especies vivientes.

En estos casos, los materiales suspendidos y los contaminantes trasportados por los ríos tienden a depositarse, en las desembocaduras, donde el agua dulce se encuentra con el agua de mar y en otras áreas donde la circulación se ve impedida. Se produce la alteración del hábitat y pérdida de ecosistemas, especialmente desecación de humedales, alteración y reducción del bosque de manglar, contaminación por sedimentos, cuyas partículas sirven de ligandos orgánicos a muchos contaminantes. La disminución marcada del ingreso de sedimentos por los ríos a las áreas costeras se traduce en un incremento en la erosión de la zona costera, un aumento en los procesos de sobrelavado (overwash), cambios en el perfil de playas, migración de islas barreras y un incremento en la susceptibilidad a las crecidas.

En la imagen se muestra las inundaciones en centros urbanos producto de la alteración de los cursos naturales de los ríos.  


 Aspectos sanitarios

A pesar de la abundancia en recursos de agua dulce que hay en la región, muchas veces ésta no es utilizable para consumo humano y de fauna y flora debido a su alta contaminación y otras formas de deterioro. Esta contaminación es debida en parte, a los niveles de urbanización, uso de tierras en las cuencas de captación de agua y a la ausencia de sistemas de tratamiento acordes con ese crecimiento. En la región, el vertimiento de desechos líquidos municipales a los ríos y lagos junto al reducido cubrimiento de los servicios sanitarios en algunos países ha abonado un clima favorable para la propagación de muchas enfermedades de transmisión hídrica y para la creación de situaciones de eutrofización.

En Colombia, el total consolidado de enfermedades asociadas a la mala calidad del agua ha sido reportado en 920.216 casos patológicos para 15 tipos diferentes de enfermedades, donde predominan el cólera, la tifoidea, el tifo y la enfermedad diarreica aguda.

Se han encontrado casos aislados de cólera asociados con precarias condiciones de vida, generalmente en las costas y riberas de los ríos principales. En México, la diarrea es una de las principales causas de mortalidad con 4 millones de casos en 1996 y en el Golfo de México, entre l995 y 1998, se presentó un número elevado de casos de cólera.

En Guatemala, de las diez principales causas de mortalidad en el país, el 50% son enfermedades relacionadas con el agua. En El Salvador, en primer lugar se ubican las enfermedades diarreicas y dentro de las 10 primeras las enfermedades parasitarias, la mayoría asociadas con la contaminación del agua.


Bibliografía:


viernes, 6 de septiembre de 2019

Gestión en seguridad y salud en el trabajo



Gestión en seguridad y salud en el trabajo
  
La adecuada gestión en seguridad y salud en el trabajo implica la identificación, valoración y control de los factores de riesgo en el ambiente laboral para la prevención de accidentes y enfermedades ocupacionales

Se deben identificar todos los peligros y factores de riesgo a que se encuentra expuesto el trabajador.


La valoración de un factor de riesgo consiste en la determinación cuantitativa del factor de riesgo y su comparación con un valor o un rango de valores considerados como aceptables. Si esta magnitud supera este valor o rango de valores el factor de riesgo está fuera de control.


Si un factor de riesgo está fuera de control se requiere implementar medidas como: Modificación de la fuente (ingeniería). Aislamiento de la fuente (ambiente). Disminuir el tiempo de exposición del trabajador (administrativas) o proteger al trabajador (uso de equipos de protección personal).


Una vez que se han implementado las medidas de control, se debe realizar el monitoreo periódico de la magnitud de los factores de riesgo con el fin de determinar si se encuentra dentro del rango considerado aceptable. 



domingo, 25 de agosto de 2019

Factores de riesgo físico/químico en el ambiente laboral Exposición a polvo



Factores de riesgo físico/químico en el ambiente laboral
Exposición a polvo

Cuando se habla de polvo, se suele hacer referencia a los sólidos que han sido originados por la subdivisión mecánica de un material en partículas más pequeñas conservando su composición química y siendo transportadas por el aire. También se pueden definir como pequeñas partículas sólidas con un diámetro inferior a 75 μm que se depositan por su propio peso pero que pueden permanecer en suspensión durante algún tiempo

La exposición ocupacional a partículas suspendidas en el aire es muy corriente y suele entrañar riesgos para la salud humana. La impresión visual de estas partículas puede a menudo ser engañosa; en efecto, las finas partículas causantes de muchas enfermedades pulmonares profesionales son menos perceptibles que el polvo espeso, que puede ser sólo una molestia. De igual manera, hay nubes de polvo con la misma apariencia, que pueden tener distintos efectos en la salud según la toxicidad de sus componentes.

El análisis cualitativo puede revelar que las partículas de polvo aparentemente inertes pueden contener cantidades mínimas de una sustancia tóxica. Además, algunas partículas en suspensión consideradas como inertes o como simples “molestias” pueden llegar a tener actividad química o biológica cuando permanecen durante muchos años en el pulmón humano. Es por ello que la exposición laboral a polvo puede ser considerada como la exposición a un factor de riesgo físico, cuando el material es inerte, un factor de riesgo químico cuando es un producto químico en forma de polvo o una combinación de ambas.

El comportamiento de las partículas en el aire y en el cuerpo humano depende de las propiedades físicas y químicas que éstas tengan. El tamaño, la densidad y la forma de las partículas son de la máxima importancia como factores que influyen, no sólo en la velocidad de sedimentación, y por consiguiente, en el tiempo de permanencia en el aire, sino también su penetración y acumulación en el sistema respiratorio. Los efectos nocivos de las partículas, cuando los hay, depende también de la composición química y mineralógica, la solubilidad y la actividad biológica de éstas.

En general, se considera el tamaño de las partículas como la característica física más importante del material en suspensión. El polvo se puede caracterizar mediante la discriminación del tamaño de sus partículas que pueden depositarse a lo largo del tracto respiratorio e incluso las más pequeñas en la zona alveolar. La proporción real de polvo que una persona puede inhalar depende también de otros factores como son la velocidad y dirección del aire próximo a la persona, la cadencia respiratoria y de si la inhalación se realiza a través de la nariz o de la boca.


1. Partículas y fibras
                    
Es importante diferenciar entre partículas y fibras. Cuando hablamos del tamaño de partículas nos referimos al diámetro aerodinámico, es decir el diámetro de giro de la partícula. La diferencia entre partículas y fibras estriba en la relación diámetro largo. En las fibras la relación diámetro largo es menor a un 1/3 de la longitud.

En la siguiente figura se puede observar la diferencia entre fibras y partículas



2. Clasificación de partículas según el tamaño.
Cuando se habla de exposición a partículas de polvo se entiende que esas partículas tienen una determinada distribución de tamaño. Las partículas de mayor tamaño (>30µ) son retenidas en el tracto respiratorio superior. Durante la respiración nasal, las partículas se depositan en la nariz mediante filtración por los pelos nasales y por impactación donde el flujo de aire cambia de dirección. Una vez depositadas, la retención es ayudada por el moco, que recubre la nariz. La mayoría de las partículas queda retenida en la zona naso-bucal o se depositan en la tráquea o los bronquios, donde son eliminadas por expectoración La vía nasal es un filtro de partículas más eficiente que el oral. Por lo tanto, las personas que respiran normalmente por la boca, es de esperar que tengan más partículas que alcanzan el pulmón que los que respiran completamente a través de la nariz.
Las partículas más finas (10µ<) pueden penetrar al tracto respiratorio inferior pudiendo llegar a los alveolos de dependiendo de su tamaño. Las partículas que llegan a los alveolos se denominan fracción respirable. Partículas como la sílice o el carbón, al acumularse en el tejido pulmonar, pueden dar lugar a la formación de tejido fibroso reduciendo la capacidad de intercambio de gases y provocando las denominadas neumoconiosis.

En la siguiente imagen se puede observar la capacidad de penetración de las partículas en el tracto respiratorio de acuerdo a su tamaño.



3. Polvo total y respirable

Para el higienista ocupacional, las partículas de mayor interés están limitadas a aquellas que tienen un diámetro aerodinámico inferior a las 10 micras. La definición de polvo total o partículas inhalables es aquella fracción retenida en un filtro de PVC de 5µ de diámetro de poro de acuerdo al método NIOSH 0500 y las normas Covenin 2252 y 2253. La definición de polvo respirable o partículas respirables es aquella fracción mayor de 5µ y menor de 10µ de acuerdo al método NIOSH 0600 y las normas Covenin 2252 y 2253. Esta fracción se determina por medio de la utilización de equipos (ciclones) que separan las partículas totales de las partículas con un diámetro inferior a las 10 micras. Estos equipos se utilizan para la determinación de polvos o partículas respirables.

En la siguiente imagen se puede observar la comparación del tamaño de una partícula de polvo (2,5 y 10µ) con respecto al diámetro de un cabello



En la imagen siguiente se puede apreciar la clasificación de polvo total y respirable.



La Unión Europea establece una metodología (Convenio UNE EN 481) que permite relacionar los diferentes tamaños representados por los diámetros aerodinámicos con las fracciones o porcentajes del aerosol total que han de ser recogidas y que son, en definitiva, fracciones que penetran en condiciones medias en las distintas regiones del tracto respiratorio. Permitiendo poder comparar la concentración másica de las fracciones del aerosol con los Valores Límites Ambientales establecidos.
Para la determinación de qué partículas conforman la fracción másica respirable, se aplica una función de probabilidad definida en la norma EN481 con base al diámetro aerodinámico de las partículas. Definiendo el diámetro aerodinámico de una partícula como el diámetro una partícula esférica, de 1 g/cm3 de densidad, y que tiene la misma velocidad terminal de sedimentación en el aire que la partícula de interés. La fracción respirable (ER) corresponde a una distribución logarítmica normal acumulativa con una mediana de 4,25 μm y una desviación típica geométrica de 1,5.

La clasificación que ofrece el Convenio UNE EN 481, divide el polvo en tres fracciones que dependen del tamaño de partícula (propiedad decisiva en la velocidad de sedimentación):

a) Fracción inhalable: Es la fracción másica del aerosol total que se inhala a través de la nariz y la boca. En la definición de fracción inhalable no considera los tamaños superiores a 100 µm ni las velocidades de viento mayores a los 4 m/s. En estos casos se interrumpe bruscamente y el convenio considera que puede subestimarse la fracción de partículas más grandes que se inhalan.

b) Fracción torácica: Es la fracción másica que penetra más allá de la laringe.

c) Fracción respirable: Es la fracción másica de las partículas inhaladas que penetran las vías respiratorias no ciliadas.

El lugar de depósito es fundamental en el caso de las partículas insolubles ya que determina donde se produce el efecto y la fracción de interés. La composición del polvo puede variar según la tipología de las partículas y los efectos en la salud pueden ser de distinta índole.
En la siguiente figura se puede observar la relación de tamaño de las distintas fracciones.


4. Metodologías para la determinación de polvo total y respirable
En líneas generales el método de evaluación de polvos totales consiste en cuantificar el peso de partículas totales retenidas en un filtro de PVC (de 5 µm de diámetro de poro y 37 mm de diámetro) y determinar su concentración (expresada en mg/m3 de aire aspirado). Para ello se pesa el filtro antes y después de realizada la evaluación. La diferencia de peso obtenida, dividida entre el volumen de aire aspirado, expresado en metros cúbicos, es la concentración de polvos totales.

El método de evaluación de polvos respirables es similar al de polvos totales con la excepción que se utiliza un equipo, denominado ciclón, que permite separar las partículas mayores de 10 micras, permitiendo que en el filtro se retengan solamente las partículas menores a 10 micras, denominada fracción de polvos respirables.    

Esto se expresa matemáticamente de la siguiente forma:

Concentración de polvo (mg/m3) = mg de polvo total o respirable / m3 de aire aspirado

Es decir:       Concentración (mg/m3) = Peso (mg) / Volumen (m3)

Para el ajuste y verificación del caudal de las bombas se puede utilizar un calibrador digital de burbuja.  La bomba de aire a ser calibrada se conecta al calibrador y se hace pasar aire a través del tubo de vidrio del calibrador donde una burbuja plana de jabón (película) se interpone en el camino del flujo. El flujo de aire provoca que la película se mueva hacia arriba de las marcas de volumen, el tiempo de movimiento de la película es medido por el calibrador. El equipo calcula el flujo usando el tiempo de viaje de la burbuja y el volumen del tubo.

5. Limitaciones de las metodologías

Las limitaciones de las metodologías NIOSH 0500, las normas Covenin 2252/2253 y el Convenio UNE EN 481 se encuentran en la capacidad de retención de partículas de acuerdo al tipo de filtro que utilizan. El uso de un filtro de PVC de 5µ subestima la fracción de polvo respirable menor de 5µ. La metodología del Convenio  UNE EN 481 establece el uso de filtros de fibra de vidrio de 1µ, por lo cual se sigue subestimando la fracción menor a 1µ.
Sin embargo existen en el mercado equipos (impactadores de cascada) que permiten determinar cuantitativamente las fracciones de 2,5, 1, 0,5 y 0,25 µ.
También existen equipos de medición basados en la dispersión de un haz de luz. El equipo mide los efectos de difracción, dispersión y reflexión causada por las partículas de polvo. Estos equipos permiten medir a tiempo real las concentraciones de polvo de diferentes fracciones.

6. Efectos sobre la salud


 Según el tipo de partículas, los efectos sobre la salud pueden ser más o menos graves. No obstante, no hay polvos inocuos; cualquier exposición a polvo supone un riesgo. En general, el polvo provoca irritación de las vías respiratorias y, tras exposiciones repetidas, puede dar lugar a bronquitis crónica. Otros tipos de polvo provocan enfermedades específicas (amianto, sílice, plomo). Hay tipos de polvo que, además, pueden ser explosivos en ambientes confinados (carbón, caucho, aluminio).
Efectos respiratorios

·    Neumoconiosis: silicosis, asbestosis, neumoconiosis de los mineros del carbón, siderosis, aluminosis, beriliosis, etc.
·    Cáncer pulmonar: polvo conteniendo arsénico, cromatos, níquel, amianto, partículas radiactivas, etc.
·    Cáncer nasal: polvo de madera en la fabricación de muebles y polvo de cuero en industrias de calzado.
·    Irritación respiratoria: traqueítis, bronquitis, neumonitis, enfisema y edema pulmonar.
·    Alergia: asma profesional y alveolitis alérgica extrínseca (polvos vegetales y ciertos metales).
·    Bisinosis: enfermedad pulmonar por polvos de algodón, lino o cáñamo.
·    Infección respiratoria: polvos conteniendo hongos, virus o bacterias

Efectos generales

·         Intoxicación: el manganeso, plomo o cadmio pueden pasar a sangre una vez inhalados como partículas.

Otros efectos
·    Lesiones de piel: irritación cutánea y dermatosis (berilio, arsénico, ácido crómico, plásticos, etc.).
·    Conjuntivitis: contacto con ciertos polvos.
·    Riesgo de explosión: las materias orgánicas y metales sólidos pulverulentos, dispersados en el aire en forma de nube, pueden arder con violencia explosiva. Tal es el caso de fábricas de harina, azúcar, piensos, pulido de metales, etc.

En la siguiente figura se puede observar un resumen de los efectos sobre la salud por la inhalación de polvo


7. Bibliografia







miércoles, 14 de agosto de 2019

Factores de riesgo biológico. Exposición laboral a microorganismos (Bioaerosoles).



Factores de riesgo biológico.
Exposición laboral a microorganismos (Bioaerosoles).

Los bioaerosoles son partículas transportadas por el aire, constituidas por seres vivos, o moléculas grandes que han sido liberadas por un ser vivo. El diámetro de las partículas constitutivas de los aerosoles oscila desde el submicroscópico (menor de 0.1 μm) hasta el superior a los 100 μm. La mayoría de los bioaerosoles son complejos en cuanto a la naturaleza de sus componentes, de modo que pueden estar constituidos por bacterias, hongos, protozoos, virus, etc., y/o diversas estructuras y compuestos consecuencia de su desarrollo o actividad.

En la siguiente tabla se muestra los componentes biológicos de los bioaerosoles y sus efectos sobre la salud


Formación de bioaerosoles (aerosolización)
Para que se llegue a producir un aerosol a partir de un organismo o sus partes, se requieren tres condiciones:

1. La presencia de un reservorio
2. Un proceso de amplificación
3. La diseminación o aerosolización propiamente dicha.

El reservorio es el lugar donde, de forma natural, se encuentra un organismo. La naturaleza del reservorio depende del organismo en cuestión; los reservorios de los organismos parásitos están constituidos por otros seres vivos. Los virus, algunas bacterias y determinados hongos que son parásitos obligados, sólo pueden crecer en huéspedes vivos, ya que fuera del organismo no pueden sobrevivir, y, por tanto, no se desarrollan en reservorios ambientales.
La mayor parte de las bacterias y ciertos hongos son parásitos facultativos, por lo que pueden vivir y desarrollarse en organismos vivos o sobre materia orgánica no viva, teniendo algunos de ellos sus reservorios en huéspedes humanos, como es el caso de Mycobacterium tuberculosis (la bacteria causante de la tuberculosis humana), mientras otros los tienen en el medio ambiental, como Legionella (el agente causante de la legionelosis).

La amplificación consiste en el aumento en el número o en la concentración de los organismos, sus partes o componentes; proceso imprescindible ya que, sin él, la diseminación, el proceso de dispersión de las partículas constitutivas del bioaerosol, no tendría ningún efecto porque la cantidad de material dispersado sería muy exigua. En los parásitos obligados la amplificación tiene lugar en el propio huésped, y la diseminación se produce desde el mismo, como es el caso del virus de la gripe, que se disemina por la tos y los estornudos de los individuos enfermos. Por el contrario, en el caso de Legionella, una bacteria que normalmente se encuentra en las corrientes de agua naturales y en el agua del suelo, se amplifica, por ejemplo, en las torres de refrigeración y se disemina a partir de los efluentes que salen de ellas, pudiendo entrar en contacto con los seres humanos, cuyas células invadirá produciéndose la enfermedad.
Los organismos saprófitos, es decir, los que sólo se desarrollan sobre materia orgánica muerta, como es el caso de la mayoría de los hongos y muchas bacterias y protozoos, se encuentran en reservorios ambientales, generalmente materia vegetal muerta en el exterior de edificios, se amplifican y diseminan a partir de estos reservorios, pero a veces también lo hacen a partir de sustratos situados en el interior de edificios. Tal es, por ejemplo, el caso de Aspergillus flavus, un hongo saprófito que normalmente se encuentra en el ambiente exterior, creciendo sobre restos vegetales agrícolas muertos, pero que también puede amplificarse en sustratos interiores (alfombras mojadas, paredes, etc.), y diseminarse por el aire cuando tales sustratos son movidos.

Algunos bioaerosoles están constituidos por los efluentes procedentes de artrópodos, aves y mamíferos que actúan a modo de reservorios, amplificadores y diseminadores. En general, es difícil realizar un control de los bioaerosoles que se producen en el ambiente exterior, pero sí es posible controlar su presencia y concentración en los ambientes interiores, bien sea impidiendo la entrada de los aerosoles exteriores, bien impidiendo la contaminación de los sustratos interiores, o si ésta se ha producido, eliminando los materiales contaminados y por tanto la fuente de amplificación y diseminación interior. La elección de un sistema adecuado de control requiere el conocimiento de la naturaleza, fuentes y efectos de los bioaerosoles así como disponer de los medios apropiados para su identificación y medida.

 Las enfermedades por hipersensibilidad

Aspectos inmunológicos
Las enfermedades por hipersensibilidad son consecuencia de la exposición a materiales del ambiente que actúan a modo de antígenos estimulando la producción de anticuerpos específicos. En la neumonía por hipersensibilidad, el organismo produce una inmunoglobulina antígenoespecífica, la IgG. Las enfermedades alérgicas (el asma alérgica, la rinitis alérgica o fiebre del heno) se presentan en personas con una constitución genética que les permite la producción de IgE antígenoespecífica.
La implicación de una reacción inmunológica es lo que explica que la proporción de individuos con enfermedades por hipersensibilidad entre los ocupantes de edificios sea baja. No obstante, la aparición de un caso de neumonía debería desencadenar una investigación adecuada para descubrir otros posibles casos, su posible origen y la aplicación de medidas correctoras adecuadas para reducir o eliminar la exposición a bioaerosoles. La mayoría de los antígenos relacionados con los edificios se acepta que son de origen fúngico, pero los protozoos también pueden estar implicados, y, en el caso de edificios de viviendas, se considera que los ácaros del polvo son los causantes del asma alérgica.

Alveolitis alérgica
La neumonía por hipersensibilidad (alveolitis alérgica) se caracteriza por una neumonía aguda, recurrente, con fiebre, tos, dolor pectoral e infiltrados pulmonares, o por una progresión de la tos, disnea, fatiga, y fibrosis pulmonar crónica, o por un patrón intermedio entre enfermedad pulmonar aguda y crónica, y es relativamente frecuente entre las personas expuestas a polvos orgánicos, como son los granjeros, criadores de palomas, queseros, trabajadores de la madera de secuoya y cultivadores de champiñones. El diagnóstico se basa en la historia laboral del paciente y una serie pruebas complementarias.

En la sangre de los pacientes pueden encontrarse precipitinas (anticuerpos IgG) frente a los organismos saprófitos comunes o a un extracto de material recogido del ambiente implicado. Pero, a menudo, la fuente microbiana específica del antígeno causante de un brote permanece desconocida, aunque en un caso se ha reconocido el origen fúngico a partir de los cultivos ambientales. En la literatura reciente, se ha atribuido el origen de determinados casos de alveolitis alérgicas a bioaerosoles formados a partir de mobiliario dañado por el agua y a unidades de procesamiento de aire contaminadas, y, concretamente en dos brotes, se ha reconocido una elevada prevalencia de síntomas característicos del SBS entre los trabajadores expuestos que no presentaban neumonía por hipersensibilidad.

Asma
El asma relacionada con los edificios, se caracteriza por molestias consistentes en dolor de pecho, estornudos, tos y disnea. Los síntomas pueden hacer su aparición al cabo de una hora de iniciarse la exposición, o presentarse con un retraso de 4 a 12 horas, o ambas cosas a la vez. El diagnóstico lo hace el médico sobre la base de la historia del paciente, los síntomas, la reversibilidad de la restricción del flujo de aire respiratorio o la obtención de una restricción del flujo de aire frente a las pruebas de provocación con dosis bajas de metacolina o histamina. Los pacientes afectados no deberían permanecer en el ambiente contaminado y se les debería prescribir una medicación adecuada. Existe poca documentación sobre el asma relacionada con los edificios, pero en algunos casos se ha asociado con el uso de humidificadores, y en concreto con el empleo de biocidas utilizados en estos sistemas, así como con la utilización de nebulizadores caseros.

Rinitis alérgica
La rinitis alérgica se diagnostica a partir de la historia del paciente, el examen físico, investigación de eosinófilos en moco nasal, «prick test» cutáneos con aero-alérgenos, y niveles elevados de IgE total. Probablemente, la rinitis alérgica sea un trastorno frecuente que permanece enmascarado por las alteraciones debidas al SBS.

Fiebre de los humidificadores
La fiebre de los humidificadores se caracteriza por fiebre, escalofríos, dolores musculares y malestar general, pero no se presentan síntomas y signos pulmonares conspicuos. Estos síntomas aparecen a las 4-8 horas de iniciada la exposición y remiten dentro de las 24, sin efectos posteriores.

Enfermedades contagiosas

Legionelosis
La enfermedad de los legionarios es una neumonía que se reconoció por primera vez en una epidemia de 182 casos ocurrida en un hotel de Philadelphia en 1976, causada por la bacteria Legionella, ampliamente difundida en la naturaleza. A partir de aquel momento, los casos epidémicos y endémicos se han asociado con los edificios y en concreto con los aerosoles generados en las torres de refrigeración, condensadores de evaporación, bañeras con chorros de agua a presión, y cabezales de ducha. El tiempo de incubación de esta bacteria hasta producir la neumonía es de cinco o seis días, pero sólo una proporción reducida de la población expuesta desarrolla la enfermedad sintomática, que, además, puede afectar el tracto intestinal, riñones y sistema nervioso central.


Fiebre de Pontiac
Pero la Legionella se asocia también con otra enfermedad relacionada con los edificios, es la llamada fiebre de Pontiac, descrita por primera vez en un brote epidémico de 144 casos ocurrido en un departamento sanitario de Michigan en 1968. La proporción de afectados fue casi del 100%, y el tiempo promedio de incubación, de 36 horas. Los síntomas característicos de la fiebre de Pontiac son: fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y mialgias. Los brotes de fiebre de Pontiac, se han asociado con la contaminación de sistemas de aire acondicionado, bañeras con chorros a presión, condensadores de turbina de vapor, y refrigerantes industriales. El porqué de la existencia de dos síndromes distintos causados por un mismo germen permanece actualmente desconocido.


Fiebre Q y otras enfermedades
En determinados edificios especializados, como hospitales y laboratorios de investigación, ocasionalmente aparecen infecciones como epidemias asociadas a edificios, como es el caso de la fiebre Q, causada por la rickettsia (un tipo de microorganismo) Coxiella burnetti, que ha sido diseminada a través de los sistemas de ventilación de edificios que alojaban cabras, carneros o ganado infectado, o de edificios en los que se cultivaba este microorganismo. De forma similar se pueden producir casos de ántrax por la dispersión, y posterior inhalación, de esporas de Bacillus anthracis a partir de productos animales contaminados. La importancia de la transmisión aérea de las enfermedades ha sido confirmada en la aparición de determinados brotes de tuberculosis, enfermedad pustulosa de los pollos, sarampión y viruela, y de modo concreto se ha comprobado la transmisión del sarampión por aerosoles transportados a través de los sistemas de ventilación.


Existen suficientes indicios de que en áreas de oficinas, laboratorios, almacenaje y servicios generales coexisten sustancias capaces de alterar sus propiedades físico-químicas y proveer las condiciones necesarias para el desarrollo y crecimiento de microorganismos que alteran las propiedades biológicas del aire lo cual puede originar efectos nocivos sobre la salud de las personas y sobre los materiales dependiendo de la concentración y permanencia de estas sustancias en el ambiente.


Determinación de bioaerosoles en el ambiente laboral

Uno de los métodos para la determinación de bioaerosoles consiste en la captación  de la muestras haciendo pasar una corriente de aire sobre una placa de Petri con un medio de cultivo específico. Este método se conoce como colección por impacto. Se utilizan medios de cultivo diferentes para la determinación de bacterias, mohos y levaduras.
El método de conteo consiste en determinar el número de colonias que se han formado después de la incubación de las placas durante 48 horas a 37º C para bacterias y cinco (5) días para mohos y levaduras. La concentración de microorganismos en el aire se  expresa en unidades formadoras de colonias (UFC/m3).

En la siguiente imágen se muestra el equipo de captación de muestras (impactador de Andersen, medios de cultivo, mangueras, trípode y bombas de vacío)



Medidas preventivas
El control de la contaminación microbiológica en ambientes interiores se puede conseguir con un buen diseño de los sistemas y un eficaz programa de mantenimiento de las instalaciones. El método más directo para limitar el desarrollo de microorganismos es restringir la disponibilidad tanto de nutrientes como de agua.
Las medidas preventivas que a continuación se indican representan un sumario de las que aparecen en la literatura especializada:

  • Ubicar la toma de aire exterior de modo que se impida la reentrada de los aerosoles producidos en las torres de refrigeración
  • Es conveniente mantener el edificio a ligera presión positiva para minimizar la infiltración del aire por lugares no controlados (puertas, ventanas, etc.).
  • Prevenir la acumulación de agua estancada bajo los sistemas de refrigeración, implantando un sistema de drenaje continuo.
  • Reparar de inmediato cualquier fuga de agua tanto dentro del sistema de ventilación/climatización como en el resto del edificio.
  • Mantener la humedad relativa del aire por debajo del 70% en los espacios ocupados y en los plenos de baja velocidad de aire.
  • Establecer programas de mantenimiento que contemplen la inspección, la limpieza y la desinfección de los diversos componentes del sistema, registrando las operaciones que se realicen y su periodicidad, prestando especial atención a los humidificadores y torres de refrigeración.
  • Drenar y limpiar los humidificadores a intervalos de dos a cuatro meses, realizando aclarados con desinfectantes suaves. Es recomendable utilizar agentes descalcificantes del agua.
  • Seleccionar biocidas y anticorrosivos que sean compatibles entre ellos y con los materiales de construcción de los diferentes elementos.
  • Establecer programas de control periódico, mediante la realización de cultivos microbiológicos, en diferentes puntos del sistema (torres de refrigeración, condensadores por evaporación, unidades de climatización, humidificadores, etc.).


Bibliografía

NTP 313: Calidad del aire interior: riesgos microbiológicos en los sistemas de ventilación/climatización
NTP 288: Síndrome del edificio enfermo: enfermedades relacionadas y papel de los bioaerosoles