domingo, 6 de octubre de 2019

El rol de los Bosques en atraer la lluvia La teoría de la bomba biótica



El rol de los Bosques en atraer la lluvia
La teoría de la bomba biótica

¿Qué rol juegan los bosques en la generación de lluvia?
Conocemos lo suficiente para decir “es un rol importante” y que gran parte de la lluvia que cae directamente sobre la tierra está vinculada a los bosques. Sin embargo, existen múltiples mecanismos y procesos involucrados que aún no entendemos. Uno de los aspectos importantes es la relación entre la formación de nubes y el bosque.
Las nubes se forman cuando el vapor de agua se condensa (o congela), pasando de estado gaseoso a líquido (o sólido). La condensación se produce cuando el aire está saturado con agua. Esta depende de la temperatura y también de la presencia de los distintos tipos de núcleos de condensación (generalmente partículas de aerosol o motas que actúan como superficies donde puede condensarse el agua). En un área de aire saturada con agua y con una alta disponibilidad de estos núcleos, la condensación ocurre a niveles de humedad más bajos, lo cual nos permite atribuir un rol importante a estas partículas en la formación de nubes.
La mayoría de las partículas atmosféricas detectadas en los bosques amazónicos son biológicas (por ejemplo, polen y esporas de hongos). Sabemos que estas pequeñas partículas atmosféricas tienden a aumentar su tamaño con la deposición de compuestos orgánicos volátiles (COV) parcialmente fotoxidados. A medida que las partículas crecen, se vuelven más eficaces en la recolección de agua líquida o hielo, sembrando nubes en el cielo. Se estima que el 90% de los COV tienen un origen biológico. El isopreno es el más abundante y mejor caracterizado: es principalmente producido por ciertas plantas cuando están sometidas a estrés de calor. Muchas especies de árboles emiten isopreno, pero las hierbas C4 (tipo de plantas que consumen menos carbono) no lo hacen; por lo tanto, las concentraciones atmosféricas de este compuesto son generalmente más altas sobre los bosques tropicales que sobre las praderas de herbáceas. Es notoria la capacidad del isopreno para aumentar la cubierta de nubes a través del aumento de núcleos de condensación durante los períodos de estrés por calor, lo cual reduce las temperaturas y posiblemente estimula la lluvia, actuando como reguladores de temperaturas regionales y climas en general.
Las relaciones globales sin duda que son mucho más complejas, ya que varios cientos de COVs son conocidos por ser emitidos por las plantas. Además, investigaciones recientes han puesto de manifiesto la importancia de ciertos tipos de bacterias que son levantadas de las superficies de las hojas por el viento, facilitando la formación de hielo a temperaturas relativamente altas en comparación con situaciones sin estas bacterias. Esta actividad de formación de hielo es una característica biológicamente específica de estas bacterias.
¿En qué consiste la teoría de la bomba biótica?
Un reciente estudio realizado por científicos del CIFOR (Center for International Forestry Research) refuerza la hipótesis de la Teoría de la bomba biótica”, la cual señala que los bosques desempeñan un papel importante en la determinación de las lluvias al crear vientos atmosféricos que extienden la humedad de los continentes.
Es una teoría que sugiere que la abundante lluvia de algunos interiores continentales, como en la Amazonía en América del Sur y el Congo en África, es sólo posible debido a la casi continua cobertura forestal desde la costa al interior. La teoría en sí se fundamenta en los procesos físicos atmosféricos y destaca el papel de la evaporación y la condensación en la generación de vientos que llevan el aire húmedo hacia el interior continental. Se propone que los patrones de lluvia pueden ser muy sensibles a los cambios de cobertura vegetal: incluso la pérdida forestal localizada puede revertir un continente de altas precipitaciones a un lugar con bajas condiciones de lluvia.

Esta teoría, desarrollada por Anastassia Makarieva y Víctor Gorshkov, propone que la cobertura forestal influye en los gradientes de presión atmosférica y, por tanto, en las corrientes de aire. La lluvia en el interior de los continentes depende de los vientos que movilizan la humedad del océano tierra adentro para reemplazar el agua que fluye a través de los ríos hacia el mar. Los bosques mantienen la evaporación más alta de humedad de cualquier tipo de cobertura terrestre, e incluso evaporan más agua por unidad de superficie que el océano. Tales niveles de humedad tan altos que se emiten al aire aseguran una condensación intensa, la cual genera un flujo de aire que transportan humedad del mar hacia al interior continental. Estas interacciones, basadas en dinámicas físicas que pueden ser revisadas en Makarieva & Gorshkov (2007), son las que mantienen las grandes tormentas tropicales en el océano, al mismo tiempo que permiten altas tasas de lluvia en el interior del Amazonas.
De ser así, el modelo podría revolucionar la forma de entender e clima local y su vulnerabilidad, de modo que sería necesario un cambio en la gestión forestal enfocado a reforestar y cuidar los bosques de manera urgente; ya que, la pérdida significativa de bosques podría provocar la trasformación de regiones tropicales en paisajes desérticos, pues “Tradicionalmente, se ha sostenido que zonas como el Congo o el Amazonas tienen altos niveles de pluviosidad porque se encuentran en partes del mundo que experimentan altas precipitaciones. Pero nosotros proponemos lo contrario: que los bosques son los que provocan las lluvias y que si estos bosques no se encontraran en esas áreas, estas serían desiertos», afirma Douglas Sheil, co-autor de un artículo publicado al respecto en la revista Atmospheric Chemistry and Physics e investigador del CIFOR en un artículo de Ashlee Betteridge publicado por dicho Centro.
El modelo de la bomba biótica explica por qué el aire se eleva sobre zonas con una evaporación más intensiva, como los bosques. La baja presión resultante atrae aire húmedo adicional, dando lugar a una transferencia de vapor de agua que cae en forma de lluvia en las regiones con mayor evaporación.
La bomba biótica ayuda a explicar algunas discrepancias en la ciencia climática contemporánea. Consideremos dos ejemplos: los modelos climáticos actuales que no están obligados a ajustar datos (es decir, basados en los procesos físicos simulan el clima global sin ajuste local) indican que la precipitación sobre las Islas de Indonesia debería ser notablemente inferior a la de los océanos circundantes, cuando el patrón verdadero es el inverso (la precipitación es más alta sobre la tierra). Tales modelos también implicarían que el río Amazonas debiese fluir con, en el mejor de los casos, sólo la mitad del volumen de agua que lleva. Estos patrones son el resultado de los modelos actuales, los cuales no incluyen la influencia de la cubertura vegetal sobre los vientos y la lluvia, variables que sí son consideradas en la teoría de la bomba biótica.
En los últimos años, a partir de su teoría, Anastassia y Víctor han desarrollado con éxito una serie de sorprendentes predicciones que parecen coincidir con las observaciones empíricas, y me complace decir que varios de estos estudios se han publicado en prestigiosas revistas científicas, por lo que cada vez más investigadores del clima y otras disciplinas están tomando conciencia de estas ideas.
La bomba biótica sugiere que los bosques generan y estabilizan climas locales y regionales. Hemos estado desarrollando estas ideas para examinar su influencia a gran escala en los patrones de circulación global. Si estos patrones más grandes cambian, se producirá un profundo impacto sobre el flujo global de humedad atmosférica, lluvia y también temperatura. A medida que la cubierta forestal disminuye, los patrones de precipitaciones cambiarán, y hemos de anticipar una mayor frecuencia de sequías e inundaciones a medida que se pierden las reacciones de estabilización del clima.
La evapotranspiración variará según la forma y tipo de cubierta forestal. Por lo general, un dosel más alto y un índice de área foliar más alto pueden resultar en una mayor evaporación por unidad de área. Una plantación a veces puede tener una mayor evaporación que los bosques naturales (visto en algunos tipos de eucalipto) lo cual se ha utilizado para bajar el nivel de agua en el suelo y controlar los mosquitos en algunas partes del mundo. Sin embargo, si las plantaciones son taladas con regularidad, entonces el patrón disminuirá notablemente y luego comenzará a recuperarse (un patrón a lo largo del tiempo como los dientes de una sierra). En esta situación, es probable que la media de los valores sea mucho más baja que los de un bosque que se mantiene intacto durante más tiempo. Básicamente, una plantación tendrá menos posibilidades de generar lluvia en comparación a un bosque con sus especies mantenidas en el tiempo.
Según la teoría de la bomba biótica, la deforestación de la Amazonia convertiría el sur del continente americano en un desierto, debido a que los vientos océano-tierra cambiarían de dirección. Por el contrario, los modernos modelos de circulación global (MCG)  predicen una modesta reducción de la precipitación si la región sufriera una deforestación, considerando que la circulación atmosférica no se ve afectada por la cubierta vegetal. Al mismo tiempo, vale la pena señalar que los MCG modernos no son capaces de reproducir el ciclo del agua del Amazonas. La cantidad de humedad atmosférica traída al Amazonas por los vientos (según los modelos) parece ser dos veces menor que la cantidad actual medida en la escorrentía de los ríos. A pesar de que esto es bien conocido y de todo el tiempo que lleva conociéndose la deficiencia en el tratamiento convencional del ciclo del agua en el Amazonas por parte de los MCG, no se ha oído hablar de ningún intento de aplicar la nueva teoría de la bomba biótica para comprender los principios físicos y ecológicos de la circulación atmosférica en el Amazonas.
Una notable objeción a la teoría de la bomba biótica consiste en que la liberación de calor latente asociado a la condensación conducirá a un aumento de la temperatura y al aumento de la presión de aire en lugar de producirse una caída de la misma. Este argumento, por ejemplo, fue formulado por un referee del reciente trabajo de Makarieva y Gorshkov en ACPD​ (Atmospheric Chemistry and Physics Discussions) y fue aprobado por el Comité Ejecutivo de ACPD. Sin embargo, como queda reflejado en la respuesta final, los cálculos de los referees se hicieron para un proceso, la condensación adiabática a volumen constante, que está prohibido por las leyes de la termodinámica y hace caso omiso de la ley de Clausius-Clapeyron y los efectos de la gravedad. De hecho, en equilibrio hidrostático, la presión del aire en superficie es igual al peso de la columna de aire, es decir, a la masa acumulada de las moléculas de aire por unidad de superficie multiplicada por la aceleración de la gravedad. El peso no depende de la temperatura. Por lo tanto, una vez que la masa de aire se reduce por la condensación (eliminación de vapor de agua de la fase gaseosa), la presión de aire en la superficie de las gotas a través de un ajuste rápido hidrostático independiente del cambio del perfil vertical de temperatura en la columna atmosférica, puede verse afectada por la liberación de calor latente. Esta caída de presión en superficie es responsable del transporte de la bomba de humedad biótica en la parte baja de la atmósfera.
Los modelos existentes predicen que la deforestación reduce en alrededor de un 20 a un 30% la precipitación de una región. Mientras que la teoría de la bomba biótica revela que esta reducción, podría alcanzar el 95% y convertir el lugar en un desierto. Los científicos Makarieva y Gorshkov opinan esto fue lo que sucedió en Australia con la llegada de los seres humanos, hace 50 mil años, y la consiguiente reducción de los bosques.

¿Qué relación existe entre la tala rasa, las sequías y los incendios?
Es probable que estos acontecimientos y tendencias estén, al menos parcialmente, ligados al cambio de la cubierta forestal. No es fácil demostrar con exactitud esta relación, ya que hay varios factores en juego, pero sabemos que la desaparición del bosque es un eslabón importante que potencia la sequía y la frecuencia de incendios, con la consiguiente muerte y degradación de las plantas, en un ciclo que se alimenta a sí mismo.
Bibliografía





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