¿Cuál es el papel de los
bosques en el cambio climático?
Los bosques tienen una gran influencia sobre el cambio climático, principalmente por su capacidad de alterar el
nivel de dióxido de carbono en la atmósfera. Cuando los bosques crecen, absorben carbono
presente en la atmósfera y este queda almacenado en la madera, las hojas y el
suelo. Los bosques (al igual que los océanos) están considerados como "sumideros de carbono" por su capacidad de absorber y almacenar carbono
durante largos periodos de tiempo. Éste carbono queda atrapado en los ecosistemas forestales, pero los incendios pueden hacer
que el carbono vuelva de nuevo a la atmósfera. Para entender el ciclo mundial
del carbono y, por lo tanto, el cambio climático, es importante cuantificar el
importante papel que desempeñan los bosques en la absorción, el almacenamiento
y la emisión del carbono.
Cuando los árboles se queman, liberan
dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero, que aumenta la temperatura de
la Tierra. Para conocer la cantidad exacta de dióxido de carbono que se libera
durante un incendio forestal,
se han desarrollado herramientas de medición a partir de una pregunta
fundamental: ¿por qué hay carbono en los árboles?
El carbono
es un elemento que se encuentra en todas las estructuras que necesitan los
seres vivos para vivir, crecer y reproducirse, es el elemento base de carbohidratos, proteínas y
ácidos nucleicos.
En el caso
del ciclo del agua, el vapor de agua se evapora, forma las nubes y luego se
condensa generando la lluvia. Este ciclo se repite constantemente sin que
cambie la cantidad de agua en el planeta.
El
carbono también tiene su ciclo. Sus átomos van formando parte de diferentes
compuestos. La vegetación absorbe el carbono del dióxido de carbono y se
combina con el agua en el proceso de fotosíntesis para sintetizar carbohidratos
y otros compuestos. Éstos formaran parte de las hojas, frutos y de la propia corteza.
En el proceso inverso, es decir la respiración, los carbohidratos son
transformados en energía para las funciones vitales de las plantas liberando el
dióxido de carbono a la atmósfera.
Los
bosques fijan CO2 a través de la fotosíntesis y lo almacenan en
su biomasa por lo que al disminuir la superficie de bosques se pierde el CO2 retenido
en los sumideros de carbono ya existente y además se restringe la capacidad de
absorber más carbono.
Muchos de
los causantes de esta pérdida de carbono son:
- Prácticas de uso de las tierras, los cambios
en el uso de la tierra constituyen actualmente alrededor del 20% de las
emisiones de dióxido de carbono antropogénico global (CO2).
- La deforestación en las áreas tropicales, por
ejemplo en el Perú se estima que se deforesta anualmente más de 200.000
hectáreas, y en el ámbito mundial en un periodo de diez años (1990-2000)
se deforestó 132 millones de hectáreas de bosque.
- Los frecuentes incendios forestales y quemas
de carbón, los cuales liberan el carbono retenidos en los árboles.
Pero,
¿qué sucede con este carbono en los árboles? Los árboles pueden seguir
creciendo y con ello almacenar más carbono del que liberan al respirar, por lo
que son llamados “sumideros” de carbono. O por otro lado, pueden incendiarse y
liberarlo como dióxido de carbono. Sin embargo, no sólo de carbono están hechos
los árboles, también tienen otros elementos que sin embargo, no se consideran
aquí, porque no influyen en el efecto invernadero que causa el cambio climático.
Se ha
determinado que por cada tonelada de biomasa de
un árbol, la mitad corresponde a carbono, lo que puede variar de una especie a
otra. Por lo tanto, para saber la cantidad exacta de carbono en un bosque, es
necesario medir los árboles, usar modelos para convertir estas medidas en biomasa y de
acuerdo con esto determinar la cantidad de carbono que será liberado de regreso
a la atmósfera. Esa liberación puede suceder en forma lenta por medio de la
descomposición o, en forma rápida, si el bosque se quema.
Existe un acuerdo
internacional que se conoce como REDD+, el cual
exige a cada país generar un sistema de medición, reporte y verificación de
emisiones de gases de efecto invernadero.
El objetivo principal de este sistema es
proporcionar información precisa sobre la ganancia y pérdida de carbono en
bosques por actividades humanas y disturbios naturales, tales como los
incendios forestales. La calidad y cantidad de datos generados es muy
importante, debido a que se emplearán para generar los reportes de cada país a
las Naciones Unidas.
El volumen de madera en pie es
una medida que refleja la cantidad de madera contenida en troncos y ramas de
una superficie forestal o tierra boscosa determinada. Normalmente se mide en
metros cúbicos sólidos (m3). Esta medida permite conocer los
recursos forestales existentes, además de servir de base para estimar la
cantidad de carbono almacenado. En todo el mundo se calcula que existen 434.000
millones de m3 de volumen de madera en pie, 30% de los cuales
se encuentra en Sudamérica. A nivel mundial, el volumen de madera en pie ha
descendido ligeramente aunque existen algunas diferencias regionales; mientras
que África, Asia y Sudamérica presentan un ligero descenso, en Europa y América
Central y del Norte su proporción ha aumentado ligeramente.
Las existencias de carbono hacen
referencia a la cantidad de carbono que contienen los ecosistemas forestales del mundo, principalmente en
la biomasa viva (44%) y en el suelo (46%), y en menor
medida también en la madera muerta (6%) y en la hojarasca (4%). La cantidad de carbono retenido en una
hectárea de bosque y la contribución relativa de las diferentes
partes del ecosistema al volumen total de carbono almacenado varía de una
región a la otra.
En
conjunto, se calcula que los ecosistemas forestales del mundo almacenan alrededor de
638.000 millones de toneladas de carbono, es decir, más carbono que el que se
puede encontrar en toda la atmósfera. La cantidad de carbono almacenada en los
ecosistemas forestales está probablemente infravalorada, ya que faltan muchos
datos sobre el carbono almacenado en el suelo de los grandes bosques boreales.
Entre
1990 y 2005 se produjo un descenso de la cantidad total de carbono almacenado
en la biomasa viva, principalmente como consecuencia de
descensos en el sur y sureste Asiático, en África Central y Occidental, y en
Sudamérica. La cantidad de carbono almacenado en la biomasa viva permaneció
relativamente estable en Oceanía y aumentó en Europa y en América Central y del
Norte.
El problema se ha
tornado cada vez más importante, por esto muchos países han tomado conciencia
del efecto que producen con sus emisiones y se han comprometido a reducir sus
emisiones, países como: la Unión Europea, como grupo, reducirá sus emisiones en
8%, con respecto a 1990; los Estados Unidos en 7%; Japón y Canadá en 6%.
Si no se
empieza a tomar conciencia de la magnitud de los posibles efectos que este
calentamiento podría traer consigo, es muy probable que la temperatura mundial
en un periodo de 100 años puede elevarse de 1,5° a 5 °C lo cual con llevaría a
desastres naturales inimaginables como la elevación de los océanos en 75 cm.
Los
bosques juegan un papel importante en la moderación del flujo neto de algunos Gases de Efecto Invernadero (GEI) entre la tierra y la atmósfera y
actúan como depósitos de almacenamiento de carbono en la biomasa y en el suelo.
Actúan como sumideros de carbono cuando aumentan en área o productividad, lo
que da como resultado una mayor absorción del dióxido de carbono atmosférico
(CO2). Por otra parte, al quemarse actúan como una fuente de GEI al
mismo tiempo que el deterioro de la biomasa o los cambios negativos en el suelo
producen emisiones de dióxido de carbono (CO2) y
otros.
Los
cambios en el uso de la tierra (principalmente la deforestación en las áreas
tropicales) constituyen actualmente alrededor del 20% de las emisiones de
dióxido de carbono antropogénica global (CO2). Tomar decisiones
adecuadas sobre el manejo de los bosques puede significar reducciones netas
económicas de las emisiones de GEI, ya sea al disminuir la contribución de los
bosques a las emisiones netas globales o al aumentar su importancia como
sumideros de carbono. Al proporcionar materiales y combustibles renovables -
reduciendo así la dependencia de los combustibles fósiles - y aun así
manteniendo su rol como depósitos de carbono, los bosques pueden significar una
contribución a largo plazo para mitigar el cambio climático.
Surge,
por lo tanto, dos estrategias principales dentro de las actividades de uso de
la tierra y bosques que pueden contribuir a controlar los niveles de CO2 en
la atmósfera. La primera, es aumentar la captura de carbono al crear nuevos y
mejores sumideros denominada "captura o fijación de carbono". En esta
se incluyen actividades tales como, manejo de bosques para aumentar el
crecimiento, forestación, restauración de bosques degradados y agroforestería.
La segunda, es prevenir la liberación de carbono ya fijado, mediante la
conservación de ecosistemas forestales, manejo forestal sostenible y protección
contra incendios.
Efectuar plantaciones para ser utilizadas
como sumideros de carbono podría promover la conversión de bosques secundarios
e incluso primarios a plantaciones. Los cortos períodos de compromiso de cinco
años podrían promover la generación de plantaciones de árboles de crecimiento
rápido lo que no garantizaría inventarios de carbono sostenible.
Para
cuantificar la contribución de los bosques a la reducción de las emisiones será
necesario contabilizar las fuentes y sumideros de carbono a lo largo del tiempo
y analizar de forma pormenorizada otros criterios ambientales y socioeconómicos
que influyen en las decisiones de ordenación de los bosques.
Practicas
forestales que ayudan a la disminución del CO2 en la atmósfera:
- Administración de la conservación: mantener el
nivel existente de carbono en los bosques a través de la protección
forestal, la conservación y la explotación sostenible; además de
actividades para reducir la tasa de deforestación y degradación forestal y
evitar las emisiones asociadas al dióxido de carbono (CO2).
- Administración del almacenamiento: aumentar la
absorción neta de (CO2) de la atmósfera a través del
almacenamiento de carbono en los bosques y productos forestales, por medio
de la expansión del área de los bosques, aumento del total de carbono
almacenado por unidad de área mediante medidas silvícolas (por ejemplo,
rotaciones más prolongadas, mayor densidad de repoblación de árboles, un
menor impacto de la explotación forestal), y la extensión del período
durante el cual la madera explotada permanece en uso.
- Administración de substitución: substituir los
combustibles fósiles por bioenergía obtenida de los bosques administrados
en forma sostenible y utilizar los productos forestales en lugar de las
alternativas de uso intensivo de energía (tales como el acero y el
hormigón). El uso de biocombustibles explotados en forma sostenible
produce un beneficio de CO2 cuando el crecimiento de la
biomasa compensa las emisiones derivadas de la combustión de la biomasa y
se evitan las emisiones producidas por la combustión de combustibles
fósiles.
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