domingo, 25 de agosto de 2019

Factores de riesgo físico/químico en el ambiente laboral Exposición a polvo



Factores de riesgo físico/químico en el ambiente laboral
Exposición a polvo

Cuando se habla de polvo, se suele hacer referencia a los sólidos que han sido originados por la subdivisión mecánica de un material en partículas más pequeñas conservando su composición química y siendo transportadas por el aire. También se pueden definir como pequeñas partículas sólidas con un diámetro inferior a 75 μm que se depositan por su propio peso pero que pueden permanecer en suspensión durante algún tiempo

La exposición ocupacional a partículas suspendidas en el aire es muy corriente y suele entrañar riesgos para la salud humana. La impresión visual de estas partículas puede a menudo ser engañosa; en efecto, las finas partículas causantes de muchas enfermedades pulmonares profesionales son menos perceptibles que el polvo espeso, que puede ser sólo una molestia. De igual manera, hay nubes de polvo con la misma apariencia, que pueden tener distintos efectos en la salud según la toxicidad de sus componentes.

El análisis cualitativo puede revelar que las partículas de polvo aparentemente inertes pueden contener cantidades mínimas de una sustancia tóxica. Además, algunas partículas en suspensión consideradas como inertes o como simples “molestias” pueden llegar a tener actividad química o biológica cuando permanecen durante muchos años en el pulmón humano. Es por ello que la exposición laboral a polvo puede ser considerada como la exposición a un factor de riesgo físico, cuando el material es inerte, un factor de riesgo químico cuando es un producto químico en forma de polvo o una combinación de ambas.

El comportamiento de las partículas en el aire y en el cuerpo humano depende de las propiedades físicas y químicas que éstas tengan. El tamaño, la densidad y la forma de las partículas son de la máxima importancia como factores que influyen, no sólo en la velocidad de sedimentación, y por consiguiente, en el tiempo de permanencia en el aire, sino también su penetración y acumulación en el sistema respiratorio. Los efectos nocivos de las partículas, cuando los hay, depende también de la composición química y mineralógica, la solubilidad y la actividad biológica de éstas.

En general, se considera el tamaño de las partículas como la característica física más importante del material en suspensión. El polvo se puede caracterizar mediante la discriminación del tamaño de sus partículas que pueden depositarse a lo largo del tracto respiratorio e incluso las más pequeñas en la zona alveolar. La proporción real de polvo que una persona puede inhalar depende también de otros factores como son la velocidad y dirección del aire próximo a la persona, la cadencia respiratoria y de si la inhalación se realiza a través de la nariz o de la boca.


1. Partículas y fibras
                    
Es importante diferenciar entre partículas y fibras. Cuando hablamos del tamaño de partículas nos referimos al diámetro aerodinámico, es decir el diámetro de giro de la partícula. La diferencia entre partículas y fibras estriba en la relación diámetro largo. En las fibras la relación diámetro largo es menor a un 1/3 de la longitud.

En la siguiente figura se puede observar la diferencia entre fibras y partículas



2. Clasificación de partículas según el tamaño.
Cuando se habla de exposición a partículas de polvo se entiende que esas partículas tienen una determinada distribución de tamaño. Las partículas de mayor tamaño (>30µ) son retenidas en el tracto respiratorio superior. Durante la respiración nasal, las partículas se depositan en la nariz mediante filtración por los pelos nasales y por impactación donde el flujo de aire cambia de dirección. Una vez depositadas, la retención es ayudada por el moco, que recubre la nariz. La mayoría de las partículas queda retenida en la zona naso-bucal o se depositan en la tráquea o los bronquios, donde son eliminadas por expectoración La vía nasal es un filtro de partículas más eficiente que el oral. Por lo tanto, las personas que respiran normalmente por la boca, es de esperar que tengan más partículas que alcanzan el pulmón que los que respiran completamente a través de la nariz.
Las partículas más finas (10µ<) pueden penetrar al tracto respiratorio inferior pudiendo llegar a los alveolos de dependiendo de su tamaño. Las partículas que llegan a los alveolos se denominan fracción respirable. Partículas como la sílice o el carbón, al acumularse en el tejido pulmonar, pueden dar lugar a la formación de tejido fibroso reduciendo la capacidad de intercambio de gases y provocando las denominadas neumoconiosis.

En la siguiente imagen se puede observar la capacidad de penetración de las partículas en el tracto respiratorio de acuerdo a su tamaño.



3. Polvo total y respirable

Para el higienista ocupacional, las partículas de mayor interés están limitadas a aquellas que tienen un diámetro aerodinámico inferior a las 10 micras. La definición de polvo total o partículas inhalables es aquella fracción retenida en un filtro de PVC de 5µ de diámetro de poro de acuerdo al método NIOSH 0500 y las normas Covenin 2252 y 2253. La definición de polvo respirable o partículas respirables es aquella fracción mayor de 5µ y menor de 10µ de acuerdo al método NIOSH 0600 y las normas Covenin 2252 y 2253. Esta fracción se determina por medio de la utilización de equipos (ciclones) que separan las partículas totales de las partículas con un diámetro inferior a las 10 micras. Estos equipos se utilizan para la determinación de polvos o partículas respirables.

En la siguiente imagen se puede observar la comparación del tamaño de una partícula de polvo (2,5 y 10µ) con respecto al diámetro de un cabello



En la imagen siguiente se puede apreciar la clasificación de polvo total y respirable.



La Unión Europea establece una metodología (Convenio UNE EN 481) que permite relacionar los diferentes tamaños representados por los diámetros aerodinámicos con las fracciones o porcentajes del aerosol total que han de ser recogidas y que son, en definitiva, fracciones que penetran en condiciones medias en las distintas regiones del tracto respiratorio. Permitiendo poder comparar la concentración másica de las fracciones del aerosol con los Valores Límites Ambientales establecidos.
Para la determinación de qué partículas conforman la fracción másica respirable, se aplica una función de probabilidad definida en la norma EN481 con base al diámetro aerodinámico de las partículas. Definiendo el diámetro aerodinámico de una partícula como el diámetro una partícula esférica, de 1 g/cm3 de densidad, y que tiene la misma velocidad terminal de sedimentación en el aire que la partícula de interés. La fracción respirable (ER) corresponde a una distribución logarítmica normal acumulativa con una mediana de 4,25 μm y una desviación típica geométrica de 1,5.

La clasificación que ofrece el Convenio UNE EN 481, divide el polvo en tres fracciones que dependen del tamaño de partícula (propiedad decisiva en la velocidad de sedimentación):

a) Fracción inhalable: Es la fracción másica del aerosol total que se inhala a través de la nariz y la boca. En la definición de fracción inhalable no considera los tamaños superiores a 100 µm ni las velocidades de viento mayores a los 4 m/s. En estos casos se interrumpe bruscamente y el convenio considera que puede subestimarse la fracción de partículas más grandes que se inhalan.

b) Fracción torácica: Es la fracción másica que penetra más allá de la laringe.

c) Fracción respirable: Es la fracción másica de las partículas inhaladas que penetran las vías respiratorias no ciliadas.

El lugar de depósito es fundamental en el caso de las partículas insolubles ya que determina donde se produce el efecto y la fracción de interés. La composición del polvo puede variar según la tipología de las partículas y los efectos en la salud pueden ser de distinta índole.
En la siguiente figura se puede observar la relación de tamaño de las distintas fracciones.


4. Metodologías para la determinación de polvo total y respirable
En líneas generales el método de evaluación de polvos totales consiste en cuantificar el peso de partículas totales retenidas en un filtro de PVC (de 5 µm de diámetro de poro y 37 mm de diámetro) y determinar su concentración (expresada en mg/m3 de aire aspirado). Para ello se pesa el filtro antes y después de realizada la evaluación. La diferencia de peso obtenida, dividida entre el volumen de aire aspirado, expresado en metros cúbicos, es la concentración de polvos totales.

El método de evaluación de polvos respirables es similar al de polvos totales con la excepción que se utiliza un equipo, denominado ciclón, que permite separar las partículas mayores de 10 micras, permitiendo que en el filtro se retengan solamente las partículas menores a 10 micras, denominada fracción de polvos respirables.    

Esto se expresa matemáticamente de la siguiente forma:

Concentración de polvo (mg/m3) = mg de polvo total o respirable / m3 de aire aspirado

Es decir:       Concentración (mg/m3) = Peso (mg) / Volumen (m3)

Para el ajuste y verificación del caudal de las bombas se puede utilizar un calibrador digital de burbuja.  La bomba de aire a ser calibrada se conecta al calibrador y se hace pasar aire a través del tubo de vidrio del calibrador donde una burbuja plana de jabón (película) se interpone en el camino del flujo. El flujo de aire provoca que la película se mueva hacia arriba de las marcas de volumen, el tiempo de movimiento de la película es medido por el calibrador. El equipo calcula el flujo usando el tiempo de viaje de la burbuja y el volumen del tubo.

5. Limitaciones de las metodologías

Las limitaciones de las metodologías NIOSH 0500, las normas Covenin 2252/2253 y el Convenio UNE EN 481 se encuentran en la capacidad de retención de partículas de acuerdo al tipo de filtro que utilizan. El uso de un filtro de PVC de 5µ subestima la fracción de polvo respirable menor de 5µ. La metodología del Convenio  UNE EN 481 establece el uso de filtros de fibra de vidrio de 1µ, por lo cual se sigue subestimando la fracción menor a 1µ.
Sin embargo existen en el mercado equipos (impactadores de cascada) que permiten determinar cuantitativamente las fracciones de 2,5, 1, 0,5 y 0,25 µ.
También existen equipos de medición basados en la dispersión de un haz de luz. El equipo mide los efectos de difracción, dispersión y reflexión causada por las partículas de polvo. Estos equipos permiten medir a tiempo real las concentraciones de polvo de diferentes fracciones.

6. Efectos sobre la salud


 Según el tipo de partículas, los efectos sobre la salud pueden ser más o menos graves. No obstante, no hay polvos inocuos; cualquier exposición a polvo supone un riesgo. En general, el polvo provoca irritación de las vías respiratorias y, tras exposiciones repetidas, puede dar lugar a bronquitis crónica. Otros tipos de polvo provocan enfermedades específicas (amianto, sílice, plomo). Hay tipos de polvo que, además, pueden ser explosivos en ambientes confinados (carbón, caucho, aluminio).
Efectos respiratorios

·    Neumoconiosis: silicosis, asbestosis, neumoconiosis de los mineros del carbón, siderosis, aluminosis, beriliosis, etc.
·    Cáncer pulmonar: polvo conteniendo arsénico, cromatos, níquel, amianto, partículas radiactivas, etc.
·    Cáncer nasal: polvo de madera en la fabricación de muebles y polvo de cuero en industrias de calzado.
·    Irritación respiratoria: traqueítis, bronquitis, neumonitis, enfisema y edema pulmonar.
·    Alergia: asma profesional y alveolitis alérgica extrínseca (polvos vegetales y ciertos metales).
·    Bisinosis: enfermedad pulmonar por polvos de algodón, lino o cáñamo.
·    Infección respiratoria: polvos conteniendo hongos, virus o bacterias

Efectos generales

·         Intoxicación: el manganeso, plomo o cadmio pueden pasar a sangre una vez inhalados como partículas.

Otros efectos
·    Lesiones de piel: irritación cutánea y dermatosis (berilio, arsénico, ácido crómico, plásticos, etc.).
·    Conjuntivitis: contacto con ciertos polvos.
·    Riesgo de explosión: las materias orgánicas y metales sólidos pulverulentos, dispersados en el aire en forma de nube, pueden arder con violencia explosiva. Tal es el caso de fábricas de harina, azúcar, piensos, pulido de metales, etc.

En la siguiente figura se puede observar un resumen de los efectos sobre la salud por la inhalación de polvo


7. Bibliografia







miércoles, 14 de agosto de 2019

Factores de riesgo biológico. Exposición laboral a microorganismos (Bioaerosoles).



Factores de riesgo biológico.
Exposición laboral a microorganismos (Bioaerosoles).

Los bioaerosoles son partículas transportadas por el aire, constituidas por seres vivos, o moléculas grandes que han sido liberadas por un ser vivo. El diámetro de las partículas constitutivas de los aerosoles oscila desde el submicroscópico (menor de 0.1 μm) hasta el superior a los 100 μm. La mayoría de los bioaerosoles son complejos en cuanto a la naturaleza de sus componentes, de modo que pueden estar constituidos por bacterias, hongos, protozoos, virus, etc., y/o diversas estructuras y compuestos consecuencia de su desarrollo o actividad.

En la siguiente tabla se muestra los componentes biológicos de los bioaerosoles y sus efectos sobre la salud


Formación de bioaerosoles (aerosolización)
Para que se llegue a producir un aerosol a partir de un organismo o sus partes, se requieren tres condiciones:

1. La presencia de un reservorio
2. Un proceso de amplificación
3. La diseminación o aerosolización propiamente dicha.

El reservorio es el lugar donde, de forma natural, se encuentra un organismo. La naturaleza del reservorio depende del organismo en cuestión; los reservorios de los organismos parásitos están constituidos por otros seres vivos. Los virus, algunas bacterias y determinados hongos que son parásitos obligados, sólo pueden crecer en huéspedes vivos, ya que fuera del organismo no pueden sobrevivir, y, por tanto, no se desarrollan en reservorios ambientales.
La mayor parte de las bacterias y ciertos hongos son parásitos facultativos, por lo que pueden vivir y desarrollarse en organismos vivos o sobre materia orgánica no viva, teniendo algunos de ellos sus reservorios en huéspedes humanos, como es el caso de Mycobacterium tuberculosis (la bacteria causante de la tuberculosis humana), mientras otros los tienen en el medio ambiental, como Legionella (el agente causante de la legionelosis).

La amplificación consiste en el aumento en el número o en la concentración de los organismos, sus partes o componentes; proceso imprescindible ya que, sin él, la diseminación, el proceso de dispersión de las partículas constitutivas del bioaerosol, no tendría ningún efecto porque la cantidad de material dispersado sería muy exigua. En los parásitos obligados la amplificación tiene lugar en el propio huésped, y la diseminación se produce desde el mismo, como es el caso del virus de la gripe, que se disemina por la tos y los estornudos de los individuos enfermos. Por el contrario, en el caso de Legionella, una bacteria que normalmente se encuentra en las corrientes de agua naturales y en el agua del suelo, se amplifica, por ejemplo, en las torres de refrigeración y se disemina a partir de los efluentes que salen de ellas, pudiendo entrar en contacto con los seres humanos, cuyas células invadirá produciéndose la enfermedad.
Los organismos saprófitos, es decir, los que sólo se desarrollan sobre materia orgánica muerta, como es el caso de la mayoría de los hongos y muchas bacterias y protozoos, se encuentran en reservorios ambientales, generalmente materia vegetal muerta en el exterior de edificios, se amplifican y diseminan a partir de estos reservorios, pero a veces también lo hacen a partir de sustratos situados en el interior de edificios. Tal es, por ejemplo, el caso de Aspergillus flavus, un hongo saprófito que normalmente se encuentra en el ambiente exterior, creciendo sobre restos vegetales agrícolas muertos, pero que también puede amplificarse en sustratos interiores (alfombras mojadas, paredes, etc.), y diseminarse por el aire cuando tales sustratos son movidos.

Algunos bioaerosoles están constituidos por los efluentes procedentes de artrópodos, aves y mamíferos que actúan a modo de reservorios, amplificadores y diseminadores. En general, es difícil realizar un control de los bioaerosoles que se producen en el ambiente exterior, pero sí es posible controlar su presencia y concentración en los ambientes interiores, bien sea impidiendo la entrada de los aerosoles exteriores, bien impidiendo la contaminación de los sustratos interiores, o si ésta se ha producido, eliminando los materiales contaminados y por tanto la fuente de amplificación y diseminación interior. La elección de un sistema adecuado de control requiere el conocimiento de la naturaleza, fuentes y efectos de los bioaerosoles así como disponer de los medios apropiados para su identificación y medida.

 Las enfermedades por hipersensibilidad

Aspectos inmunológicos
Las enfermedades por hipersensibilidad son consecuencia de la exposición a materiales del ambiente que actúan a modo de antígenos estimulando la producción de anticuerpos específicos. En la neumonía por hipersensibilidad, el organismo produce una inmunoglobulina antígenoespecífica, la IgG. Las enfermedades alérgicas (el asma alérgica, la rinitis alérgica o fiebre del heno) se presentan en personas con una constitución genética que les permite la producción de IgE antígenoespecífica.
La implicación de una reacción inmunológica es lo que explica que la proporción de individuos con enfermedades por hipersensibilidad entre los ocupantes de edificios sea baja. No obstante, la aparición de un caso de neumonía debería desencadenar una investigación adecuada para descubrir otros posibles casos, su posible origen y la aplicación de medidas correctoras adecuadas para reducir o eliminar la exposición a bioaerosoles. La mayoría de los antígenos relacionados con los edificios se acepta que son de origen fúngico, pero los protozoos también pueden estar implicados, y, en el caso de edificios de viviendas, se considera que los ácaros del polvo son los causantes del asma alérgica.

Alveolitis alérgica
La neumonía por hipersensibilidad (alveolitis alérgica) se caracteriza por una neumonía aguda, recurrente, con fiebre, tos, dolor pectoral e infiltrados pulmonares, o por una progresión de la tos, disnea, fatiga, y fibrosis pulmonar crónica, o por un patrón intermedio entre enfermedad pulmonar aguda y crónica, y es relativamente frecuente entre las personas expuestas a polvos orgánicos, como son los granjeros, criadores de palomas, queseros, trabajadores de la madera de secuoya y cultivadores de champiñones. El diagnóstico se basa en la historia laboral del paciente y una serie pruebas complementarias.

En la sangre de los pacientes pueden encontrarse precipitinas (anticuerpos IgG) frente a los organismos saprófitos comunes o a un extracto de material recogido del ambiente implicado. Pero, a menudo, la fuente microbiana específica del antígeno causante de un brote permanece desconocida, aunque en un caso se ha reconocido el origen fúngico a partir de los cultivos ambientales. En la literatura reciente, se ha atribuido el origen de determinados casos de alveolitis alérgicas a bioaerosoles formados a partir de mobiliario dañado por el agua y a unidades de procesamiento de aire contaminadas, y, concretamente en dos brotes, se ha reconocido una elevada prevalencia de síntomas característicos del SBS entre los trabajadores expuestos que no presentaban neumonía por hipersensibilidad.

Asma
El asma relacionada con los edificios, se caracteriza por molestias consistentes en dolor de pecho, estornudos, tos y disnea. Los síntomas pueden hacer su aparición al cabo de una hora de iniciarse la exposición, o presentarse con un retraso de 4 a 12 horas, o ambas cosas a la vez. El diagnóstico lo hace el médico sobre la base de la historia del paciente, los síntomas, la reversibilidad de la restricción del flujo de aire respiratorio o la obtención de una restricción del flujo de aire frente a las pruebas de provocación con dosis bajas de metacolina o histamina. Los pacientes afectados no deberían permanecer en el ambiente contaminado y se les debería prescribir una medicación adecuada. Existe poca documentación sobre el asma relacionada con los edificios, pero en algunos casos se ha asociado con el uso de humidificadores, y en concreto con el empleo de biocidas utilizados en estos sistemas, así como con la utilización de nebulizadores caseros.

Rinitis alérgica
La rinitis alérgica se diagnostica a partir de la historia del paciente, el examen físico, investigación de eosinófilos en moco nasal, «prick test» cutáneos con aero-alérgenos, y niveles elevados de IgE total. Probablemente, la rinitis alérgica sea un trastorno frecuente que permanece enmascarado por las alteraciones debidas al SBS.

Fiebre de los humidificadores
La fiebre de los humidificadores se caracteriza por fiebre, escalofríos, dolores musculares y malestar general, pero no se presentan síntomas y signos pulmonares conspicuos. Estos síntomas aparecen a las 4-8 horas de iniciada la exposición y remiten dentro de las 24, sin efectos posteriores.

Enfermedades contagiosas

Legionelosis
La enfermedad de los legionarios es una neumonía que se reconoció por primera vez en una epidemia de 182 casos ocurrida en un hotel de Philadelphia en 1976, causada por la bacteria Legionella, ampliamente difundida en la naturaleza. A partir de aquel momento, los casos epidémicos y endémicos se han asociado con los edificios y en concreto con los aerosoles generados en las torres de refrigeración, condensadores de evaporación, bañeras con chorros de agua a presión, y cabezales de ducha. El tiempo de incubación de esta bacteria hasta producir la neumonía es de cinco o seis días, pero sólo una proporción reducida de la población expuesta desarrolla la enfermedad sintomática, que, además, puede afectar el tracto intestinal, riñones y sistema nervioso central.


Fiebre de Pontiac
Pero la Legionella se asocia también con otra enfermedad relacionada con los edificios, es la llamada fiebre de Pontiac, descrita por primera vez en un brote epidémico de 144 casos ocurrido en un departamento sanitario de Michigan en 1968. La proporción de afectados fue casi del 100%, y el tiempo promedio de incubación, de 36 horas. Los síntomas característicos de la fiebre de Pontiac son: fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y mialgias. Los brotes de fiebre de Pontiac, se han asociado con la contaminación de sistemas de aire acondicionado, bañeras con chorros a presión, condensadores de turbina de vapor, y refrigerantes industriales. El porqué de la existencia de dos síndromes distintos causados por un mismo germen permanece actualmente desconocido.


Fiebre Q y otras enfermedades
En determinados edificios especializados, como hospitales y laboratorios de investigación, ocasionalmente aparecen infecciones como epidemias asociadas a edificios, como es el caso de la fiebre Q, causada por la rickettsia (un tipo de microorganismo) Coxiella burnetti, que ha sido diseminada a través de los sistemas de ventilación de edificios que alojaban cabras, carneros o ganado infectado, o de edificios en los que se cultivaba este microorganismo. De forma similar se pueden producir casos de ántrax por la dispersión, y posterior inhalación, de esporas de Bacillus anthracis a partir de productos animales contaminados. La importancia de la transmisión aérea de las enfermedades ha sido confirmada en la aparición de determinados brotes de tuberculosis, enfermedad pustulosa de los pollos, sarampión y viruela, y de modo concreto se ha comprobado la transmisión del sarampión por aerosoles transportados a través de los sistemas de ventilación.


Existen suficientes indicios de que en áreas de oficinas, laboratorios, almacenaje y servicios generales coexisten sustancias capaces de alterar sus propiedades físico-químicas y proveer las condiciones necesarias para el desarrollo y crecimiento de microorganismos que alteran las propiedades biológicas del aire lo cual puede originar efectos nocivos sobre la salud de las personas y sobre los materiales dependiendo de la concentración y permanencia de estas sustancias en el ambiente.


Determinación de bioaerosoles en el ambiente laboral

Uno de los métodos para la determinación de bioaerosoles consiste en la captación  de la muestras haciendo pasar una corriente de aire sobre una placa de Petri con un medio de cultivo específico. Este método se conoce como colección por impacto. Se utilizan medios de cultivo diferentes para la determinación de bacterias, mohos y levaduras.
El método de conteo consiste en determinar el número de colonias que se han formado después de la incubación de las placas durante 48 horas a 37º C para bacterias y cinco (5) días para mohos y levaduras. La concentración de microorganismos en el aire se  expresa en unidades formadoras de colonias (UFC/m3).

En la siguiente imágen se muestra el equipo de captación de muestras (impactador de Andersen, medios de cultivo, mangueras, trípode y bombas de vacío)



Medidas preventivas
El control de la contaminación microbiológica en ambientes interiores se puede conseguir con un buen diseño de los sistemas y un eficaz programa de mantenimiento de las instalaciones. El método más directo para limitar el desarrollo de microorganismos es restringir la disponibilidad tanto de nutrientes como de agua.
Las medidas preventivas que a continuación se indican representan un sumario de las que aparecen en la literatura especializada:

  • Ubicar la toma de aire exterior de modo que se impida la reentrada de los aerosoles producidos en las torres de refrigeración
  • Es conveniente mantener el edificio a ligera presión positiva para minimizar la infiltración del aire por lugares no controlados (puertas, ventanas, etc.).
  • Prevenir la acumulación de agua estancada bajo los sistemas de refrigeración, implantando un sistema de drenaje continuo.
  • Reparar de inmediato cualquier fuga de agua tanto dentro del sistema de ventilación/climatización como en el resto del edificio.
  • Mantener la humedad relativa del aire por debajo del 70% en los espacios ocupados y en los plenos de baja velocidad de aire.
  • Establecer programas de mantenimiento que contemplen la inspección, la limpieza y la desinfección de los diversos componentes del sistema, registrando las operaciones que se realicen y su periodicidad, prestando especial atención a los humidificadores y torres de refrigeración.
  • Drenar y limpiar los humidificadores a intervalos de dos a cuatro meses, realizando aclarados con desinfectantes suaves. Es recomendable utilizar agentes descalcificantes del agua.
  • Seleccionar biocidas y anticorrosivos que sean compatibles entre ellos y con los materiales de construcción de los diferentes elementos.
  • Establecer programas de control periódico, mediante la realización de cultivos microbiológicos, en diferentes puntos del sistema (torres de refrigeración, condensadores por evaporación, unidades de climatización, humidificadores, etc.).


Bibliografía

NTP 313: Calidad del aire interior: riesgos microbiológicos en los sistemas de ventilación/climatización
NTP 288: Síndrome del edificio enfermo: enfermedades relacionadas y papel de los bioaerosoles