lunes, 31 de octubre de 2022

El nuevo condimento de nuestras comidas: El plástico que comemos.


 

El nuevo condimento de nuestras comidas: El plástico que comemos.

 

Los plásticos son macromoléculas químicas sintéticas que tienen la propiedad de ser maleables y por tanto pueden ser moldeados en objetos sólidos de diversas formas. Estas macromoléculas, también conocidas como polímeros, están constituidas por unidades conocidas como monómeros. Pueden estar formadas por un solo tipo de monómero (homopolímeros) o varios tipos de monómeros (copolímeros).

 

Una vez formado el polímero se comercializa en forma de pequeños granos o pellets, los cuales son la materia prima para la fabricación de una infinidad de artículos.

 

El proceso consiste en la fundición de los pellets a los cuales se les puede añadir algunos aditivos como colorantes, plastificantes, sólidos como carbonato de calcio, etc. Esta masa fundida es extruida, moldeada o soplada para formar diversos artículos.

 

Una vez usado el artículo, algunos de un solo uso como son las botellas plásticas, son descartados y forma parte de los residuos sólidos urbanos. El manejo inadecuado que hacemos de estos residuos y la baja tasa de reciclaje ha permitido que los materiales plásticos sean contaminantes de suelos, aguas e inclusive el aire.

 

Estos materiales plásticos expuestos a las condiciones ambientales pueden sufrir fragmentación por cambios de tipo físico (cambios de temperatura, erosión) y/o de tipo químico (fotooxidación) por lo cual se observan en la naturaleza fragmentos de distintas formas (pellets, fibras, etc).

 

El volumen de materiales plásticos arrojados al mar ha conducido a que se forme un “continente de plástico” en el Océano Pacífico

 

Cada segundo se arrojan más de 200 kilos de plástico a los mares y océanos. El 70% se va al fondo marino y el 15% se queda flotando.

Tipos de plásticos

 

Entre los plásticos más usados se encuentran el polietilen tereftalato (PET), polietileno de alta densidad (HDPE), polietileno de baja densidad (LDPE), cloruro de polivinilo (PVC), polipropileno (PP), poliestireno (PS), policarbonato (PC). Esta diversidad permite diversos usos y algunos de ellos son fácilmente reciclables y se les asigna un código de acuerdo a su capacidad de reciclaje.

 Es bien sabido que millones de toneladas de plástico van a parar a los océanos cada año, causando un grave impacto negativo sobre la fauna que lo ingiere y el medio ambiente. Lo que no se conoce, con tanto detalle, es la cantidad y toxicidad de parte de este plástico que, como parte de la cadena trófica, los humanos también ingerimos.

 Degradación de los plásticos

 Los plásticos en el ambiente sufren procesos de degradación física, química y biológica. En la Gráfica se muestra los procesos de degradación del plástico hasta formar fragmentos de diversos tamaños, conocidos como microplásticos. El nivel de degradación puede llegar al nivel de macromoléculas solubles las cuales pueden ser mineralizadas en el medio.


Micro y nanoplásticos

 

Los microplásticos generalmente se consideran residuos con tamaño por debajo de los 5 mm y son el resultado de la fragmentación de objetos plásticos mayores, asi como de la liberación directa de pequeñas partículas de plástico en las actividades humanas. Sin embargo, en comparación con el límite del tamaño superior, hay mucho menos acuerdo sobre el límite inferior. Algunos estudios se refieren a límites de 1 mm, 1 µm o incluso 100 nm para partículas microplásticas.(4)

 

Las partículas de plástico con tamaños típicamente menores a unos pocos micrómetros se clasifican a veces como "nanoplásticos". Por ejemplo, la EFSA define como nanoplásticos a las partículas con un tamaño entre 1 y 100 nm. Los nanoplásticos pueden producirse por degradación de los microplásticos o pueden liberarse directamente de fuentes domésticas e industriales. En este sentido, la CE propone clasificar de forma estandarizada las partículas de plástico no sólo por su tamaño, sino también por su forma y el material del que están hechas. 

La información sobre la forma de la partícula no solo aporta datos sobre los tamaños sino que puede ayudar a identificar el origen de los micro y nanoplásticos detectados. Por ejemplo, se estima que en las muestras de agua del mar y de playa hay cinco veces más de fibras que de partículas con otras formas. En el entorno marino las fibras pueden alcanzar concentraciones de hasta miles por metro cúbico de agua. Se piensa que su origen puede el lavado doméstico de prendas textiles. (4)

  También la información sobre la composición química de las partículas es relevante, pues nos aporta datos sobre su posible toxicidad y carga microbiana.  La cantidad de sustancias y microorganismos que pueden estar contenidos en las partículas plásticas provenientes de diferentes sectores industriales y domésticos es bastante alta.  Aparte, hemos de tener en cuenta que la lista de polímeros plásticos con potencial tóxico encontrados en partículas microplásticas y nanoplásticas es muy abundante, incluyendo polyester (PCT), polypropylene (PP), cloruro de polivinilo (PVC), poliestireno (PS), Teflon, nylon 6.6, polietileno (PE), Tereftalato de polietileno (PET), resina de estireno acrilonitrilo (SAN) o el poli (metacrilato de n-butilo) (PBMA).(4)

 Los micro y nanoplásticos en la cadena trófica

 Estos micro y nanoplásticos pueden, en principio, formar parte de la dieta de los organismos base de la cadena alimentaria y producer bioacumulación en las especies superiores de la cadena trófica

 Actualmente se considera que los micro y nanoplásticos son ubicuos en el ambiente. Se los puede encontrar en el aire interior y exterior, en el agua, los sedimentos y los organismos terrestres y acuáticos. Sus fuentes principales son diversas pero en gran parte provienen de plásticos de un solo uso, textiles, cosméticos, artes de pesca, pinturas, polvo urbano, neumáticos y procesos de la agricultura e industria.(4)

         Los micro y nanoplásticos tienen la capacidad de traspasar las plantas de tratamiento de aguas residuales, que no están diseñadas para retenerlos. En consecuencia, se acumulan en puntos con mayor densidad de población y su distribución está influenciada por los movimientos del agua (corrientes marinas) y el aire (vientos). En particular los océanos acumulan los plásticos, siendo su reservorio final y, por consiguiente, la flora y fauna del océano están especialmente expuestas.(4)

 

En comparación, en los productos alimenticios solo se han encontrado por el momento cantidades pequeñas de partículas de plástico, sin embargo existe una gran variabilidad en el riesgo de exposición. Algunos estudios han estimado la exposición humana anual a los microplásticos causados por el consumo de mejillones, considerados potencialmente como los alimentos más contaminados por estas partículas. Según uno de esos estudios, los resultados variaron de 123 partículas microplásticas/ año / cápita en el Reino Unido a 4.620 partículas / año / cápita en Bélgica, Francia o España, donde el consumo de mariscos es mayor. Un estudio de la EFSA también estima que una porción de 225 g de mejillones chinos conduciría a la ingestión de 900 partículas de plástico. Considerando una porción por mes durante un año, el consumo aumentaría a 10,800 partículas / año / cápita. Por lo tanto, la variabilidad del número de partículas / año / cápita es alta, dependiendo del país y los hábitos nutricionales. Otro producto que se ve afectado especialmente afectado es la sal. Un estudio realizado para conocder la exposición anual a microplásticos en sales en España, estimó hasta 510 partículas / año / cápita, utilizando la dosis diaria máxima de sal recomendada por la OCDE (5 g de sal por día). Sin embargo, la dosis diaria recomendada no refleja necesariamente el consumo real de esos productos. En el mismo estudio se intentó sumar el consumo promedio de micropartículas por consumidor, con resultados que indicaron una ingestión de más de 5 800 partículas / año / cápita, considerando conjuntamente las contribuciones de la sal (que aportó el 3% del total de partículas), cerveza (9%) y el agua embotellada (88%). (4)

 

Evaluación del riesgo en la cadena alimentaria

 

Una hipotética amenaza para la salud humana debida a los microplásticos puede ocurrir a través de su ingesta en la cadena alimentaria. Los alimentos que consumimos pueden estar contaminados por microplásticos, ya sea por una exposición directa en el medio ambiente o por transferencia de los microplásticos en la cadena trófica entre depredadores y presas, en especies comestibles.El impacto en la salud humana puede deberse a la naturaleza físico-quimica de los micro/nanoplásticos y al potencial daño tisular que pueden causar, pero también al hecho de que podrían ser portadores de sustancias químicas y microorganismos potencialmente tóxicos.

Sin embargo, la CE considera que solo se podrá realizar una evaluación de riesgos efectiva cuando se disponga de datos concluyentes sobre la exposición humana. Por el momento, se han registrado datos de 201 especies comestibles (200 marinas y 1 terrestre) consideradas como afectadas por la presencia de micro/nanoplásticos. En el caso de la mayoría de las especies marinas, la contaminación puede explicarse por ingestión directa y por transferencia trófica, que, dada la persistencia del plástico, puede producir una acumulación biológica, con mayor nivel de concentración cuanto más elevado es el nivel trófico. Si bien en muchas especies las partículas plásticas son eliminadas con el tracto digestivo antes de ser consumidas, otras como los bivalvos o pescados pequeños se consumen enteros y pueden ser una fuente de contaminación en la dieta humana. (4)

 

En 2016, la EFSA publicó un informe sobre la presencia de microplásticos y nanoplásticos en los alimentos, con un enfoque particular en los productos del mar. Este informe indica que el mejillón común (M. edulis), cultivado para el consumo humano, puede ingerir partículas microplásticas con tamaños que varían de 2 µm a 10 µm.  El informe también describe que los microplásticos en bivalvos, camarones y peces pueden alcanzar concentraciones promedio de 0.2 a 4 micropartículas/g, 0.75 partículas/g y 1-7 partículas/g, respectivamente. Actualmente, los únicos estudios sobre la contaminación por microplásticos en los productos alimenticios se refieren a la miel, el azúcar, la sal, la cerveza, el agua embotellada y las sardinas en lata. (4)  

 

Posibles riesgos a la salud

 

El trabajo de Ragusa y col (6) muestra la determinación y caracterización por espectroscopía Raman de microplásticos en leche materna. Los investigadores no encontraron diferencias estadísticas significativas con respecto al consumo de productos marinos, productos de higiene personal usados y consumo en botellas plásticas en la población estudiada y plantean como otra posible fuente la inhalación de estas partículas.

 

Otro aspecto importante a considerar es que los micro/nanoplásticos puedan actuar como  vectores de “contaminantes orgánicos persistentes” (POP, acrónimo en inglés) e incrementarían las tasas de bioacumulación de POP en la cadena trófica.(7)

 

Los microplásticos pueden contener hasta un promedio de un 4% de aditivos y pueden adsorber contaminantes. Tanto los contaminantes como los aditivos pueden ser de naturaleza orgánica o inorgánica. Los principales aditivos plásticos y contaminantes adsorbidos para los que se cuenta con información incluyen ftalatos, Bisfenol A (BPA), difenil éteres polibromados, Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAP) y bifenilos policlorados (PCB). La información sobre metales es escasa y no existen datos sobre otros contaminantes químicos.(8)

 

Los micro/nanoplásticos han alcanzado todos los ecosistemas y se pueden considerar como un contaminante emergente en la atmósfera.  Por lo tanto la inhalación de estas micropartículas es otra fuente de ingreso al organismo.

 

Conclusiones

 La escasa información que existe en torno a la presencia de microplásticos y nanoplásticos en los alimentos, y en particular para las partículas de menor tamaño (< 150 µm), así como de su adsorción por el organismo, de su toxicidad y del efecto del procesado, la principal medida es el fomento de la investigación en todas estas áreas detalladas. Del mismo modo, es necesaria la estandarización de la metodología para mejorar la vigilancia de estas micro y nanopartículas en los alimentos. (8)

 

·   No existen contenidos máximos legislados sobre microplásticos y nanoplásticos como contaminantes en los alimentos, aunque existe una amplia gama de políticas y legislación de la UE con respecto a los plásticos. (8)

 

·         Con la información y datos actualmente disponibles no hay base suficiente para caracterizar la potencial toxicidad de los microplásticos en humanos. Los potenciales efectos de los microplásticos en la salud de los consumidores son aún desconocidos y precisan de más investigación. La carencia de un amplio conocimiento sobre la toxicocinética y toxicodinamia de estos contaminantes y de sus efectos sobre la salud impide efectuar una sólida caracterización del riesgo si bien muchos autores anticipan que el riesgo derivado de la exposición dietética a plásticos y derivados es bajo. A pesar de ello, la publicación de estudios experimentales y epidemiológicos que asocian la exposición prolongada a muy pequeñas dosis con efectos adversos mantiene viva esta creciente preocupación de la comunidad científica por la exposición dietética a los plásticos y sus aditivos. Se concluye que los niveles de exposición dietética totales a plásticos, microplásticos y nanoplásticos no pueden ser aún estimados y la caracterización del riesgo no puede concluirse si bien se sugiere que la investigación futura sobre estos contaminantes alimentarios aporte soluciones innovadoras que implementen medidas de mitigación/minimización de la exposición dietética del hombre al tiempo que la regulación de niveles máximos de sus principales moléculas en las distintas fuentes alimentarias. (10)

 

Bibliografía

(1)(1) https://www.fundacionaquae.org/mar-de-plastico-el-80-de-la-basura-en-el-mar-es-plastico/

(2)(2)  https://plasticoceans.org/7-tipos-de-plastico-mas-comunes/

(3)(3)  https://degradable.com.pe/wp-content/uploads/2021/04/2.07-UNE-CEN-TR_15351-2008-2.pdf

(4)(4) https://higieneambiental.com/higiene-alimentaria/el-plastico-que-comemos

(5)(5) https://pubs.acs.org/doi/full/10.1021/acs.est.0c02305

(6)(6) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9269371/

(7)(7) https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0165993618305661

(8)(8) https://seguridadalimentaria.elika.eus/fichas-de-peligros/micro-y-nanoplasticos/

(9)(9) https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0048969720352050

(1)10) www.aesan.gob.es/AECOSAN/docs/documentos/seguridad_alimentaria/evaluacion_riesgos/PLASTICOS_ALIMENTOS.pdf

 

 

 

jueves, 11 de febrero de 2021

Los nanoplásticos alteran el microbioma intestinal

 




Los nanoplásticos alteran el microbioma intestinal

Los efectos de la exposición extensa y a largo plazo a los nanoplásticos observados en modelos animales podrían ser aplicables a los humanos, según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona y el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales

Vivimos en un mundo invadido por el plástico. Su versatilidad y estabilidad química lo han convertido en un producto muy rentable, ampliamente utilizado en numerosos procesos de producción, pero a la vez también en un contaminante y, por todo ello, de controvertida legislación. Al descomponerse en diminutas nanopartículas, los plásticos entran con facilidad en la cadena alimentaria, están presentes en el agua que bebemos, en el aire que respiramos y en casi todo lo que tocamos, por lo que la entrada de nanoplásticos en nuestro organismo puede llegar a alterar nuestro metabolismo y provocar efectos no deseados sobre la salud.

Un estudio de revisión liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el CREAF publicado en la revista Science Bulletin constata que los nanoplásticos afectan a la composición, diversidad y funcionalidad del microbioma intestinal, tanto en organismos vertebrados como en invertebrados. Adjuntamos enlace al artículo original.

Cuando se modifica la composición del microbioma intestinal, en situaciones de exposición reiterada y persistente a nanoplásticos, surgen alteraciones en los sistemas inmunitario, endocrino y nervioso. Debido a esto, el estudio alerta de que el estrés en el microbioma intestinal podría afectar a la salud, aunque aún no se conocen suficiente los mecanismos fisiológicos concretos de estas alteraciones en la especie humana.

Los efectos sobre la salud de la exposición a nanoplásticos se han evaluado tradicionalmente en especies acuáticas de moluscos, crustáceos y peces. Los análisis in vitro recientes, utilizando cultivos celulares de peces y mamíferos, han permitido analizar los cambios asociados a la presencia de nanoplásticos en la expresión genética desde el punto de vista de la toxicología.

La mayoría de vías neurológicas, endocrinas e inmunológicas de estos vertebrados son muy similares a las humanas, por lo que los autores alertan de que algunos de los efectos observados en estos modelos podrían aplicarse también a los humanos. Conocer y analizar el proceso mediante el cual los fragmentos de plásticos penetran en el organismo y lo dañan es fundamental, pero también lo es determinar de manera precisa la cantidad y tipologías de nanoplásticos diseminados en el medio.

Por ello los investigadores remarcan no solo la necesidad de seguir estudiando los mecanismos y efectos concretos en modelos celulares humanos, sino también la unificación de las metodologías de análisis para llevar a cabo una correcta medición de la cantidad de nanoplásticos presente en los distintos ecosistemas.

Mariana Teles, investigadora de la UAB, junto a otros investigadores como Josep Peñuelas, profesor del CSIC en el CREAF, comenta “el artículo no pretende generar alarmismo, pero sí busca advertir de que el plástico está presente en casi todo lo que nos rodea, no se degrada y nos exponemos a él de forma continua. En estos momentos, solo podemos especular sobre sus efectos a largo plazo en la salud humana, pero ya existen indicios de varios estudios que describen alteraciones hormonales e inmunes en peces expuestos a nanoplásticos que podrían aplicarse en humanos”.

Invasivo y tóxico  

El artículo presenta las principales fuentes ambientales mediante las cuales los nanoplásticos llegan al cuerpo humano y resume cómo son capaces de penetrar en el cuerpo humano: ingiriéndolos, inhalándolos ocasionalmente o, muy raramente, incorporándolos por contacto con la piel.

Una vez ingeridos, hasta el 90% de los fragmentos de plástico que alcanzan el intestino serán excretados. Sin embargo, una parte se fragmentará en nanoplásticos, capaces, debido a su pequeño tamaño y propiedades moleculares, de penetrar en las células y causar efectos dañinos.

El estudio constata que se han descrito alteraciones en la absorción de nutrientes, reacciones inflamatorias en el revestimiento intestinal, cambios en la composición y funcionalidad del microbioma intestinal, efectos sobre el metabolismo y la capacidad de producir energía del cuerpo, y por último, alteraciones en las respuestas inmunitarias. 

En el trabajo se alerta sobre la posibilidad de que una exposición a nanoplásticos a largo plazo, acumulada generación tras generación, pueda dar lugar a cambios impredecibles hasta en el mismo genoma, como se ha observado en algunos modelos animales.

Uso responsable 

El artículo de revisión reconoce que se están probando diferentes técnicas para eliminar los nanoplásticos del agua, como son la filtración, la centrifugación y floculación con lastre de las aguas residuales, o los tratamientos de aguas pluviales. Aunque los resultados son prometedores, se limitan a partículas de plástico más grandes y, por lo tanto, hasta la fecha, no existe una solución eficaz para eliminar los nanoplásticos del ambiente.

“Para resolver el problema de la contaminación plástica, las rutinas humanas deben cambiar y las políticas deben basarse en decisiones informadas sobre los riesgos conocidos y las alternativas disponibles. Las acciones individuales como el uso de productos más respetuosos con el medio ambiente y el aumento de las tasas de reciclaje son acciones importantes”, comenta Mariana Teles.

“Las autoridades pueden promover estas acciones proambientales a través de estímulos económicos, en forma de beneficios fiscales para la reutilización de los plásticos como materia prima para las industrias, así como en las estrategias de devolución de depósitos de los consumidores para envases”, recomiendan los investigadores.

Fuente: Agencia Sinc

https://www.prevencionintegral.com/actualidad/noticias/2020/12/30/nanoplasticos-alteran-microbioma-intestinal?utm_source=cerpie&utm_medium=email&utm_campaign=flash_05_02_2021


lunes, 28 de diciembre de 2020

Una tecnología para revertir el cambio climático


 

El cambio climático es uno de los problemas más apremiantes y complejos de nuestros tiempos. Para preservar el ecosistema de nuestro planeta, en los próximos diez años debemos reducir radicalmente las emisiones netas de dióxido de carbono y, al mismo tiempo, seguir sustentando una población en crecimiento.

En el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático queda claro que para alcanzar esos objetivos será necesario combinar la reducción de las emisiones con la búsqueda de sistemas para eliminar el dióxido de carbono presente en la atmósfera. Por consiguiente, la captura y el almacenamiento de carbono constituyen una parte esencial de la estrategia de todo país orientada a lograr una huella de carbono cero.

Gran parte de la tecnología para la captura y el almacenamiento de carbono existe desde hace decenios. Un ejemplo es la captura directa de aire, pero el problema siempre ha sido encontrar una solución que pueda aplicarse a gran escala.

Climeworks ha desarrollado plantas que aplican esa tecnología a gran escala gracias a un sistema modular de colectores de CO2. Esos colectores, cada uno del tamaño de un automóvil pequeño, pueden apilarse en distintas configuraciones para crear una planta de tamaño variable capaz de extraer el CO2 del aire ambiente.

Para eliminar el CO2, unos ventiladores aspiran el aire hacia la planta, donde un material filtrante de gran selectividad retiene el CO2 junto con la humedad del aire. Una vez que el filtro se satura de CO2, se calienta a unos 100 °C, con lo que se rompe la unión entre el filtro y el CO2, el cual es liberado y recogido en forma de gas CO2 concentrado.


El aire exento de CO2 se libera de nuevo a la atmósfera, y este ciclo continuo puede empezar de nuevo. El filtro se reutiliza muchas veces y dura varios miles de ciclos. Posteriormente, ese CO2 puede venderse para elaborar bebidas gaseosas, combustibles neutros en carbono o fertilizantes. También puede almacenarse bajo tierra, inyectando una mezcla de CO2 y agua en determinadas formaciones rocosas, en las que el CO2 se petrifica, gracias a una reacción química, mediante el procedimiento CarbFix.


Para ese procedimiento solo se necesita una fuente de energía renovable y, en caso de que no se opte por la venta del CO2, un emplazamiento geológico adecuado para almacenarlo.

 Actualmente, las plantas de Climeworks tienen una eficiencia del 90%, ya que emiten 10 kg de CO2 por cada 100 kg retirados de la atmósfera. El objetivo es aumentar ese porcentaje hasta el 96% mediante una mayor innovación.

 

Material tomado de:

https://www.wipo.int/ip-outreach/es/ipday/2020/case-studies/climeworks.html

 

¿Qué es el Síndrome de Burnout?

El síndrome de Burnout, a veces traducido como "Síndrome del Quemado", es una alteración psicológica ligada al contexto del trabajo y que puede constituir un trastorno debido a sus efectos dañinos en la calidad de vida. Tal y como veremos, presenta características propias de los trastornos del estado de ánimo (como la depresión) y de los trastornos de ansiedad.

A pesar de que actualmente no aparece en los principales manuales diagnósticos de psicopatologías, cada vez hay más evidencias acerca de las características de este fenómeno, que pueden ser usadas para conocer el perfil propio de esta alteración como una psicopatología separada de la depresión y de otros trastornos.

Este síndrome fue descrito por primera vez en 1969 al comprobar el extraño comportamiento que presentaban algunos oficiales de policía de aquella época: agentes de la autoridad que mostraban un cuadro de síntomas concreto.

En 1974 Freudenberger hizo más popular al síndrome, y posteriormente, en 1986, las psicólogas norteamericanas C. Maslach y S. Jackson lo definieron como “un síndrome de cansancio emocional, despersonalización, y una menor realización personal que se da en aquellos individuos que trabajan en contacto con clientes y usuarios”.

¿Cómo se manifiesta esta alteración psicológica?

El síndrome sería la respuesta extrema al estrés crónico originado en el contexto laboral y tendría repercusiones de índole individual, pero también afectaría a aspectos organizacionales y sociales. Desde los años ochenta, los investigadores no han dejado de interesarse por este fenómeno, pero no es hasta finales de los noventa, cuando existe cierto consenso sobre sus causas y consecuencias.

Uno de los modelos explicativos generales es el de Gil-Monte y Peiró (1997), pero otros como los de Manassero y cols (2003), Ramos (1999), Matteson e Ivansevich (1997), Peiró y cols (1994) o Leiter (1988), nacen para dar respuesta a las estrategias y técnicas de intervención necesarias para prevenir y minimizar efectos de un problema que va en aumento especialmente desde el comienzo de la crisis (Gili, McKee. y Stuckler. 2013). Además, se ha hipotetizado acerca de la posibilidad de que el Síndrome de Burnout pueda ser una de las causas del síndrome de fatiga crónica.

Las diferencias culturales en el Síndrome Burnout

Aún y así, y contando con los avances desarrollados por la investigación en campos específicos, todavía existen diversas interpretaciones sobre el tipo de intervención más apropiado a la hora corregirlo: bien de tipo individual, acentuando la acción psicológica, o bien de tipo social u organizacional, incidiendo en las condiciones de trabajo (Gil-Monte, 2009). Posiblemente, estas discrepancias tengan su origen en la influencia cultural.


Los estudios de Maslach, Schaufeli y Leiter (2001), encontraron que existen ciertas diferencias cualitativas en el perfil americano y europeo, ya que estos últimos muestran niveles más bajos de agotamiento y cinismo. Independientemente del continente en que usted viva, hay ciertos aspectos que debe conocer para poder actuar a tiempo y poder prevenirlo o corregirlo. En este artículo encontrará algunas claves sobre este fenómeno. Lo que aprenda, puede ayudarle a enfrentar el problema y tomar medidas antes que afecte a su salud.

Personas en riesgo de sufrirlo

Usted puede ser más propenso a experimentar Burnout si cumple varias de las siguientes características (en forma de señales o síntomas):

Se identifica tan fuertemente con el trabajo que le falta un equilibrio razonable entre su vida laboral y su vida personal.

Intenta ser todo para todos, asumir tareas y funciones que no corresponden a su cargo.

Trabaja en empleos relacionados con actividades laborales que vinculan al trabajador y sus servicios directamente con clientes. Esto no significa que no pueda presentarse en otro tipo de labores, pero en general doctores, enfermeras, consultores, trabajadores sociales, maestros, vendedores puerta a puerta, encuestadores, oficiales de cobro y otros muchos oficios y profesiones tienen mayor riesgo de desarrollar la condición.

Siente que tiene poco o ningún control sobre su trabajo.

Su trabajo es especialmente monótono y no tiene sobresaltos.

¿Puedo estar experimentando Burnout en el trabajo?

Hágase las siguientes preguntas para saber si usted está en peligro de padecer Burnout:

¿Se ha vuelto cínico o crítico en el trabajo?

¿Se arrastra para ir a trabajar y suele tener problemas para empezar una vez ha llegado?

¿Se ha vuelto irritable o impaciente con los compañeros de trabajo o clientes?

¿Le falta la energía para ser consistentemente productivo?

¿Le falta la satisfacción en sus logros?

¿Se siente desilusionado con su trabajo?

¿Está consumiendo excesiva comida, drogas o el alcohol para sentirse mejor?

¿Sus hábitos de sueño o apetito han cambiado por culpa de su empleo?

¿Está preocupado por los dolores de cabeza inexplicables, dolores de espalda u otros problemas físicos?

Si usted contestó sí a alguna de estas preguntas, puede estar experimentando Burnout. Asegúrese de consultar con su médico o un profesional de la salud mental, sin embargo, algunos de estos síntomas también pueden indicar ciertas condiciones de salud, como un trastorno de la tiroides o depresión.

Síntomas principales

Agotamiento emocional: un desgaste profesional que lleva a la persona a un agotamiento psíquico y fisiológico. Aparece una pérdida de energía, fatiga a nivel físico y psíquico. El agotamiento emocional se produce al tener que realizar unas funciones laborales diariamente y permanentemente con personas que hay que atender como objetos de trabajo.

Despersonalización: se manifiesta en actitudes negativas en relación con los usuarios/clientes, se da un incremento de la irritabilidad, y pérdida de motivación. Por el endurecimiento de las relaciones puede llegar a la deshumanización en el trato.

Falta de realización personal: disminución de la autoestima personal, frustración de expectativas y manifestaciones de estrés a nivel fisiológico, cognitivo y comportamiento.

Causas

El agotamiento del trabajo presente en el Síndrome Burnout puede ser el resultado de varios factores y puede presentarse normalmente cuando se dan condiciones tanto a nivel de la persona (referentes a su tolerancia al estrés y a la frustración, etc) como organizacionales (deficiencias en la definición del puesto, ambiente laboral, estilo de liderazgo de los superiores, entre otros).

Las causas más comunes son las siguientes.

1. La falta de control

Una incapacidad de influir en las decisiones que afectan a su trabajo: como su horario, misiones, o la carga de trabajo que podrían conducir a agotamiento del trabajo.

2. Expectativas laborales poco claras

Si no estás seguro sobre el grado de autoridad que tenga o de su supervisor o los demás esperan de ti, no es probable que se sienten cómodos en el trabajo.

3. La dinámica de trabajo disfuncional

Tal vez usted trabaja con una persona conflictiva en la oficina, se siente menospreciada por los compañeros o su jefe no le presta suficiente atención a su trabajo.

4. Las diferencias en los valores

Si los valores difieren de la forma en que su empleador hace negocios o atiende las quejas, la falta de correspondencia puede llegar a pasar factura.

5. Mal ajuste de empleo

Si su trabajo no se ajusta a sus intereses y habilidades, puede llegar a ser cada vez más estresante en el tiempo.

6. Los extremos de la actividad

Cuando un trabajo es siempre monótono o caótico, necesita energía constante para permanecer centrado, lo que puede contribuir a niveles más altos de fatiga y agotamiento del trabajo.

7. La falta de apoyo social

Si usted se siente aislado en el trabajo y en su vida personal, usted puede sentirse más estresado.

8. Desequilibrio entre la vida laboral, familiar y social

Si su trabajo ocupa gran parte de su tiempo y esfuerzo y no tiene suficiente tiempo para estar con su familia y amigos, se puede quemar rápidamente.

Efectos psicológicos y en la salud

Ignorar o no tratar el Burnout, puede tener consecuencias significativas, incluyendo:

El estrés excesivo

Fatiga

Insomnio

Un desbordamiento negativo en las relaciones personales o vida en el hogar

Depresión

Ansiedad

El alcohol o abuso de sustancias

Deterioro cardiovascular

El colesterol alto

Diabetes, sobre todo en las mujeres

Infarto cerebral

Obesidad

Vulnerabilidad a las enfermedades

Úlceras

Pérdida de peso

Dolores musculares

Migrañas

Desórdenes gastrointestinales

Alergias

Asma

Problemas con los ciclos menstruales

Recuerde, si usted cree que puede estar experimentando Burnout, no ignore sus síntomas. Consulte con su médico o con un profesional en salud mental para identificar o descartar la existencia de condiciones de salud subyacentes.

Terapia, tratamiento y consejos

Si está preocupado por el Burnout en el trabajo, debe tomar medidas. Para comenzar:

Administre los factores estresantes que contribuyen al agotamiento del trabajo. Una vez que haya identificado lo que está alimentando sus síntomas de Burnout, puede hacer un plan para resolver los problemas.

Evalúe sus opciones. Discuta las preocupaciones específicas con su supervisor. Tal vez puedan trabajar juntos para cambiar las expectativas o llegar a compromisos o soluciones.

Ajuste su actitud. Si se ha vuelto cínico en el trabajo, tenga en cuenta las formas de mejorar su perspectiva. Vuelva a descubrir los aspectos agradables de su puesto. Establezca relaciones positivas con los compañeros para lograr mejores resultados. Tome descansos cortos durante todo el día. Pase tiempo fuera de la oficina y haga las cosas que le gustan.

Busque apoyo. Ya sea que llegue a los compañeros de trabajo, amigos, seres queridos u otras personas, el apoyo y la colaboración pueden ayudar a lidiar con el estrés laboral y la sensación de agotamiento. Si usted tiene acceso a un programa de asistencia al empleado, aproveche los servicios disponibles.

Evalúe sus intereses, habilidades y pasiones. Una evaluación honesta puede ayudarle a decidir si debe considerar un trabajo alternativo, como por ejemplo uno que es menos exigente o que mejor se ajusta a sus intereses o valores fundamentales.

Haga algo de ejercicio. La actividad física regular como caminar o andar en bicicleta, puede ayudarle a lidiar mejor con el estrés. También puede ayudarle a desconectar fuera del trabajo y dedicarse a otra cosa.

En resumen, lo recomendable es mantener una mente abierta mientras considera las opciones, y si piensa que está sufriendo este síndrome, intente solucionarlo lo antes posible.

También es importante de no hacer del problema algo más grave confundiendo el Síndrome Burnout con una enfermedad: ni lo es, ni sus desencadenantes tienen por qué encontrarse en el cuerpo de uno mismo para tener claro esto, es bueno leer este artículo: "Las diferencias entre síndrome, trastorno y enfermedad".

Referencias bibliográficas:

Bianchi, R.; Schonfeld, I.S.; Laurent, E. (2015). Burnout-depression overlap: A review. Clinical Psychology Review, 36: pp. 28 - 41.

Kristensen, T.S.; Borritz, M.; Villadsen, E.; Christensen, K.B. (2005). The Copenhagen Burnout Inventory: A new tool for the assessment of burnout. Work & Stress. 19 (3): 192–207.

Martín, Ramos Campos y Contador Castillo (2006) “Resiliencia y el modelo Burnout-Engagement en cuidadores formales de ancianos”, Psicothema, 18(4), pp. 791-796.

Maslach y Leiter (1997) The truth about burnout. San Francisco, CA: Jossey Bass.

Maslach, Schaufeli y Leiter (2001) Job Burnout. Annual Review of Psychology, 52, 397.422.

Matteson e Ivancevich (1987) Controlling Work Stress: Effective resource and Management Strategies. San Francisco, CA: Jossey- Bass.

Oosterholt, BG.; Maes, J.H.R.; Van der Linden, D.; Verbraak, M.J.P.M.; Kompier, M.A.J. (2015). Burnout and cortisol: Evidence for a lower cortisol awakening response in both clinical and non-clinical burnout. Journal of Psychosomatic Research, 78(5): pp. 445 - 451.

Material tomado de:

https://psicologiaymente.com/organizaciones/burnout-sindrome-del-quemado?fbclid=IwAR2sMZk1jOS1x4Arq9u-1CCmwcZGXLRDuHolHwwLMAS2OzfUJRHBhjiP9AQ


 

sábado, 26 de diciembre de 2020

¿Cómo actúan las vacunas contra el COVID-19?

 


El sistema inmunitario: la defensa del organismo contra las infecciones

Para entender cómo actúan las vacunas contra el COVID-19 es útil primero saber cómo combate las enfermedades nuestro organismo. Cuando los gérmenes, como el virus que causa el COVID-19, invaden nuestro organismo, atacan y se multiplican. Esta invasión, llamada infección, es lo que causa la enfermedad. Nuestro sistema inmunitario tiene diversas herramientas para combatir las infecciones. La sangre contiene glóbulos rojos que transportan oxígeno a los tejidos y órganos, y glóbulos blancos o inmunitarios que combaten las infecciones. Los diferentes tipos de glóbulos blancos combaten las infecciones de diferentes maneras:

  • Los macrófagos son glóbulos blancos que absorben y digieren los gérmenes y las células muertas o a punto de morir. Los macrófagos dejan en el organismo los llamados antígenos, que son partes de los gérmenes invasores. El organismo identifica los antígenos como peligrosos y estimula los anticuerpos para que los ataquen.
  • Los linfocitos B son glóbulos blancos que actúan como defensa. Producen anticuerpos que atacan las partes del virus que dejaron atrás los macrófagos.
  • Los linfocitos T son otro tipo de glóbulo blanco. Atacan a las células del organismo que ya están infectadas.

La primera vez que una persona se infecta con el virus que causa el COVID-19, su cuerpo puede demorar varios días o semanas en desarrollar y usar todas las herramientas necesarias para combatir los gérmenes y vencer la infección. Después de la infección, el sistema inmunitario de la persona recuerda lo que aprendió sobre cómo proteger al organismo de la enfermedad.

El organismo conserva algunos linfocitos T, conocidos como células de memoria, que entran en acción rápidamente si el organismo se vuelve a encontrar con el mismo virus. Cuando se detectan los antígenos familiares, los linfocitos B producen anticuerpos para atacarlos. Los expertos siguen estudiando para comprender durante cuánto tiempo estas células de memoria pueden proteger a una persona contra el virus que causa el COVID-19.

Cómo actúan las vacunas contra el COVID-19

Las vacunas contra el COVID-19 ayudan a nuestro organismo a desarrollar inmunidad contra el virus que causa el COVID-19 sin que para ello tengamos que contraer la enfermedad. Los diferentes tipos de vacunas actúan de diferentes formas para aportar protección, pero con todos los tipos de vacunas el organismo se queda con un suministro de linfocitos T de "memoria", además de linfocitos B que recordarán cómo combatir ese virus en el futuro.

Por lo general, después de la vacunación el organismo demora algunas semanas en producir linfocitos T y linfocitos B. Por consiguiente, es posible que una persona se infecte con el virus que causa el COVID-19 justo antes o justo después de vacunarse, y que se enferme porque la vacuna no tuvo suficiente tiempo para generar protección.

A veces, después de la vacunación, el proceso de generar inmunidad puede causar síntomas, por ejemplo fiebre. Estos síntomas son normales y son una señal de que el organismo está desarrollando inmunidad.

Tipos de vacunas

En la actualidad, hay tres tipos principales de vacunas contra el COVID-19 que ya están o pronto entrarán en la etapa de ensayos clínicos a gran escala (fase 3) en los Estados Unidos. A continuación describimos cómo actúa cada tipo de vacuna para hacer que nuestro organismo reconozca el virus que causa el COVID-19 y nos proteja del mismo. Ninguna de estas vacunas puede hacer que usted se enferme con el COVID-19.

  • Las vacunas ARNm contienen material del virus que causa el COVID-19, el cual instruye a nuestras células a crear una proteína inocua que es exclusiva del virus. Una vez que nuestras células copian la proteína, destruyen el material genético de la vacuna. Nuestro organismo reconoce que esa proteína no debería estar presente y crea linfocitos T y linfocitos B que recordarán cómo combatir el virus que causa el COVID-19 si nos infectamos en el futuro.
  • Las vacunas de subunidades proteicas incluyen porciones inocuas (proteínas) del virus que causa el COVID-19, en lugar del germen completo. Una vez vacunados, nuestro sistema inmunitario reconoce que las proteínas son ajenas a nuestro organismo y comienza a crear linfocitos T y anticuerpos. Si nos llegamos a infectar en el futuro, las células de memoria reconocerán al virus y lo combatirán.
  • Las vacunas de vectores virales contienen una versión debilitada del virus vivo, un virus diferente del que causa el COVID-19, con material genético del virus que causa el COVID-19 incorporado (esto se llama vector viral). Una vez que el vector viral está en nuestras células, el material genético les da instrucciones a las células para que produzcan una proteína que es exclusiva del virus que causa el COVID-19. Con estas instrucciones, nuestras células hacen copias de la proteína. Esto despierta en nuestro organismo una respuesta y empieza a crear linfocitos T y linfocitos B que recordarán cómo combatir el virus si nos llegamos a infectar en el futuro.

La mayoría de las vacunas contra el COVID-19 deberán aplicarse en más de una dosis

Exceptuando una, todas las otras vacunas contra el COVID-19 que están actualmente en la fase 3 de ensayos clínicos en los Estados Unidos se deben administrar en dos dosis. La primera dosis empieza a generar protección. La segunda se administra unas semanas después y es necesaria para lograr la máxima protección que ofrece la vacuna. Hay una vacuna en fase 3 de ensayos clínicos que se administra en una sola dosis.

En resumen

Vacunarse es una de las varias medidas que puede tomar para protegerse y proteger a otras personas del COVID-19.  Protegerse del COVID-19 es crucial porque, en el caso de algunas personas, la enfermedad puede ser grave e incluso ocasionar la muerte.

Para detener una pandemia es necesario utilizar todas las herramientas disponibles. Las vacunas actúan junto al sistema inmunitario para que su organismo esté preparado para combatir el virus si se ve expuesto al mismo. Otras medidas, como el uso de mascarillas y el distanciamiento social, ayudan a reducir su riesgo de estar expuesto al virus y de propagarlo a otras personas. La mejor protección contra el COVID-19 será vacunarse y seguir las recomendaciones de los CDC para protegerse y proteger a otras personas del COVID-19.

 

https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/vaccines/different-vaccines/how-they-work.html


viernes, 12 de junio de 2020

domingo, 3 de mayo de 2020

Exposición a radiaciones





Exposición a radiaciones
¿Cómo afectan las radiaciones a la salud?

Estamos rodeados de radiaciones electromagnéticas. Desde la aparición de los seres vivos en el planeta, estos han evolucionado y se han acondicionado a las radiaciones electromagnéticas terrestres (geomagnetismo) y cósmicas.
La aparición de la industria eléctrica ha presentado, como subproducto, los campos eléctricos, magnéticos y electromagnéticos, estos de origen artificial y dado que la industria eléctrica y su infraestructura se desarrolla con abrumadora rapidez, los organismos biológicos no se pueden adaptar con igual velocidad al rápido desarrollo de esta industria. Por este motivo y en aras de proteger al ser humano y su entorno organizaciones internacionales desde finales de la década de los setenta, se han dado a la tarea de investigar los efectos de los campos electromagnéticos sobre seres vivos.
Las radiaciones se clasifican en dos grandes grupos: Radiaciones ionizantes y no ionizantes. La diferencia entre ellas estriba en su capacidad (asociada a su energía) de ionizar moléculas. Nuestro organismo está compuesto primordialmente por agua y por moléculas orgánicas (basadas en carbono) tales como carbohidratos, lípidos, proteínas, ácidos nucleicos, etc.
Cuando se irradia una molécula de agua o una molécula basada en átomos de carbono, ocurre la excitación de los enlaces, incrementando su nivel energético y por lo tanto generando calor (este es el mecanismo por medio del cual se calienta la comida en los microondas), si la energía es lo suficientemente alta se puede escindir el enlace carbono-carbono generando radicales libres. La energía es directamente proporcional a la frecuencia de la onda e inversamente proporcional a la longitud de onda. Por lo tanto mientras menor sea la longitud de onda mayor será la energía.
En la siguiente imagen se puede observar el espectro electromagnético, el tipo de radiación y las energías asociadas a cada una.


Las radiaciones ionizantes pueden actuar de manera directa sobre moléculas biológicas como el ADN produciendo cambios en su estructura o de manera indirecta a través de la lisis del agua, lo cual genera radicales libres y estos a su vez actúan sobre las moléculas orgánicas. Los organismos tienen la capacidad de reparar los daños causados por los radicales libres, sin embargo la continua exposición incrementa la probabilidad que las reparaciones sean defectuosas. Esto puede conducir a diferentes cambios, desde mutaciones no letales hasta patologías letales incluyendo el cáncer.
En las siguientes imágenes se puede observar la escisión de una molécula orgánica y los efectos en el material biológico.



La radiación solar es una mezcla de radiaciones de diferentes frecuencias. La fracción de luz ultravioleta es la más perjudicial sobre la piel del humano.
En la siguiente imagen se muestra la penetración de la luz ultravioleta en la piel del humano.


La región del espectro electromagnético asociado a radiaciones no ionizantes es muy amplio, dentro del cual se tiene:
Frecuencias extremadamente bajas (FEB): Ondas que están entre los 1 Hz y 300 Hz; se cuentan dentro de estas las instalaciones de transporte y distribución de energía eléctrica que actúan a 60 Hz para nuestro país. Los campos electromagnéticos (CEM) más significativos son debidos a tendidos de alta tensión y subestaciones eléctricas (S/E), estas constituyen los nodos del sistema de transporte. En las S/E los CEM más intensos son generados por líneas entrantes y salientes.
Radiofrecuencias (RF): Frecuencias comprendidas entre 3 kHz a 300 MHz, e incluyen las radiocomunicaciones en AM y FM.
Microondas (MO): Frecuencias superiores a 300 MHz hasta 300 GHz, son producidas por telefonía móvil, hornos microondas, radares y sistemas de comunicación; la telefonía móvil o celular actualmente emplea bandas entre 800 MHz a 1.900 MHz (Microondas), con transmisión directa. Los elementos básicos de este sistema son dos: el terminal o teléfono móvil y la estación base. Para los terminales la potencia varía entre 0.6 W a 2 W.
Contaminación Electromagnética: Se refiere a todas aquellas radiaciones electromagnéticas que resultan como subproducto en el funcionamiento de equipos eléctricos, sean caseros (electrodomésticos), de telecomunicaciones, o industriales.
En lo que respecta a las radiaciones no ionizantes existe cierta evidencia científica que sugiere algunos efectos adversos para la salud de las radiaciones “no ionizantes” de alta frecuencia, que producen una elevación de la temperatura de órganos y tejidos (efectos térmicos). También existen evidencias que sugieren que las radiaciones electromagnéticas “no ionizantes” de baja frecuencia, no alcanzan a producir efectos térmicos pero inducen corrientes a nivel muscular; pues además se encuentran otros efectos biológicos menos probados, tales como el desarrollo de diversos tipos de cáncer y alteraciones en el sistema nervioso central.
La OMS define salud como un estado de bienestar físico, mental y social, y no sólo como ausencia de enfermedad o trastorno, por eso es necesario hacer una distinción entre los conceptos: interacción o interferencia, percepción, efecto biológico, lesión y riesgo. Cuando una entidad biológica se expone a un CEM, se produce una interacción entre la potencia del campo, la corriente eléctrica inducida y las cargas del tejido corporal. El efecto biológico es la respuesta fisiológica a esa interacción, que puede o no ser perceptible por el organismo expuesto. El efecto biológico no tiene que ser necesariamente una lesión. Se produce una lesión cuando el efecto biológico supera las propiedades biológicas de compensación del organismo. El riesgo es una probabilidad latente de que se produzca una lesión. Los efectos producidos por exposición a CEM desde el punto de vista clínico se pueden clasificar en agudos y crónicos (2). Los efectos agudos se relacionan con efectos inmediatos y objetivos, y los crónicos no son ni inmediatos ni objetivos, se pueden denominar a largo plazo; además se pueden clasificar como nocivos y benéficos estando estos últimos en el campo de la magnetoterapia.
Las ondas electromagnéticas interactúan entre sí y dado que los seres vivos somos cuerpos eminentemente electromagnéticos, interactuamos con el espectro electromagnético que nos rodea y se producen fenómenos de absorción, transmisión y emisión de energía, con cambios de estado en niveles energéticos de las moléculas.
La interacción del material biológico con una emisión electromagnética depende en principio de la frecuencia de la emisión, o sea de la cantidad de energía que este absorbe. Los CEM inducen la formación de momentos de fuerza sobre las moléculas que pueden ocasionar el desplazamiento de iones situados en posiciones sin perturbación, vibraciones en cargas unidas y la rotación de moléculas bipolares, como las del agua. Estos mecanismos son incapaces de ocasionar efectos observables tras la exposición a CEM de bajo nivel, dado que quedan superpuestos a agitación térmica aleatoria. Además, el tiempo de respuesta debe ser lo suficientemente rápido para permitir que la respuesta se produzca durante el periodo de tiempo de la interacción. Ambas consideraciones implican que debe existir un valor umbral (dosis), por debajo del cual no existe respuesta apreciable y una frecuencia límite por encima de la cual no se advierte respuesta. Por debajo de los 100 kHz el principal mecanismo de interacción es la inducción de corrientes en tejidos. El CE induce una carga superficial sobre un cuerpo conductor expuesto, la cual produce una corriente dentro del mismo. La magnitud de la corriente inducida depende de muchos factores: tamaño, forma, composición interna, distancia, configuración del campo. Otro fenómeno recientemente propuesto es el de resonancia estocástica, la cual está relacionada con la recepción, transducción y amplificación de la señal impuesta a las membranas por los campos magnéticos de FEB.
Una de las cuestiones más delicadas al momento de valorar los efectos de los CEM tiene que ver con la definición de dosis. En términos fisiológicos, una dosis es una cantidad de un agente o producto que se recibe en un tiempo determinado. Esto está bien definido para algunas sustancias químicas, con los CEM no es tan simple y plantea uno de los principales problemas, ya que actualmente no se conoce con certeza qué aspecto del CEM al que se está sometido, es el más importante a la hora de producir un efecto sobre la salud o la integridad de un ser vivo.
La tasa a la cual la dosis es entregada o absorbida se llama tasa de dosis. En el campo de la biología de las RNI (radiaciones no ionizantes), la dosis es definida en términos de energía y la tasa de dosis se define en términos de potencia. Sabiendo esto la TAE (tasa de absorción especifica), determina la cantidad de energía absorbida por el organismo, y se expresa en W/Kg. Un parámetro igualmente importante es la densidad de potencia (S) incidente en una superficie, que se da en W/m². Además de esto la densidad de potencia de un CEM se refiere al producto entre las componentes del campo eléctrico y magnético
W (W / m²) = Ε (V / m) X H (A / m)
En realidad no se sabe qué aspecto tiene más impacto: si es el nivel medio de exposición diario, si sólo son importantes las exposiciones por encima de cierto valor umbral o sí, por el contrario, lo que hay que tener en cuenta es el número de veces que se entra y se sale de un campo electromagnético dado.
Otra dificultad añadida, que complica más el panorama, tiene que ver con que no existe ninguna seguridad de que intensidades más altas de CEM produzcan efectos más perjudiciales que intensidades más bajas. Por lo anterior, la dosimetría es uno de los elementos más importantes para cualquier estudio científico.
Efectos biológicos de las radiaciones no ionizantes:
Varios estudios experimentales muestran que las radiaciones no ionizantes pueden tener efectos sobre el material genético (clastogénicos), ya sea directamente o sirviendo como un cofactor de agentes químicos de reconocida capacidad cancerígena.
Otro mecanismo es la inducción de proteínas de choque térmico, las cuales proveen respuestas e interacciones que permiten a las células cancerosas evadir los ataques del sistema inmune y de agentes farmacológicos.
Los efectos biológicos producidos en los seres vivos por CEM no ionizantes, dependen de la respuesta fisiológica a la cantidad de energía absorbida por los organismos. La respuesta de un sistema biológico a la interacción con un CEM depende de las propiedades intrínsecas del sistema, de las características del CEM (frecuencia y potencia radiante) y de las condiciones del medio donde se produce la interacción.
En una primera clasificación de estos efectos se describen dos tipos: (a) efectos térmicos y, (b) efectos no térmicos, los cuales incluyen cambios en la producción de melatonina, ferritina, ornitín descarboxilasa y poliaminas relacionadas, proteínas de choque térmico (HSP), mastocitos e histamina, alteraciones en la membrana celular, aumento de permeabilidad de la barrera hematoencefálica, cambios endocrinos, mutagenicidad e imprinting.
Los efectos tratados aquí corresponden a resultados de estudios por exposición a REM, divididos en dos grupos:
(A) a frecuencias extremadamente bajas (FEB)
(B) a radiofrecuencias (RF) y a microondas (MO). Cada grupo presenta tres clases de estudios: in vitro, in vivo y epidemiológicos, aunque también se han realizado estudios por simulaciones y modelos de laboratorio.
Estudios realizados con CEM de frecuencias extremadamente bajas.
Estudios en la célula: La ausencia de mutaciones del material genético en el núcleo de las células, la naturaleza dispersa y el bajo rango de efectos notorios a altos niveles de exposición, son todos factores a favor de la conclusión de ausencia de potencial cancerígeno de los CEM FEB.
Estudios en animales: En diferentes estudios realizados en EEUU y en el Japón con roedores expuestos a altas intensidades de CM propusieron que no hay una relación clara entre la exposición a CM y cáncer. Lamborso en 1996 encontró en roedores inhibición de la secreción de la melatonina y ya que esta es un marcador del ritmo circadiano, este puede verse alterado por exposición a CEM FEB.
Estudios de laboratorio relacionados con el cáncer: Se han llevado a cabo numerosos estudios sobre diferentes sistemas biológicos con el objeto de valorar experimentalmente la supuesta carcinogenecidad de las exposiciones a CEM FEB: No existe evidencia de que los CEM FEB puedan ocasionar alteraciones en la estructura del ADN y que estos ocasionen cáncer de mama en animales. Por tanto, es improbable que dichos campos actúen como indicadores del proceso de transformación neoplásica. Si estos campos resultasen ser cancerígenos, actuarían más bien como promotores, acelerando el crecimiento de las células que hubieran sufrido daño genético anterior.
La US Enviromental Agency (1997) ha descubierto que la melatonina puede inhibir el crecimiento de las células MCF-7 en cultivo y que con 1,2 μT a 60 Hz puede bloquear completamente la acción oncostática.
Epidemiología del cáncer: Desde 1979 a través de los estudios de Wertheimer y Leeper, que detectaron una excesiva mortalidad de cáncer en niños que vivían en hogares expuestos a CM supuestamente altos, se sospechaba que la exposición débil a CM FEB podría ser importante en el origen del cáncer.
La mayor parte de los estudios se han centrado en demostrar el impacto de las líneas de alta tensión y los CEM sobre la salud de las personas. La búsqueda de la relación entre el cáncer en niños o leucemia linfoblástica y la presencia de líneas de alta tensión o subestaciones, en cercanía de las viviendas ha sido un factor determinante en las investigaciones. Pero todos llegan a resultados contradictorios, no se ha encontrado una correlación estadística entre la incidencia de leucemia y las líneas de alta tensión.
Los efectos de los CM sobre los tejidos vivos, son de tipo electrodinámico donde la fuerza de interacción con las cargas móviles responde a las leyes de Maxwell. Estos efectos consisten en la orientación de las grandes moléculas hacia una configuración de mínima energía. Los CM inducen tensiones y corrientes en los tejidos según las leyes de Faraday y Lenz, siendo precisamente la densidad de corriente inducida el parámetro que caracteriza los principales efectos sobre los tejidos vivos.
En cuanto al CE se pueden producir calentamiento de los tejidos por efecto Joule, el cual es directamente proporcional al cuadrado del campo y a la conductividad del medio. Dado que la hemoglobina (Hb) y la mioglobina (Mb) son células paramagnéticas los campos magnéticos podrían influir en su comportamiento y en las reacciones bioquímicas con participación de los radicales libres. El CE también puede producir el efecto llamado electroforesis, que es el movimiento de partículas cargadas, iones inorgánicos o células vivas, en una solución, y teniendo en cuenta que la importancia del campo bioeléctrico se manifiesta equilibrando la tendencia a la difusión. La magnitud de este campo puede afectar la velocidad de estas partículas y producir efectos en el metabolismo. Los CEM pueden inducir corrientes en el cuerpo que dependen de la intensidad y de la frecuencia del campo, las mayores sensibilidades al campo se dan en frecuencias entre 10 Hz y 500 Hz, a partir de 1 KHz va disminuyendo la sensibilidad en términos del campo externo aproximadamente con el inverso de la frecuencia. Entre 1 KHz hasta 100 KHz esta se mantiene aproximadamente constante.
En términos de densidad de corriente los efectos en los nervios y estimulación muscular ocurren a densidades de 1 A/m² a frecuencias industriales. A niveles más altos, del orden de 3 A/m², se dan contracciones involuntarias de los músculos y la posibilidad de fibrilación cardiaca. Si se toma la densidad de corriente o la corriente inducida como base, entonces hay diferencia fundamental entre los efectos producidos por el CE y el CM, ya que sólo se diferencia en este aspecto la distribución de las corrientes en el cuerpo.
Estudios realizados con CEM a Radiofrecuencia y Microondas.
En este aparte se relacionan algunos estudios realizados in vitro e in vivo.
Estudios en la célula: Los CEM disponen de una cantidad de energía por fotón que es insuficiente para provocar destrucción de las células, pero suficiente para generar cambios en su morfología, metabolismo, reproducción o duración de la vida celular.
Estudios sobre la membrana celular indican que la RF de baja intensidad puede alterar las propiedades de la membrana celular tanto desde un punto de vista estructural como funcional y a una variedad de propiedades de los canales iónicos como son la disminución en la formación de los canales y la disminución en los periodos de apertura. Estos estudios incluyen campos constantes y pulsantes a diferentes intensidades. Así parece que varias intensidades de RF afectan a los canales de membrana. La inhibición de la actividad bioeléctrica se debe al aumento de la conductancia de la membrana al K+, en un proceso de apertura de los canales de K+ dependientes de Ca²+.
Estudios genéticos:
De la revisión de estos estudios se deduce que para poder extractar una conclusión válida es necesaria una investigación mucho más profunda. La hipótesis de que la exposición a CEM de RF puede ser asociada con cáncer, especialmente leucemia, podría ser fortalecida si existiera un modelo válido en animales, pero todavía no han sido publicados estudios adecuados.
Bates (1991) presentó evidencia epidemiológica de la correlación entre la exposición a campos electromagnéticos débiles de 50 Hz (FEB) de origen habitacional y el cáncer. Esta correlación es estadísticamente significativa para la exposición a campos de origen domiciliario en niños. La significancia estadística descrita es fuerte para cánceres del sistema nervioso central, especialmente cerebrales en niños. En tanto, los estudios epidemiológicos indican posibles relaciones entre la exposición a RF y un aumento del riesgo de cáncer. Algunos hallazgos positivos fueron encontrados entre la leucemia y los tumores cerebrales, pero en conjunto los resultados no son concluyentes y no permiten aportar las hipótesis para señalar que la exposición a CEM RF sea una causa directa del cáncer.
Efectos de la REM debidas a teléfonos celulares
Se ha demostrado elevación de temperatura superficial y profunda en tejidos de la cabeza expuestos localmente a radiación electromagnética de 900 MHz proveniente de teléfonos celulares, indicando que el efecto térmico puede alcanzar al tejido cerebral, con sus consiguientes efectos adversos para la salud y también efectos neuroconductuales.
Se ha medido experimentalmente (en ratones) los efectos de la radiación electromagnética similar a la de algunos equipos telefónicos celulares, de 900 MHz, que causa en éstos un riesgo relativo de 2,4 en relación a animales controles para desarrollar linfomas.
Para el ser humano, hay algunos estudios preliminares que sugieren, pero de una manera no concluyente, una mayor frecuencia de tumores cerebrales en usuarios de teléfonos celulares. Se ha encontrado una incidencia 3 veces mayor de cáncer cerebral en usuarios de teléfonos móviles aplicados al oído en comparación con teléfono manos libres; pero no se ha detectado significancia estadística para dicho efecto, probablemente debido al reducido número de casos en dicho estudio.
También se ha demostrado un aumento de tumores neuroepiteliales cerebrales en el hemisferio cerebral del lado de uso del teléfono celular, en comparación con hemisferio cerebral contralateral. Es necesario considerar que la radiación electromagnética emitida por antenas base de teléfonos celulares es transmitida de manera no uniforme en ambientes urbanos, debido a que emiten en forma direccionada y a reflexiones ambientales; además, los estándares se refieren a intensidades promedio y no a los posibles picos de alta intensidad que pueden encontrarse en algunas áreas. Si bien los límites impuestos por las normas hacen que no se produzcan los efectos térmicos sobre las personas expuestas, es necesario considerar la existencia de efectos no térmicos, producidos con intensidades mucho más bajas de radiación, cuyos efectos crónicos o diferidos sólo podrán ser detectados por estudios epidemiológicos en el largo plazo.
Como conclusión, las investigaciones sugieren que el potencial cancerígeno de los CM es muy bajo inclusive a altos niveles de exposición, aunque la ausencia completa de riesgo no ha podido ser probada.
Debido al efecto de latencia de enfermedades como el cáncer, que puede ser mayor a diez años y dado el poco tiempo que lleva el uso de la telefonía móvil, existe la duda acerca de los efectos a largo plazo.
Luego de analizar la documentación existente en cuanto a estudios sobre efectos de la exposición a REM NI y observar que no hay criterios unificados acerca de los riesgos que esta produce, se debe apelar al principio de cautela y tener un conjunto de normas que protejan el sector laboral y al público.
Material sobre radiaciones no ionizantes tomado de: