lunes, 28 de diciembre de 2020

¿Qué es el Síndrome de Burnout?

El síndrome de Burnout, a veces traducido como "Síndrome del Quemado", es una alteración psicológica ligada al contexto del trabajo y que puede constituir un trastorno debido a sus efectos dañinos en la calidad de vida. Tal y como veremos, presenta características propias de los trastornos del estado de ánimo (como la depresión) y de los trastornos de ansiedad.

A pesar de que actualmente no aparece en los principales manuales diagnósticos de psicopatologías, cada vez hay más evidencias acerca de las características de este fenómeno, que pueden ser usadas para conocer el perfil propio de esta alteración como una psicopatología separada de la depresión y de otros trastornos.

Este síndrome fue descrito por primera vez en 1969 al comprobar el extraño comportamiento que presentaban algunos oficiales de policía de aquella época: agentes de la autoridad que mostraban un cuadro de síntomas concreto.

En 1974 Freudenberger hizo más popular al síndrome, y posteriormente, en 1986, las psicólogas norteamericanas C. Maslach y S. Jackson lo definieron como “un síndrome de cansancio emocional, despersonalización, y una menor realización personal que se da en aquellos individuos que trabajan en contacto con clientes y usuarios”.

¿Cómo se manifiesta esta alteración psicológica?

El síndrome sería la respuesta extrema al estrés crónico originado en el contexto laboral y tendría repercusiones de índole individual, pero también afectaría a aspectos organizacionales y sociales. Desde los años ochenta, los investigadores no han dejado de interesarse por este fenómeno, pero no es hasta finales de los noventa, cuando existe cierto consenso sobre sus causas y consecuencias.

Uno de los modelos explicativos generales es el de Gil-Monte y Peiró (1997), pero otros como los de Manassero y cols (2003), Ramos (1999), Matteson e Ivansevich (1997), Peiró y cols (1994) o Leiter (1988), nacen para dar respuesta a las estrategias y técnicas de intervención necesarias para prevenir y minimizar efectos de un problema que va en aumento especialmente desde el comienzo de la crisis (Gili, McKee. y Stuckler. 2013). Además, se ha hipotetizado acerca de la posibilidad de que el Síndrome de Burnout pueda ser una de las causas del síndrome de fatiga crónica.

Las diferencias culturales en el Síndrome Burnout

Aún y así, y contando con los avances desarrollados por la investigación en campos específicos, todavía existen diversas interpretaciones sobre el tipo de intervención más apropiado a la hora corregirlo: bien de tipo individual, acentuando la acción psicológica, o bien de tipo social u organizacional, incidiendo en las condiciones de trabajo (Gil-Monte, 2009). Posiblemente, estas discrepancias tengan su origen en la influencia cultural.


Los estudios de Maslach, Schaufeli y Leiter (2001), encontraron que existen ciertas diferencias cualitativas en el perfil americano y europeo, ya que estos últimos muestran niveles más bajos de agotamiento y cinismo. Independientemente del continente en que usted viva, hay ciertos aspectos que debe conocer para poder actuar a tiempo y poder prevenirlo o corregirlo. En este artículo encontrará algunas claves sobre este fenómeno. Lo que aprenda, puede ayudarle a enfrentar el problema y tomar medidas antes que afecte a su salud.

Personas en riesgo de sufrirlo

Usted puede ser más propenso a experimentar Burnout si cumple varias de las siguientes características (en forma de señales o síntomas):

Se identifica tan fuertemente con el trabajo que le falta un equilibrio razonable entre su vida laboral y su vida personal.

Intenta ser todo para todos, asumir tareas y funciones que no corresponden a su cargo.

Trabaja en empleos relacionados con actividades laborales que vinculan al trabajador y sus servicios directamente con clientes. Esto no significa que no pueda presentarse en otro tipo de labores, pero en general doctores, enfermeras, consultores, trabajadores sociales, maestros, vendedores puerta a puerta, encuestadores, oficiales de cobro y otros muchos oficios y profesiones tienen mayor riesgo de desarrollar la condición.

Siente que tiene poco o ningún control sobre su trabajo.

Su trabajo es especialmente monótono y no tiene sobresaltos.

¿Puedo estar experimentando Burnout en el trabajo?

Hágase las siguientes preguntas para saber si usted está en peligro de padecer Burnout:

¿Se ha vuelto cínico o crítico en el trabajo?

¿Se arrastra para ir a trabajar y suele tener problemas para empezar una vez ha llegado?

¿Se ha vuelto irritable o impaciente con los compañeros de trabajo o clientes?

¿Le falta la energía para ser consistentemente productivo?

¿Le falta la satisfacción en sus logros?

¿Se siente desilusionado con su trabajo?

¿Está consumiendo excesiva comida, drogas o el alcohol para sentirse mejor?

¿Sus hábitos de sueño o apetito han cambiado por culpa de su empleo?

¿Está preocupado por los dolores de cabeza inexplicables, dolores de espalda u otros problemas físicos?

Si usted contestó sí a alguna de estas preguntas, puede estar experimentando Burnout. Asegúrese de consultar con su médico o un profesional de la salud mental, sin embargo, algunos de estos síntomas también pueden indicar ciertas condiciones de salud, como un trastorno de la tiroides o depresión.

Síntomas principales

Agotamiento emocional: un desgaste profesional que lleva a la persona a un agotamiento psíquico y fisiológico. Aparece una pérdida de energía, fatiga a nivel físico y psíquico. El agotamiento emocional se produce al tener que realizar unas funciones laborales diariamente y permanentemente con personas que hay que atender como objetos de trabajo.

Despersonalización: se manifiesta en actitudes negativas en relación con los usuarios/clientes, se da un incremento de la irritabilidad, y pérdida de motivación. Por el endurecimiento de las relaciones puede llegar a la deshumanización en el trato.

Falta de realización personal: disminución de la autoestima personal, frustración de expectativas y manifestaciones de estrés a nivel fisiológico, cognitivo y comportamiento.

Causas

El agotamiento del trabajo presente en el Síndrome Burnout puede ser el resultado de varios factores y puede presentarse normalmente cuando se dan condiciones tanto a nivel de la persona (referentes a su tolerancia al estrés y a la frustración, etc) como organizacionales (deficiencias en la definición del puesto, ambiente laboral, estilo de liderazgo de los superiores, entre otros).

Las causas más comunes son las siguientes.

1. La falta de control

Una incapacidad de influir en las decisiones que afectan a su trabajo: como su horario, misiones, o la carga de trabajo que podrían conducir a agotamiento del trabajo.

2. Expectativas laborales poco claras

Si no estás seguro sobre el grado de autoridad que tenga o de su supervisor o los demás esperan de ti, no es probable que se sienten cómodos en el trabajo.

3. La dinámica de trabajo disfuncional

Tal vez usted trabaja con una persona conflictiva en la oficina, se siente menospreciada por los compañeros o su jefe no le presta suficiente atención a su trabajo.

4. Las diferencias en los valores

Si los valores difieren de la forma en que su empleador hace negocios o atiende las quejas, la falta de correspondencia puede llegar a pasar factura.

5. Mal ajuste de empleo

Si su trabajo no se ajusta a sus intereses y habilidades, puede llegar a ser cada vez más estresante en el tiempo.

6. Los extremos de la actividad

Cuando un trabajo es siempre monótono o caótico, necesita energía constante para permanecer centrado, lo que puede contribuir a niveles más altos de fatiga y agotamiento del trabajo.

7. La falta de apoyo social

Si usted se siente aislado en el trabajo y en su vida personal, usted puede sentirse más estresado.

8. Desequilibrio entre la vida laboral, familiar y social

Si su trabajo ocupa gran parte de su tiempo y esfuerzo y no tiene suficiente tiempo para estar con su familia y amigos, se puede quemar rápidamente.

Efectos psicológicos y en la salud

Ignorar o no tratar el Burnout, puede tener consecuencias significativas, incluyendo:

El estrés excesivo

Fatiga

Insomnio

Un desbordamiento negativo en las relaciones personales o vida en el hogar

Depresión

Ansiedad

El alcohol o abuso de sustancias

Deterioro cardiovascular

El colesterol alto

Diabetes, sobre todo en las mujeres

Infarto cerebral

Obesidad

Vulnerabilidad a las enfermedades

Úlceras

Pérdida de peso

Dolores musculares

Migrañas

Desórdenes gastrointestinales

Alergias

Asma

Problemas con los ciclos menstruales

Recuerde, si usted cree que puede estar experimentando Burnout, no ignore sus síntomas. Consulte con su médico o con un profesional en salud mental para identificar o descartar la existencia de condiciones de salud subyacentes.

Terapia, tratamiento y consejos

Si está preocupado por el Burnout en el trabajo, debe tomar medidas. Para comenzar:

Administre los factores estresantes que contribuyen al agotamiento del trabajo. Una vez que haya identificado lo que está alimentando sus síntomas de Burnout, puede hacer un plan para resolver los problemas.

Evalúe sus opciones. Discuta las preocupaciones específicas con su supervisor. Tal vez puedan trabajar juntos para cambiar las expectativas o llegar a compromisos o soluciones.

Ajuste su actitud. Si se ha vuelto cínico en el trabajo, tenga en cuenta las formas de mejorar su perspectiva. Vuelva a descubrir los aspectos agradables de su puesto. Establezca relaciones positivas con los compañeros para lograr mejores resultados. Tome descansos cortos durante todo el día. Pase tiempo fuera de la oficina y haga las cosas que le gustan.

Busque apoyo. Ya sea que llegue a los compañeros de trabajo, amigos, seres queridos u otras personas, el apoyo y la colaboración pueden ayudar a lidiar con el estrés laboral y la sensación de agotamiento. Si usted tiene acceso a un programa de asistencia al empleado, aproveche los servicios disponibles.

Evalúe sus intereses, habilidades y pasiones. Una evaluación honesta puede ayudarle a decidir si debe considerar un trabajo alternativo, como por ejemplo uno que es menos exigente o que mejor se ajusta a sus intereses o valores fundamentales.

Haga algo de ejercicio. La actividad física regular como caminar o andar en bicicleta, puede ayudarle a lidiar mejor con el estrés. También puede ayudarle a desconectar fuera del trabajo y dedicarse a otra cosa.

En resumen, lo recomendable es mantener una mente abierta mientras considera las opciones, y si piensa que está sufriendo este síndrome, intente solucionarlo lo antes posible.

También es importante de no hacer del problema algo más grave confundiendo el Síndrome Burnout con una enfermedad: ni lo es, ni sus desencadenantes tienen por qué encontrarse en el cuerpo de uno mismo para tener claro esto, es bueno leer este artículo: "Las diferencias entre síndrome, trastorno y enfermedad".

Referencias bibliográficas:

Bianchi, R.; Schonfeld, I.S.; Laurent, E. (2015). Burnout-depression overlap: A review. Clinical Psychology Review, 36: pp. 28 - 41.

Kristensen, T.S.; Borritz, M.; Villadsen, E.; Christensen, K.B. (2005). The Copenhagen Burnout Inventory: A new tool for the assessment of burnout. Work & Stress. 19 (3): 192–207.

Martín, Ramos Campos y Contador Castillo (2006) “Resiliencia y el modelo Burnout-Engagement en cuidadores formales de ancianos”, Psicothema, 18(4), pp. 791-796.

Maslach y Leiter (1997) The truth about burnout. San Francisco, CA: Jossey Bass.

Maslach, Schaufeli y Leiter (2001) Job Burnout. Annual Review of Psychology, 52, 397.422.

Matteson e Ivancevich (1987) Controlling Work Stress: Effective resource and Management Strategies. San Francisco, CA: Jossey- Bass.

Oosterholt, BG.; Maes, J.H.R.; Van der Linden, D.; Verbraak, M.J.P.M.; Kompier, M.A.J. (2015). Burnout and cortisol: Evidence for a lower cortisol awakening response in both clinical and non-clinical burnout. Journal of Psychosomatic Research, 78(5): pp. 445 - 451.

Material tomado de:

https://psicologiaymente.com/organizaciones/burnout-sindrome-del-quemado?fbclid=IwAR2sMZk1jOS1x4Arq9u-1CCmwcZGXLRDuHolHwwLMAS2OzfUJRHBhjiP9AQ


 

sábado, 26 de diciembre de 2020

¿Cómo actúan las vacunas contra el COVID-19?

 


El sistema inmunitario: la defensa del organismo contra las infecciones

Para entender cómo actúan las vacunas contra el COVID-19 es útil primero saber cómo combate las enfermedades nuestro organismo. Cuando los gérmenes, como el virus que causa el COVID-19, invaden nuestro organismo, atacan y se multiplican. Esta invasión, llamada infección, es lo que causa la enfermedad. Nuestro sistema inmunitario tiene diversas herramientas para combatir las infecciones. La sangre contiene glóbulos rojos que transportan oxígeno a los tejidos y órganos, y glóbulos blancos o inmunitarios que combaten las infecciones. Los diferentes tipos de glóbulos blancos combaten las infecciones de diferentes maneras:

  • Los macrófagos son glóbulos blancos que absorben y digieren los gérmenes y las células muertas o a punto de morir. Los macrófagos dejan en el organismo los llamados antígenos, que son partes de los gérmenes invasores. El organismo identifica los antígenos como peligrosos y estimula los anticuerpos para que los ataquen.
  • Los linfocitos B son glóbulos blancos que actúan como defensa. Producen anticuerpos que atacan las partes del virus que dejaron atrás los macrófagos.
  • Los linfocitos T son otro tipo de glóbulo blanco. Atacan a las células del organismo que ya están infectadas.

La primera vez que una persona se infecta con el virus que causa el COVID-19, su cuerpo puede demorar varios días o semanas en desarrollar y usar todas las herramientas necesarias para combatir los gérmenes y vencer la infección. Después de la infección, el sistema inmunitario de la persona recuerda lo que aprendió sobre cómo proteger al organismo de la enfermedad.

El organismo conserva algunos linfocitos T, conocidos como células de memoria, que entran en acción rápidamente si el organismo se vuelve a encontrar con el mismo virus. Cuando se detectan los antígenos familiares, los linfocitos B producen anticuerpos para atacarlos. Los expertos siguen estudiando para comprender durante cuánto tiempo estas células de memoria pueden proteger a una persona contra el virus que causa el COVID-19.

Cómo actúan las vacunas contra el COVID-19

Las vacunas contra el COVID-19 ayudan a nuestro organismo a desarrollar inmunidad contra el virus que causa el COVID-19 sin que para ello tengamos que contraer la enfermedad. Los diferentes tipos de vacunas actúan de diferentes formas para aportar protección, pero con todos los tipos de vacunas el organismo se queda con un suministro de linfocitos T de "memoria", además de linfocitos B que recordarán cómo combatir ese virus en el futuro.

Por lo general, después de la vacunación el organismo demora algunas semanas en producir linfocitos T y linfocitos B. Por consiguiente, es posible que una persona se infecte con el virus que causa el COVID-19 justo antes o justo después de vacunarse, y que se enferme porque la vacuna no tuvo suficiente tiempo para generar protección.

A veces, después de la vacunación, el proceso de generar inmunidad puede causar síntomas, por ejemplo fiebre. Estos síntomas son normales y son una señal de que el organismo está desarrollando inmunidad.

Tipos de vacunas

En la actualidad, hay tres tipos principales de vacunas contra el COVID-19 que ya están o pronto entrarán en la etapa de ensayos clínicos a gran escala (fase 3) en los Estados Unidos. A continuación describimos cómo actúa cada tipo de vacuna para hacer que nuestro organismo reconozca el virus que causa el COVID-19 y nos proteja del mismo. Ninguna de estas vacunas puede hacer que usted se enferme con el COVID-19.

  • Las vacunas ARNm contienen material del virus que causa el COVID-19, el cual instruye a nuestras células a crear una proteína inocua que es exclusiva del virus. Una vez que nuestras células copian la proteína, destruyen el material genético de la vacuna. Nuestro organismo reconoce que esa proteína no debería estar presente y crea linfocitos T y linfocitos B que recordarán cómo combatir el virus que causa el COVID-19 si nos infectamos en el futuro.
  • Las vacunas de subunidades proteicas incluyen porciones inocuas (proteínas) del virus que causa el COVID-19, en lugar del germen completo. Una vez vacunados, nuestro sistema inmunitario reconoce que las proteínas son ajenas a nuestro organismo y comienza a crear linfocitos T y anticuerpos. Si nos llegamos a infectar en el futuro, las células de memoria reconocerán al virus y lo combatirán.
  • Las vacunas de vectores virales contienen una versión debilitada del virus vivo, un virus diferente del que causa el COVID-19, con material genético del virus que causa el COVID-19 incorporado (esto se llama vector viral). Una vez que el vector viral está en nuestras células, el material genético les da instrucciones a las células para que produzcan una proteína que es exclusiva del virus que causa el COVID-19. Con estas instrucciones, nuestras células hacen copias de la proteína. Esto despierta en nuestro organismo una respuesta y empieza a crear linfocitos T y linfocitos B que recordarán cómo combatir el virus si nos llegamos a infectar en el futuro.

La mayoría de las vacunas contra el COVID-19 deberán aplicarse en más de una dosis

Exceptuando una, todas las otras vacunas contra el COVID-19 que están actualmente en la fase 3 de ensayos clínicos en los Estados Unidos se deben administrar en dos dosis. La primera dosis empieza a generar protección. La segunda se administra unas semanas después y es necesaria para lograr la máxima protección que ofrece la vacuna. Hay una vacuna en fase 3 de ensayos clínicos que se administra en una sola dosis.

En resumen

Vacunarse es una de las varias medidas que puede tomar para protegerse y proteger a otras personas del COVID-19.  Protegerse del COVID-19 es crucial porque, en el caso de algunas personas, la enfermedad puede ser grave e incluso ocasionar la muerte.

Para detener una pandemia es necesario utilizar todas las herramientas disponibles. Las vacunas actúan junto al sistema inmunitario para que su organismo esté preparado para combatir el virus si se ve expuesto al mismo. Otras medidas, como el uso de mascarillas y el distanciamiento social, ayudan a reducir su riesgo de estar expuesto al virus y de propagarlo a otras personas. La mejor protección contra el COVID-19 será vacunarse y seguir las recomendaciones de los CDC para protegerse y proteger a otras personas del COVID-19.

 

https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/vaccines/different-vaccines/how-they-work.html


viernes, 12 de junio de 2020

domingo, 3 de mayo de 2020

Exposición a radiaciones





Exposición a radiaciones
¿Cómo afectan las radiaciones a la salud?

Estamos rodeados de radiaciones electromagnéticas. Desde la aparición de los seres vivos en el planeta, estos han evolucionado y se han acondicionado a las radiaciones electromagnéticas terrestres (geomagnetismo) y cósmicas.
La aparición de la industria eléctrica ha presentado, como subproducto, los campos eléctricos, magnéticos y electromagnéticos, estos de origen artificial y dado que la industria eléctrica y su infraestructura se desarrolla con abrumadora rapidez, los organismos biológicos no se pueden adaptar con igual velocidad al rápido desarrollo de esta industria. Por este motivo y en aras de proteger al ser humano y su entorno organizaciones internacionales desde finales de la década de los setenta, se han dado a la tarea de investigar los efectos de los campos electromagnéticos sobre seres vivos.
Las radiaciones se clasifican en dos grandes grupos: Radiaciones ionizantes y no ionizantes. La diferencia entre ellas estriba en su capacidad (asociada a su energía) de ionizar moléculas. Nuestro organismo está compuesto primordialmente por agua y por moléculas orgánicas (basadas en carbono) tales como carbohidratos, lípidos, proteínas, ácidos nucleicos, etc.
Cuando se irradia una molécula de agua o una molécula basada en átomos de carbono, ocurre la excitación de los enlaces, incrementando su nivel energético y por lo tanto generando calor (este es el mecanismo por medio del cual se calienta la comida en los microondas), si la energía es lo suficientemente alta se puede escindir el enlace carbono-carbono generando radicales libres. La energía es directamente proporcional a la frecuencia de la onda e inversamente proporcional a la longitud de onda. Por lo tanto mientras menor sea la longitud de onda mayor será la energía.
En la siguiente imagen se puede observar el espectro electromagnético, el tipo de radiación y las energías asociadas a cada una.


Las radiaciones ionizantes pueden actuar de manera directa sobre moléculas biológicas como el ADN produciendo cambios en su estructura o de manera indirecta a través de la lisis del agua, lo cual genera radicales libres y estos a su vez actúan sobre las moléculas orgánicas. Los organismos tienen la capacidad de reparar los daños causados por los radicales libres, sin embargo la continua exposición incrementa la probabilidad que las reparaciones sean defectuosas. Esto puede conducir a diferentes cambios, desde mutaciones no letales hasta patologías letales incluyendo el cáncer.
En las siguientes imágenes se puede observar la escisión de una molécula orgánica y los efectos en el material biológico.



La radiación solar es una mezcla de radiaciones de diferentes frecuencias. La fracción de luz ultravioleta es la más perjudicial sobre la piel del humano.
En la siguiente imagen se muestra la penetración de la luz ultravioleta en la piel del humano.


La región del espectro electromagnético asociado a radiaciones no ionizantes es muy amplio, dentro del cual se tiene:
Frecuencias extremadamente bajas (FEB): Ondas que están entre los 1 Hz y 300 Hz; se cuentan dentro de estas las instalaciones de transporte y distribución de energía eléctrica que actúan a 60 Hz para nuestro país. Los campos electromagnéticos (CEM) más significativos son debidos a tendidos de alta tensión y subestaciones eléctricas (S/E), estas constituyen los nodos del sistema de transporte. En las S/E los CEM más intensos son generados por líneas entrantes y salientes.
Radiofrecuencias (RF): Frecuencias comprendidas entre 3 kHz a 300 MHz, e incluyen las radiocomunicaciones en AM y FM.
Microondas (MO): Frecuencias superiores a 300 MHz hasta 300 GHz, son producidas por telefonía móvil, hornos microondas, radares y sistemas de comunicación; la telefonía móvil o celular actualmente emplea bandas entre 800 MHz a 1.900 MHz (Microondas), con transmisión directa. Los elementos básicos de este sistema son dos: el terminal o teléfono móvil y la estación base. Para los terminales la potencia varía entre 0.6 W a 2 W.
Contaminación Electromagnética: Se refiere a todas aquellas radiaciones electromagnéticas que resultan como subproducto en el funcionamiento de equipos eléctricos, sean caseros (electrodomésticos), de telecomunicaciones, o industriales.
En lo que respecta a las radiaciones no ionizantes existe cierta evidencia científica que sugiere algunos efectos adversos para la salud de las radiaciones “no ionizantes” de alta frecuencia, que producen una elevación de la temperatura de órganos y tejidos (efectos térmicos). También existen evidencias que sugieren que las radiaciones electromagnéticas “no ionizantes” de baja frecuencia, no alcanzan a producir efectos térmicos pero inducen corrientes a nivel muscular; pues además se encuentran otros efectos biológicos menos probados, tales como el desarrollo de diversos tipos de cáncer y alteraciones en el sistema nervioso central.
La OMS define salud como un estado de bienestar físico, mental y social, y no sólo como ausencia de enfermedad o trastorno, por eso es necesario hacer una distinción entre los conceptos: interacción o interferencia, percepción, efecto biológico, lesión y riesgo. Cuando una entidad biológica se expone a un CEM, se produce una interacción entre la potencia del campo, la corriente eléctrica inducida y las cargas del tejido corporal. El efecto biológico es la respuesta fisiológica a esa interacción, que puede o no ser perceptible por el organismo expuesto. El efecto biológico no tiene que ser necesariamente una lesión. Se produce una lesión cuando el efecto biológico supera las propiedades biológicas de compensación del organismo. El riesgo es una probabilidad latente de que se produzca una lesión. Los efectos producidos por exposición a CEM desde el punto de vista clínico se pueden clasificar en agudos y crónicos (2). Los efectos agudos se relacionan con efectos inmediatos y objetivos, y los crónicos no son ni inmediatos ni objetivos, se pueden denominar a largo plazo; además se pueden clasificar como nocivos y benéficos estando estos últimos en el campo de la magnetoterapia.
Las ondas electromagnéticas interactúan entre sí y dado que los seres vivos somos cuerpos eminentemente electromagnéticos, interactuamos con el espectro electromagnético que nos rodea y se producen fenómenos de absorción, transmisión y emisión de energía, con cambios de estado en niveles energéticos de las moléculas.
La interacción del material biológico con una emisión electromagnética depende en principio de la frecuencia de la emisión, o sea de la cantidad de energía que este absorbe. Los CEM inducen la formación de momentos de fuerza sobre las moléculas que pueden ocasionar el desplazamiento de iones situados en posiciones sin perturbación, vibraciones en cargas unidas y la rotación de moléculas bipolares, como las del agua. Estos mecanismos son incapaces de ocasionar efectos observables tras la exposición a CEM de bajo nivel, dado que quedan superpuestos a agitación térmica aleatoria. Además, el tiempo de respuesta debe ser lo suficientemente rápido para permitir que la respuesta se produzca durante el periodo de tiempo de la interacción. Ambas consideraciones implican que debe existir un valor umbral (dosis), por debajo del cual no existe respuesta apreciable y una frecuencia límite por encima de la cual no se advierte respuesta. Por debajo de los 100 kHz el principal mecanismo de interacción es la inducción de corrientes en tejidos. El CE induce una carga superficial sobre un cuerpo conductor expuesto, la cual produce una corriente dentro del mismo. La magnitud de la corriente inducida depende de muchos factores: tamaño, forma, composición interna, distancia, configuración del campo. Otro fenómeno recientemente propuesto es el de resonancia estocástica, la cual está relacionada con la recepción, transducción y amplificación de la señal impuesta a las membranas por los campos magnéticos de FEB.
Una de las cuestiones más delicadas al momento de valorar los efectos de los CEM tiene que ver con la definición de dosis. En términos fisiológicos, una dosis es una cantidad de un agente o producto que se recibe en un tiempo determinado. Esto está bien definido para algunas sustancias químicas, con los CEM no es tan simple y plantea uno de los principales problemas, ya que actualmente no se conoce con certeza qué aspecto del CEM al que se está sometido, es el más importante a la hora de producir un efecto sobre la salud o la integridad de un ser vivo.
La tasa a la cual la dosis es entregada o absorbida se llama tasa de dosis. En el campo de la biología de las RNI (radiaciones no ionizantes), la dosis es definida en términos de energía y la tasa de dosis se define en términos de potencia. Sabiendo esto la TAE (tasa de absorción especifica), determina la cantidad de energía absorbida por el organismo, y se expresa en W/Kg. Un parámetro igualmente importante es la densidad de potencia (S) incidente en una superficie, que se da en W/m². Además de esto la densidad de potencia de un CEM se refiere al producto entre las componentes del campo eléctrico y magnético
W (W / m²) = Ε (V / m) X H (A / m)
En realidad no se sabe qué aspecto tiene más impacto: si es el nivel medio de exposición diario, si sólo son importantes las exposiciones por encima de cierto valor umbral o sí, por el contrario, lo que hay que tener en cuenta es el número de veces que se entra y se sale de un campo electromagnético dado.
Otra dificultad añadida, que complica más el panorama, tiene que ver con que no existe ninguna seguridad de que intensidades más altas de CEM produzcan efectos más perjudiciales que intensidades más bajas. Por lo anterior, la dosimetría es uno de los elementos más importantes para cualquier estudio científico.
Efectos biológicos de las radiaciones no ionizantes:
Varios estudios experimentales muestran que las radiaciones no ionizantes pueden tener efectos sobre el material genético (clastogénicos), ya sea directamente o sirviendo como un cofactor de agentes químicos de reconocida capacidad cancerígena.
Otro mecanismo es la inducción de proteínas de choque térmico, las cuales proveen respuestas e interacciones que permiten a las células cancerosas evadir los ataques del sistema inmune y de agentes farmacológicos.
Los efectos biológicos producidos en los seres vivos por CEM no ionizantes, dependen de la respuesta fisiológica a la cantidad de energía absorbida por los organismos. La respuesta de un sistema biológico a la interacción con un CEM depende de las propiedades intrínsecas del sistema, de las características del CEM (frecuencia y potencia radiante) y de las condiciones del medio donde se produce la interacción.
En una primera clasificación de estos efectos se describen dos tipos: (a) efectos térmicos y, (b) efectos no térmicos, los cuales incluyen cambios en la producción de melatonina, ferritina, ornitín descarboxilasa y poliaminas relacionadas, proteínas de choque térmico (HSP), mastocitos e histamina, alteraciones en la membrana celular, aumento de permeabilidad de la barrera hematoencefálica, cambios endocrinos, mutagenicidad e imprinting.
Los efectos tratados aquí corresponden a resultados de estudios por exposición a REM, divididos en dos grupos:
(A) a frecuencias extremadamente bajas (FEB)
(B) a radiofrecuencias (RF) y a microondas (MO). Cada grupo presenta tres clases de estudios: in vitro, in vivo y epidemiológicos, aunque también se han realizado estudios por simulaciones y modelos de laboratorio.
Estudios realizados con CEM de frecuencias extremadamente bajas.
Estudios en la célula: La ausencia de mutaciones del material genético en el núcleo de las células, la naturaleza dispersa y el bajo rango de efectos notorios a altos niveles de exposición, son todos factores a favor de la conclusión de ausencia de potencial cancerígeno de los CEM FEB.
Estudios en animales: En diferentes estudios realizados en EEUU y en el Japón con roedores expuestos a altas intensidades de CM propusieron que no hay una relación clara entre la exposición a CM y cáncer. Lamborso en 1996 encontró en roedores inhibición de la secreción de la melatonina y ya que esta es un marcador del ritmo circadiano, este puede verse alterado por exposición a CEM FEB.
Estudios de laboratorio relacionados con el cáncer: Se han llevado a cabo numerosos estudios sobre diferentes sistemas biológicos con el objeto de valorar experimentalmente la supuesta carcinogenecidad de las exposiciones a CEM FEB: No existe evidencia de que los CEM FEB puedan ocasionar alteraciones en la estructura del ADN y que estos ocasionen cáncer de mama en animales. Por tanto, es improbable que dichos campos actúen como indicadores del proceso de transformación neoplásica. Si estos campos resultasen ser cancerígenos, actuarían más bien como promotores, acelerando el crecimiento de las células que hubieran sufrido daño genético anterior.
La US Enviromental Agency (1997) ha descubierto que la melatonina puede inhibir el crecimiento de las células MCF-7 en cultivo y que con 1,2 μT a 60 Hz puede bloquear completamente la acción oncostática.
Epidemiología del cáncer: Desde 1979 a través de los estudios de Wertheimer y Leeper, que detectaron una excesiva mortalidad de cáncer en niños que vivían en hogares expuestos a CM supuestamente altos, se sospechaba que la exposición débil a CM FEB podría ser importante en el origen del cáncer.
La mayor parte de los estudios se han centrado en demostrar el impacto de las líneas de alta tensión y los CEM sobre la salud de las personas. La búsqueda de la relación entre el cáncer en niños o leucemia linfoblástica y la presencia de líneas de alta tensión o subestaciones, en cercanía de las viviendas ha sido un factor determinante en las investigaciones. Pero todos llegan a resultados contradictorios, no se ha encontrado una correlación estadística entre la incidencia de leucemia y las líneas de alta tensión.
Los efectos de los CM sobre los tejidos vivos, son de tipo electrodinámico donde la fuerza de interacción con las cargas móviles responde a las leyes de Maxwell. Estos efectos consisten en la orientación de las grandes moléculas hacia una configuración de mínima energía. Los CM inducen tensiones y corrientes en los tejidos según las leyes de Faraday y Lenz, siendo precisamente la densidad de corriente inducida el parámetro que caracteriza los principales efectos sobre los tejidos vivos.
En cuanto al CE se pueden producir calentamiento de los tejidos por efecto Joule, el cual es directamente proporcional al cuadrado del campo y a la conductividad del medio. Dado que la hemoglobina (Hb) y la mioglobina (Mb) son células paramagnéticas los campos magnéticos podrían influir en su comportamiento y en las reacciones bioquímicas con participación de los radicales libres. El CE también puede producir el efecto llamado electroforesis, que es el movimiento de partículas cargadas, iones inorgánicos o células vivas, en una solución, y teniendo en cuenta que la importancia del campo bioeléctrico se manifiesta equilibrando la tendencia a la difusión. La magnitud de este campo puede afectar la velocidad de estas partículas y producir efectos en el metabolismo. Los CEM pueden inducir corrientes en el cuerpo que dependen de la intensidad y de la frecuencia del campo, las mayores sensibilidades al campo se dan en frecuencias entre 10 Hz y 500 Hz, a partir de 1 KHz va disminuyendo la sensibilidad en términos del campo externo aproximadamente con el inverso de la frecuencia. Entre 1 KHz hasta 100 KHz esta se mantiene aproximadamente constante.
En términos de densidad de corriente los efectos en los nervios y estimulación muscular ocurren a densidades de 1 A/m² a frecuencias industriales. A niveles más altos, del orden de 3 A/m², se dan contracciones involuntarias de los músculos y la posibilidad de fibrilación cardiaca. Si se toma la densidad de corriente o la corriente inducida como base, entonces hay diferencia fundamental entre los efectos producidos por el CE y el CM, ya que sólo se diferencia en este aspecto la distribución de las corrientes en el cuerpo.
Estudios realizados con CEM a Radiofrecuencia y Microondas.
En este aparte se relacionan algunos estudios realizados in vitro e in vivo.
Estudios en la célula: Los CEM disponen de una cantidad de energía por fotón que es insuficiente para provocar destrucción de las células, pero suficiente para generar cambios en su morfología, metabolismo, reproducción o duración de la vida celular.
Estudios sobre la membrana celular indican que la RF de baja intensidad puede alterar las propiedades de la membrana celular tanto desde un punto de vista estructural como funcional y a una variedad de propiedades de los canales iónicos como son la disminución en la formación de los canales y la disminución en los periodos de apertura. Estos estudios incluyen campos constantes y pulsantes a diferentes intensidades. Así parece que varias intensidades de RF afectan a los canales de membrana. La inhibición de la actividad bioeléctrica se debe al aumento de la conductancia de la membrana al K+, en un proceso de apertura de los canales de K+ dependientes de Ca²+.
Estudios genéticos:
De la revisión de estos estudios se deduce que para poder extractar una conclusión válida es necesaria una investigación mucho más profunda. La hipótesis de que la exposición a CEM de RF puede ser asociada con cáncer, especialmente leucemia, podría ser fortalecida si existiera un modelo válido en animales, pero todavía no han sido publicados estudios adecuados.
Bates (1991) presentó evidencia epidemiológica de la correlación entre la exposición a campos electromagnéticos débiles de 50 Hz (FEB) de origen habitacional y el cáncer. Esta correlación es estadísticamente significativa para la exposición a campos de origen domiciliario en niños. La significancia estadística descrita es fuerte para cánceres del sistema nervioso central, especialmente cerebrales en niños. En tanto, los estudios epidemiológicos indican posibles relaciones entre la exposición a RF y un aumento del riesgo de cáncer. Algunos hallazgos positivos fueron encontrados entre la leucemia y los tumores cerebrales, pero en conjunto los resultados no son concluyentes y no permiten aportar las hipótesis para señalar que la exposición a CEM RF sea una causa directa del cáncer.
Efectos de la REM debidas a teléfonos celulares
Se ha demostrado elevación de temperatura superficial y profunda en tejidos de la cabeza expuestos localmente a radiación electromagnética de 900 MHz proveniente de teléfonos celulares, indicando que el efecto térmico puede alcanzar al tejido cerebral, con sus consiguientes efectos adversos para la salud y también efectos neuroconductuales.
Se ha medido experimentalmente (en ratones) los efectos de la radiación electromagnética similar a la de algunos equipos telefónicos celulares, de 900 MHz, que causa en éstos un riesgo relativo de 2,4 en relación a animales controles para desarrollar linfomas.
Para el ser humano, hay algunos estudios preliminares que sugieren, pero de una manera no concluyente, una mayor frecuencia de tumores cerebrales en usuarios de teléfonos celulares. Se ha encontrado una incidencia 3 veces mayor de cáncer cerebral en usuarios de teléfonos móviles aplicados al oído en comparación con teléfono manos libres; pero no se ha detectado significancia estadística para dicho efecto, probablemente debido al reducido número de casos en dicho estudio.
También se ha demostrado un aumento de tumores neuroepiteliales cerebrales en el hemisferio cerebral del lado de uso del teléfono celular, en comparación con hemisferio cerebral contralateral. Es necesario considerar que la radiación electromagnética emitida por antenas base de teléfonos celulares es transmitida de manera no uniforme en ambientes urbanos, debido a que emiten en forma direccionada y a reflexiones ambientales; además, los estándares se refieren a intensidades promedio y no a los posibles picos de alta intensidad que pueden encontrarse en algunas áreas. Si bien los límites impuestos por las normas hacen que no se produzcan los efectos térmicos sobre las personas expuestas, es necesario considerar la existencia de efectos no térmicos, producidos con intensidades mucho más bajas de radiación, cuyos efectos crónicos o diferidos sólo podrán ser detectados por estudios epidemiológicos en el largo plazo.
Como conclusión, las investigaciones sugieren que el potencial cancerígeno de los CM es muy bajo inclusive a altos niveles de exposición, aunque la ausencia completa de riesgo no ha podido ser probada.
Debido al efecto de latencia de enfermedades como el cáncer, que puede ser mayor a diez años y dado el poco tiempo que lleva el uso de la telefonía móvil, existe la duda acerca de los efectos a largo plazo.
Luego de analizar la documentación existente en cuanto a estudios sobre efectos de la exposición a REM NI y observar que no hay criterios unificados acerca de los riesgos que esta produce, se debe apelar al principio de cautela y tener un conjunto de normas que protejan el sector laboral y al público.
Material sobre radiaciones no ionizantes tomado de:

domingo, 1 de marzo de 2020

¿Puede protegernos una mascarilla quirúrgica de contagiarnos por el coronavirus?


¿Puede protegernos una mascarilla quirúrgica de contagiarnos por el  coronavirus?

Las mascarillas quirúrgicas son paños de tela que se sujetan a la cara mediante dos gomitas o lazos. Se llaman así porque son precisamente las mascarillas que llevan los médicos cuando practican intervenciones quirúrgicas y no están pensadas para proteger al que las lleva de un virus que se transmite por el aire.

Robert Amler, ex-jefe médico de la agencia para sustancias tóxicas y registro de enfermedades del CDD lo explica así:

Las mascarillas quirúrgicas están pensadas para que cuando hables, estornudes o resoples no emitas pequeñas gotitas microscópicas de saliva o mucosidad al aire que puedan ser respiradas por otra persona. Esto aplica sobre todo si estás enfermo. El uso de mascarillas quirúrgicas está muy extendido en la cultura oriental, particularmente en Japón, como una medida de cortesía de las personas que tienen gripe o catarro. También se usan para filtrar malos olores, e incluso como complemento de moda.

Las mascarillas quirúrgicas no protegen de los virus por dos razones. La primera es que el tamaño de los virus es tan pequeño que puede colarse por los agujeros de entre la tela. De todos modos tampoco lo necesita porque las mascarillas quirúrgicas no son herméticas. Parte del aire que respira el que las lleva se cuela por los laterales o los huecos a ambos lados de la nariz. Por esa misma razón no son eficaces contra otros contaminantes aéreos. Tampoco protegen las mucosas de nuestros ojos si una persona enferma nos estornuda en la cara y sí, virus como el de la gripe pueden entrar al organismo por ahí también.

Dicho esto, no hay nada de malo en llevar esas mascarillas. Un estudio clínico realizado en 2008 demostró que las familias cuyos miembros usan mascarillas quirúrgicas cuando alguien en casa tiene gripe tienen un 80% menos de posibilidades que las familias que no las llevan. El matiz es que tienen que llevarlas todo el rato y compaginarlas con una adecuada higiene. Hay que lavarse las manos con frecuencia y evitar tocarse la cara, especialmente la nariz, la boca y los ojos. Otros estudios realizados en residencias de estudiantes llegaron a las mismas conclusiones.

El siguiente paso en la protección contra patógenos que se transmiten por vía aérea son las máscaras o respiradores N95. Se llaman así porque están diseñadas para contener el 95% de las partículas que flotan en el aire.

¿Están los virus dentro de ese 95%? La respuesta es clara: no.

La FDA explica que los filtros de los respiradores N95 están pensados para contener partículas mayores de 0,3 micras. El virus de Wuhan, por citar el caso de más actualidad, tiene un diámetro de 0,12 micras. En otras palabras, los respiradores N95 tampoco protegen completamente de un virus que se transmite por el aire, pero sí es cierto que ofrecen una protección mucho mayor que la de las mascarillas quirúrgicas. Eso siempre y cuando se tome algunas precauciones.

En las siguientes imágenes se muestra el tamaño de los virus y la diferencia entre una  mascarilla quirúrgica y un respirador






La primera de esas precauciones es el ajuste. Los respiradores N95 se ajustan muy firmemente a la cara y no dejan huecos. Hay que tener especial cuidado al ponérselos porque al inspirar podemos abrir huecos por los que entre el aire en lugar de hacerlo por los filtros diseñados precisamente para parar las partículas.

Otro detalle importante es para los individuos que usan barba. La FDA explica lo siguiente:

Los respiradores N95 son realmente incómodos de usar. No solo van muy apretados a la cara, sino que dan calor y dificultan la respiración. En algunas personas con problemas respiratorios o cardíacos pueden hasta ser perjudiciales. Si ya estás enfermo con algo como una gripe, llevar un respirador N95 solo te complicará la vida aún más.

Elegir el respirador correcto

Hay dos grandes categorías de respiradores N95, los de uso industrial y los de uso médico.

Los primeros se usan para trabajos en los que nos sometemos a mucha contaminación atmosférica. Imagina algo como trabajar en un aserradero o con productos químicos que emiten vapores tóxicos como algunos esmaltes o pinturas. La FDA llama a estas máscaras Respiradores N95 para uso ocupacional.

Los respiradores N95 ocupacionales tienen algunas ventajas si los vas a usar durante horas lijando madera. Están equipados con válvulas de salida de aire pensadas para facilitar la respiración y evitar que nos den mucho calor.

La FDA explica que estas válvulas de exhalación son incompatibles con su uso médico. Por otra parte, los respiradores N95 industriales no son de usar y tirar aunque sus filtros sí lo sean. Eso significa que pueden acumular suciedad, humedad e incluso patógenos, lo que a la larga los convierte en un caldo de cultivo que quizá no queramos llevar en la cara.

Los respiradores N95 aprobados por la FDA para uso médico son pequeños y siempre desechables. Externamente se diferencian de las mascarillas quirúrgicas en que se ajustan perfectamente a la cara y en que a menudo (no siempre) llevan una pieza que sobresale donde está el filtro antipartículas.

Respiradores N95, P95, R95, N99 y Clase 100

Hay tres tipos de máscaras: N, P y R. Estas letras definen su grado de resistencia a los aceites. Los filtros de las máscaras están fabricados con sustancias que a menudo se degradan y pierden su eficacia en contacto con hidrocarburos (piensa en vapores de derivados volátiles del petróleo como la gasolina). Los filtros tipo N no resisten las partículas oleosas. Los tipo P resisten estas partículas hasta cierto punto, y los tipo R las resisten perfectamente. Esta clasificación es importante si vas a trabajar en una industria donde hay muchos contaminantes basados en hidrocarburos. A efectos médicos da igual agua que aceite.

Junto a la letra hay un número que determina el grado de protección contra las partículas que flotan en el aire. Sí, hay respiradores que protegen contra el 99% de las partículas, y hasta el 100%. Se usan en lugares como laboratorios farmacéuticos donde se trabaja con sustancias que son extremadamente tóxicas en estado puro como las que se usan para elaborar fármacos contra el cáncer.

¿Cómo saber si un respirador es realmente bueno?  Todos los respiradores aprobados para uso industrial o sanitario en Estados Unidos deben estar homologados por El Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH por sus siglas en inglés). Se trata de la agencia federal estadounidense (dependiente del CDC) que se encarga de prevenir enfermedades y lesiones en entornos de trabajo.

Si estás pensando en comprar un respirador, distinguir uno homologado de una copia barata es tan fácil como fijarte en las letras del exterior. Los respiradores homologados deben llevar un número de aprobación del NIOSH, y normalmente llevan el logotipo de la agencia (o la palabra NIOSH en mayúsculas). También se recomienda que lleven un número de lote, de modelo, y los datos del fabricante. Por último llevan siempre visible el número que indica el tipo y porcentaje de protección. 

En la siguiente imagen se muestra la información que debe llevar un respirador


Usar un filtro N100 no te hace inmune a los virus. Pueden seguir entrando a través de tus ojos o llegar a ti si no mantienes una correcta higiene y te tocas mucho la nariz. De todos modos tampoco es necesario. Como ya explicamos en esta infografía el Coronavirus de Wuhan no es una plaga tan mortal como parece por la cantidad de noticias sobre ella (la gripe estacional es peor, solo que la conocemos mejor), pero tener a mano algo de protección tampoco está de más. Al menos podremos barnizar la mesa del salón con total seguridad.



Bibliografía: